Opinión

A mí no me mires, yo no soy periodista

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Es probable que, en las últimas horas, usted haya leído o escuchado alguna noticia relacionada con el capitán del Barça, Marc André ter Stegen. Lo que no tengo tan claro es que se haya enterado de todo. No por culpa suya, claro.

A finales de la semana pasada, el portero alemán anunció que se ha separado. Al calor de la noticia, el programa Que no surti d’aquí (QNSA) de Catalunya Ràdio informó —pronto descubriremos que este verbo no es el más adecuado— de que la ruptura matrimonial obedecía a la infidelidad de su ya exesposa. Como el tercer vértice del triángulo era —presuntamente— un entrenador personal, El Periódico rebotó la noticia con el ingenioso titular: “¿Cuernos y mancuernas?”. Entre interrogaciones, claro, para cubrirse las espaldas.

Me atrevería a decir que, para la mayoría del público, la historia de la separación de Ter Stegen concluye en este punto. Pero resulta que hay más. O menos, según se mire.

A mediodía del lunes, Ter Stegen se declaraba “conmocionado y decepcionado” por “la mala gestión y la falta de liderazgo y control” en un medio público como Catalunya Ràdio, que ha “difundido noticias falsas y violado derechos personales”. El portero señaló con nombres y apellidos a los periodistas Juliana Canet, Roger Carandell y Marta Montaner: “Son mentirosos que han distribuido noticias falsas, ofendiendo públicamente a mi esposa Daniela y dañando gravemente su reputación”. Ter Stegen niega la infidelidad, asegura que “no hay terceras personas involucradas” y lamenta el “daño irreparable” sufrido. Y tiene razón. Entre otras cosas, porque la rectificación nunca tiene el alcance de la ‘noticia’ original.

Sólo una hora después, los tres aludidos pidieron disculpas por “el dolor causado” a Ter Stegen y a su familia. Mediante un texto en la cuenta de Twitter del programa, hicieron propósito de enmienda y deslizaron una sonrojante coartada: “Desde QNSA queremos dejar claro que no difundimos noticias con vocación periodística y, en ningún caso, representamos los servicios informativos de Catalunya Radio. El nuestro es un programa de entretenimiento, y nuestra intención es hacer crónica social”.

Por lo visto, Roger, Juliana y Marta —o quienes les han escrito la excusa para que esto salpique lo menos posible en instancias superiores— creen que es posible desligar la “crónica” —incluida esa que llaman “social”— del periodismo. Quieren dar ‘noticias’ pero sin someterse a esas reglas tan antiguas y poco glamourosas de la profesión; unas normas tan cortarrollos que te exigen comprobar algo antes de contarlo. ¡Con lo que complica eso encontrar primicias!

Hace casi siete años le pasó algo parecido a Cristóbal Soria con otro portero. Tanto había prosperado el famoso exdelegado del Sevilla que su faceta de tertuliano vocinglero de El Chiringuito se le quedó pequeña. Así que se metió a dar exclusivas, de esas que gustan tanto a Josep Pedrerol. Contó Soria que a Kiko Casilla, entonces en el Real Madrid, le habían tenido que frenar para que no atizara a Zinedine Zidane por poner de titular en un partido a su hijo Luca.

Al día siguiente, Casilla exigió a Soria una rectificación para no demandarlo y por supuesto la obtuvo. Tampoco faltó una excusa similar a la de Roger, Juliana y Marta: “Ya sabéis que yo no soy periodista y no estoy tampoco excesivamente acostumbrado a cuando te coge el toro de esta manera por dar una información”, dijo el popular tertuliano, bastante menos envalentonado que el día anterior.

Llegado este punto, muchos periodistas aprovecharían para recordar que los aviones son para los pilotos y que a corazón abierto opera el cirujano, nadie más. Por mí bien, siempre que añadamos un “salvando las distancias”, que sólo en materia de formación ya son abismales; y siempre que recordemos que un porcentaje demasiado elevado de las ‘noticias’ que leemos cada día a los doctores de la información se han comprobado exactamente con el mismo rigor que Roger, Juliana, Marta y Cristóbal: ninguno.

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