Opinión

A grandes males, malas soluciones

Adicción a la pornografía - Sociedad
María Morales
Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

Nunca le he prestado especial atención al tema de la pornografía. A mis 26 años puedo decir que no veo videos porno, y jamás me había parado a pensar en sus implicaciones. Siempre había asumido que la mayoría de hombres lo consumen, he oído que cada vez más mujeres lo ven también, y me imaginaba que era algo que se empezaba a ver entrada la adolescencia. Mi sensación siempre ha sido que es algo bastante explícito, que la mujer hace un papel muy “de show” y que está bastante alejado de la realidad.

Ahora, con el tema de la Cartera Digital Beta, me encuentro reflexionando al respecto. Mi hermana, fan de Marian Rojas, me recomendó que empezase mi investigación por su libro “Recupera tu mente, reconquista tu vida”, y la verdad es que he flipado bastante. Para los que no sabéis en qué consiste la Cartera Digital, la medida supondrá, entre otras cosas, la obligación de las páginas pornográficas españolas de verificar la mayoría de edad de sus usuarios. Os doy un adelanto: esta medida va a tener poca, por no decir ninguna, repercusión relevante (siguiendo la tónica general de las muchas iniciativas que nos vende nuestro gobierno como “grandes soluciones”).

¿El consumo de pornografía es un problema real? Sí. ¿Esta medida va a solucionarlo? Ni de lejos. Metámonos en el barro:

Viendo datos recientes sobre el consumo de pornografía identifico tres retos: el fácil acceso que tienen los menores, el contenido en sí y la frecuencia con la que se consume. No sé cuántos de vosotros sois conscientes de la magnitud de este problema, pero, por si acaso, os dejo unos datos:

  1. Según un estudio de Fad Juventud de 2023, el primer contacto con la pornografía en España es, de media, a los 13 años (y el 25% de los jóvenes afirma haber visto pornografía antes de los 12).
  2. Muchos jóvenes la usan como fuente de educación sexual o “de inspiración”. Imagino que es más fácil que preguntar en clase de biología sobre la reproducción, ¿no? Esto puede parecer solo un comentario sarcástico, pero los datos ponen de manifiesto el fracaso estrepitoso de la educación en material sexual. Un aplauso para otro ejemplo de pseudo-progresismo contraproducente: que Irene Montero quiera instruir tu hijo en «erotismo, placer y genitales» cuando está en Primaria, pero esperar que se las apañe con el contenido asqueroso y denigrante que circula por Internet.
  3. El tipo de contenido que más gusta es el violento, y uno de cada cuatro jóvenes admite ver pornografía violenta con frecuencia. De hecho, el video pornográfico con más reproducciones en 2020 era de una violación en grupo. No solo estamos hablando de fantasías surrealistas, que de entrada denigran y cosifican a la mujer y se centran en el placer del hombre, sino de una narrativa predominante que refuerza y normaliza comportamientos violentos dentro del sexo.
  4. Se estima que 3 de cada 10 jóvenes consumen pornografía todas las semanas. En última instancia, la adicción a la pornografía causa problemas tan variados y serios como la perdida gradual de la empatía, la disfunción eréctil, o el desarrollo de una visión distorsionada no solo de las relaciones sexuales, sino también de las afectivas. Con el tiempo, como sucede con cualquier adicción, el desarrollo de tolerancia hace que se necesite cada vez más cantidad y de mayor intensidad, que es precisamente la razón por la que se acaba buscando contenido más agresivo; para conseguir ese “chute” de dopamina (pero si esto de la dopamina os interesa especialmente, os recomiendo que os leáis el libro que menciono al principio, ya que Marian Rojas explica esto mucho mejor que yo).
  5. El consumo frecuente de pornografía puede acabar llevando a recurrir a la prostitución o incluso a la violencia. De hecho, las agresiones sexuales cometidas por menores han aumentado un 116% en los últimos 5 años.

Ahora, volvamos a la medida en cuestión y preguntémonos si verdaderamente ataja el problema.

¿Controla de forma efectiva el acceso de menores a este contenido? No. Inicialmente afectará solo a páginas web, y en concreto a las alojadas en España. Me resulta irónico que una medida propuesta por el Ministerio de Transformación Digital pueda ser tan miope desde el punto de vista tecnológico: ¿qué hay de las redes sociales? Una medida verdaderamente enfocada en jóvenes debería partir del entendimiento de sus patrones de consumo digital y de las plataformas que más usan. Se ha descubierto que Instagram recomienda contenido sexual a menores al poco tiempo de crearse una cuenta por primera vez, y que muestra más contenido sexual, violento y de odio a menores que a adultos (Meta lo niega, por si os lo estabais preguntando).

¿Controla la frecuencia de consumo o ayuda a combatir la adicción? No. Aunque muchos han interpretado de forma errónea que solo se emiten 30 “credenciales” al mes por usuario, esto no es así: si consumes tus accesos en menos de un mes, puedes renovarlos y obtener otros 30.

¿Contribuye a cambiar la narrativa, o a alejar a los consumidores del contenido violento? No, pero también es cierto que la regulación no puede controlar lo que prefieren los consumidores. Y aunque se le está dando cada vez más visibilidad a la pornografía feminista, que busca representar relaciones más realistas e igualitarias y menos violentas, esto tampoco ataja los problemas vinculados con el consumo de pornografía independientemente del tipo que sea. Aunque el feminismo logra avances en muchos frentes, poner la etiqueta “feminista” a cualquier cosa no la hace automáticamente buena, y la pornografía, aunque fuese toda “feminista”, no dejaría de ser dopamina barata.

De hecho, hablando de feminismo, ¿dónde están ahora los grupos feministas más ruidosos? ¿Como es posible que se estén llevando todos los guantazos las trad wives estos días (que sí, tienen algunas ideas machistas y absurdas) y no se hable más del ridículo de esta medida y del machismo e incluso misoginia de la pornografía mayoritaria? Investigando sobre las posturas feministas al respecto, me choca que algunos grupos hasta lo consideren “empoderamiento femenino”, o que aboguen por distinguir fantasía de realidad (ya sabéis, ponedles a vuestros hijos películas de asesinatos a diario y decidles luego que el mundo no funciona así).

De todas formas, lo que más me cabrea es el afán por hacer siempre de todo un tema de ideología política. ¿Un ejemplo? Hablando del cambio necesario en la industria pornográfica, la periodista y activista Itziar Ziga puntualizó que “jamás debemos utilizar las armas de la derecha” y que “la censura se vuelve en nuestra contra”. Venga vale tía, y mientras esperamos a que cambie una industria entera, que sigan creciendo generaciones que normalizan la violencia en el sexo y se educan con pornografía, no vaya a ser que la derecha nos censure.

¿De qué es lo único de lo que podemos estar seguros? De que van a recoger todavía más información sobre nuestro comportamiento en Internet (como si tuviesen poca). Pero que se vaya a controlar o reducir el consumo de pornografía en menores… permitidme que lo dude.

Una vez más, seamos críticos, porque como tantas otras problemáticas, esta es una cuya solución parte de la educación, de desmitificar y quitar el tabú que ha tenido siempre el sexo, de que los padres estén encima, y se interesen por lo que pasa en las vidas de sus hijos. Esta medida nos demuestra una vez más que, para lo que a grandes problemas se refiere, la educación es siempre la clave, que la educación en valores es especialmente necesaria, y que, si es en casa, mejor.