Opinión

A doña Carmen no le gusta ni la Q ni el plus

Teresa Giménez Barbat
Actualizado: h
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Vi con mucho interés el programa de A3 en que Susanna Griso entrevistaba a Carmen Calvo. Básicamente porque la actual presidenta del Consejo de Estado es representativa del feminismo que ha imperado, con sus peculiaridades, por lo menos desde los años 60. También porque aparece por muchas de las páginas de mi último libro como ejemplo de ese “feminismo clásico” que se enfrenta a una ideología queer que proclama la “construcción social”, no sólo del género, sino del propio sexo. Como en el último congreso del PSOE. Que existe el “feminismo clásico” y el, digamos, más moderno está generalizado. O, como asegura un joven amigo, futuro escritor, con su melena y su septum, el boomer y el millenial. A mí me dijo, concretamente: lo tuyo, Teresa, es un “feminismo clásico”.

¿En serio? ¿Es el mío un feminismo como el que se le atribuye a Carmen Calvo? Dudo de que si la ex ministra leyera mi libro se sintiera mi alma gemela. En él declaro que si el feminismo fuera un movimiento que, como dice la RAE, postula el «principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre», aparte de algún caso muy marginal, nadie en nuestra parte del mundo tendría nada que objetar. Todas/os feministas. El problema es que el feminismo que yo llamo “calvinista” (ya imaginan por qué) no va por aquí. Una vez en Onda Cero lo dejó doña Carmen clarinete. Preguntada si el feminismo era de todas, respondió: “No bonita, nos lo hemos currado los socialistas”». Lo pueden oír aquí. Fue un “bonita” histórico y muy esclarecedor. El feminismo es exactamente lo que digan las socialistas que es, porque se lo han currado y es su negociado. O su negocio, no sé.

Calvo puntualizó en el programa de Griso: “No me gusta el término de “clásico” porque el feminismo es feminismo”. Pero si el feminismo es algo concreto y con sentido, y la definición de la RAE nos serviría de sobras, no puede ser simplemente de izquierdas y socialista, bonita. Se convierte en basura ideológica. Y en la tiranía de quienes no permiten matices. Como dijo también en aquel programa de Onda Cero: «No atinan ellos, quieren ponerle una etiqueta al feminismo, están locos por ponérsela, primero feminismo transversal, luego feminismo liberal. ¿Esto qué es?». Pues diversidad de opiniones, señora. Yo puedo pregonar con todo el derecho del mundo que hay un “feminismo racional” (o “liberal”, “transversal” o lo que sea) que se identifica con el de la primera y segunda ola, cuando se apuntaba a logros sensatos como la igualdad en la ley y en los derechos. Cuando se pedían cosas como el divorcio, la custodia de los niños o heredar. La ola de los sesenta se centraba en la carrera profesional, por ejemplo, y una feminista como Betty Friedman luchó por la baja de maternidad, los derechos reproductivos, el aborto o la contracepción.

Sin embargo a partir de la tercera ola, con la deriva del generismo, de la deshumanización del varón y del delirio queer el feminismo se convirtió en totalmente irracional. En un problema y no en una solución. Se agudizaron los delirios sobre un patriarcado que se entendía como un complot ancestral. Y se lanzaron a una brutal generalización negativa sobre la mitad masculina de la población, negando también que las predisposiciones de hombres y mujeres (el dichoso “género”) tuvieran que ver con la naturaleza humana. Ni siquiera eso es totalmente impuesto por una “sociedad opresora”, por más que lo proclamasen las feministas como Carmen Calvo o Lidia Falcón, que se resisten ahora a ser barridas por la avalancha queer.

Por otro lado, paciencia. En este momento son las únicas que están defendiendo una postura de sentido común dentro del caos mental del progreísmo feminista. Y no es fácil. Se ha visto en la resistencia, incluso en sus propias filas, al hecho simbólico de la omisión de una parte de las siglas LGTBIQ+, las que niegan la realidad misma de la naturaleza innata del ser mujer. De tanto jugar con el software se van a quedar sin el hardware. Paradoja del final de un recorrido donde ellas mismas se enredaron en tonterías de “géneros” y de “roles”. Va a ser interesante de seguir.

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