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Y los alemanes hablaron

La copresidenta del partido Alternativa para Alemania (AfD) y principal candidata a las elecciones federales, Alice Weidel (C), asiste a una conferencia de prensa del partido AfD en Berlín, Alemania, el 24 de febrero de 2025. EFE/EPA/FILIP SINGER

Efectivamente el domingo, hablaron los alemanes. Los primeros europeos en expresar en las urnas a quienes prefieren para arreglar la Alemania, la Europa y el mundo que se nos está quedando. Lo que han dicho es que su primera opción es la CDU, partido cristiano demócrata que ha gobernado Alemania durante 52 años desde 1949 con cancilleres como Adenauer, Kohl o Merkel que fue la última que tuvo. Su segunda opción ha sido la Afd, Alternativa por Alemania, el partido de extrema derecha al que ha apoyado Elon Musk, que ha duplicado su apoyo pasando de tener el 10,3% de los votos al 20,8%. En tercer lugar, quedaron los socialistas del SPD con los peores resultados desde la IIGM. Tras ellos, los Verdes perdiendo apoyo y Die Linke, partido radical de izquierda, que ha aumentado el suyo hasta un 8,8% de los votos.

Esta vez las encuestas no se equivocaron. La duda estaba en si entraban los tres últimos partidos y con qué fuerza, de lo contrario los votos se repartirían de forma proporcional entre aquellos que tuviesen acceso al Busdentag. La noche electoral parecía que Merz, el líder de la vencedora CDU, tendría que entenderse con socialistas y verdes para poder formar gobierno porque sólo con uno de ellos las cuentas no daban. No ha sido así y le basta con el apoyo del SPD. Eso sí, juntos suman 328 escaños que son 12 más de la mayoría absoluta que se sitúa en 316. Esta mayoría permitirá que esa Glosen Koalitionen gobierne con un cierto margen pero, lejos les queda la opción de poder hacer las grandes reformas que Alemania necesita. Sirva como ejemplo que, para poder aumentar el techo de deuda y estimular la débil economía alemana se necesita de una reforma constitucional que requiere del apoyo de 2/3 del Bundestag. Esto son 92 escaños más de los que tendrían juntos CDU y SPD, hasta completar los 420. Estos apoyos tendrá que buscarlos en los Verdes, difíciles compañeros en los dos temas cruciales para el futuro de Alemania y sobre el que pivotaron estas elecciones: la inmigración y la economía. Y aún así no será suficiente.

El ganador de las elecciones en Alemania, Friedrich Merz, tras conocer los resultados

El asunto no es menor, la máquina industrial de Europa lleva dos años consecutivos en recesión y las cosas a día de hoy no apuntan mejor. La terrible subida de los precios del gas ha restado competitividad a una industria, de por sí, más centrada en el S.XX que en el XXI. Los altos costes laborales, la burocracia, la subida de la inflación, la contracción de la demanda y la presión del vehículo eléctrico chino hicieron el resto. Esto antes de contar con los efectos que provocarán los aranceles de Trump al mayor exportador de nuestro continente.

No sólo München en su reciente y celebrado libro Kaput, sino otros muchos coinciden en que la necesidad de dotar de estímulos a la economía alemana pasa por relajar el estricto control de deuda que tiene constitucionalizado. Tras años de conservadurismo financiero, la CDU de Mertz ha abierto la puerta a la flexibilización de este mecanismo siempre que se reduzca el gasto de otras partidas. Schölz, sin embargo, esta a favor de emitir mucha más deuda y crear el Fondo Alemania para fomentar la inversión. A pesar de que aparentemente podrían ponerse de acuerdo, tampoco sumando a los Verdes conseguirían los escaños necesarios, a falta de 6. ¡Imagínense en inmigración! Siendo el tema que explica, de gran manera, la dúplica de asientos de la AfD. Un crecimiento particularmente alto, con más del 30% de los votos en los länder más empobrecidos de la antigua RDA. La atractiva Weidel consiguió un voto fundamentalmente masculino que, curiosamente no fue mayoritario entre los jóvenes -que sí se movilizaron a la izquierda permitiendo a Die Linke entrar en el Busdentag- ni tampoco entre los votantes con estudios más altos. Quizá esta sea la mejor de las noticias de este artículo, al menos, la que permite abrir una puerta a la esperanza.

Alemania

Alice Weidel, la líder de Alternativa para Alemania (AfD) en la sede del partido en Berlín

No lo tiene fácil el nuevo canciller. Mertz, hombre al que definen como impulsivo y determinado, padre de tres hijos y abuelo de siete nietos; nunca ha tenido un cargo público más allá de dirigir su propio partido. No ha sido concejal, ni alcalde, ni ministro de un länder ni tampoco ministro federal. Intentó triunfar en política, pero Merkel se lo impidió y optó por pasar al mundo privado de un fondo de inversión americano como Blackrock. El domingo consiguió, sin llegar al 30% de los votos, convertirse en el próximo canciller federal en un momento clave para Alemania. También en un momento clave para Europa. Y para el mundo.

No va a ser fácil la gobernabilidad de Alemania. El cordón sanitario a la AfD coloca un cepo en la capacidad de acción de una CDU limitada a mirar a su izquierda. A la vez, ni puede ni debe ignorar a tantos nuevos votantes – ni sus miedos y preocupaciones- que se han visto representados en ella (la AfD). Difícil equilibrio, pero no imposible. Viel Glück!