Opinión

Absuelto no es lo mismo que inocente

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Es muy difícil demostrar las agresiones sexuales. La mayoría se producen en espacios privados. Más de la mitad en domicilios, ya sean de la víctima o del agresor. También en locales de ocio nocturno, coches, hoteles, oficinas, gasolineras y hasta en parques zoológicos. Se estima que solo llegan a denunciarse uno de cada diez casos. De ellos, el 80% se archiva sin auto de procesamiento ni llegar a ningún acuerdo. Tan solo una de cada diez agresiones denunciadas termina en condena. El 95% de los responsables son hombres que agreden a mujeres y también a otros hombres.

El número de delitos sexuales se ha incrementado en los últimos años, especialmente en Cataluña. Según datos del Ministerio del Interior, hasta septiembre de 2024 se denunciaron 16.010 agresiones sexuales en toda España (un 6,1% más que el año anterior) y 3.944 violaciones (un 6,6% más). 1.280 de esas agresiones sucedieron en suelo catalán, lo que supone un aumento del 32,4% en dicha región. Esta semana se conocía la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que revocaba la condena por agresión sexual a un conocido jugador del Barça, Dani Alves, por no encontrar pruebas suficientes que avalen el testimonio de la denunciante.

Lo sucedido la noche del 30 de diciembre de 2022 en una discoteca de Barcelona nos resulta familiar. Un hombre rico y famoso pide desde su reservado que le traigan una copa y también a unas chicas en las que se ha fijado. Entra con una de ellas en un aseo privado y, quince minutos después, la joven sale pidiendo a sus amigas marcharse. Lo hace sin despedirse del hombre famoso y, en el pasillo de salida, se derrumba y rompe a llorar. Es atendida por un vigilante a quien confiesa que acaba de sufrir una agresión sexual. El hombre famoso también abandona la sala pasando al lado de la joven con la que acaba de mantener, según él, relaciones sexuales consentidas y, aunque ella está llorando, la ignora. La chica duda sobre si activar el protocolo contra agresiones sexuales por miedo a que nadie la crea y que se haga pública su identidad. Finalmente accede y acude al hospital, donde le detectan lesiones en la rodilla y una sintomatología ansiosa depresiva que se corresponde con un hecho traumático.

Aunque la justicia creyó en primera instancia a la denunciante por la consistencia de su relato, la sintomatología y otras pruebas, el condenado Dani Alves recurrió la sentencia y ahora el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha determinado que no se puede saber si el cuadro sintomático de la víctima estaba relacionado directamente con la agresión o se debía a causas ambientales y que lo explicado por ella no se ajustaba exactamente a lo grabado por las cámaras, lo que reduce su fiabilidad.

En la propia sentencia, el TSJC aclara varias veces que la inexistencia de pruebas que verifiquen la agresión no significa que no haya podido suceder, sino que prevalece la presunción de inocencia del acusado. Sin embargo, tras conocerse esta decisión, titulares y comunicaciones repiten sin cesar la palabra “absuelto” que asociamos con “inocente”, provocando que las redes se llenen de comentarios humillantes y despectivos hacia la denunciante. Lo que, sin duda, tendrá un efecto disuasorio a la hora de que otras víctimas se atrevan a denunciar.

¿Qué podemos hacer ante casos como el juicio por agresión sexual a Dani Alves? ¿Es un problema que atañe solo a las partes implicadas o podemos ser parte activa en la lucha contra la violencia sexual?

  • Cuidar los titulares en los medios de comunicación. A la hora de elegir las palabras para describir este tipo de conflictos es necesario hilar muy fino. Para quienes no leen los textos completos, ver la palabra “absuelto” o “inocente” sin más matiz, puede dar lugar a un error de interpretación. Los hay incluso que directamente insultan a todas las denunciantes. “Charocracia, Dani Alves y secuestro maternal” es el titular con el que describe la noticia el subdirector de un supuesto medio de informacion. Aunque algunos de esos términos formen parte de lo ocurrido, no reflejan por si solos la complejidad del caso. Dejar fuera determinados aspectos o elegir la perspectiva incorrecta puede generar una conclusión precipitada y errónea que añada presión y cree prejuicios sobre a las víctimas.
  • Hablar de las causas y no solo de las consecuencias. En lugar de quedarnos solo en lo morboso de los hechos, es necesario acompañar las noticias con artículos que analicen las posibles causas. Indagar, por ejemplo, en cuál es la influencia del consumo de contenidos sexuales violentos y machistas en los casos de agresión o en cómo el desequilibrio de poder en las relaciones sexuales puede ser un condicionante para el abuso. Visibilizar solo los hechos puede rebajar la gravedad del problema y nuestra responsabilidad a la hora de resolverlo, reduciéndolos a un mero entretenimiento.
  • Medir los comentarios que vertemos en las redes sociales, ya que pueden desalentar las denuncias por agresión sexual. Leer insultos y palabras de desprecio hacia la víctima puede provocar que las mujeres agredidas no se atrevan a hablar. Tener precaución con los comentarios dentro del ámbito familiar también es importante: las niñas que estén escuchando y puedan encontrarse algún día en una situación similar, recordarán lo que se ha dicho sobre las mujeres que denunciaron.
  • No hablar de denuncias falsas como si estuviesen al mismo nivel que las agresiones machistas. Las estadísticas están disponibles para quien quiera consultarlas. La realidad es que las agresiones sexuales a mujeres crecen cada año y las denuncias falsas siguen siendo un porcentaje cercano al cero. No es justo ni realista que, cuando alguien habla de feminismo o de igualdad, se mencione la existencia denuncias falsas.

La responsabilidad de luchar contra las agresiones sexuales no es solamente de las personas implicadas y de los tribunales, también debe ser un compromiso de toda la ciudadanía. Denunciar no es un camino fácil, se necesita mucho apoyo y escucha. Cuidemos las palabras y cuidemos a las mujeres: absuelto no lo mismo que inocente.

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