Tribuna

Venezuela y la rebelión democrática contra la indolencia

El cambio en Venezuela no es solo un derecho, sino también un clamor y una necesidad. Cómo se haga dependerá del propio régimen y de la capacidad de presión de la comunidad internacional, sumada a la determinación del pueblo y su liderazgo. Es una lucha de un cuarto de siglo, la de la libertad, con un incentivo no menor, el reencuentro

Venezuela
Una mujer sostiene muñecos del fallecido expresidente Hugo Chávez y de Súper Bigotes, que representa a Nicolás Maduro, durante el cierre de campaña Efe

Un tercio de la población de Venezuela vive actualmente en el exilio. Es la tasa de emigración más alta del mundo, incluso por encima de países en guerra como Ucrania. Este dato sería suficiente para entender la magnitud de la tragedia que significa el Gobierno de Maduro que, si se respeta la voluntad soberana del pueblo, debe llegar este 28-J a su fin.

Estamos hablando de familias desmembradas, de hijos que no pueden enterrar a sus padres, de abuelos que mueren sin conocer a sus nietos, de menores que ven a sus padres partir y de millones que caminan cientos de kilómetros atravesando la peligrosa selva del Darién para intentar llegar con vida a Estados Unidos.

Una nación sin Estado

Un desmembramiento familiar que tiene consecuencias aún mucho más dramáticas como el aumento de víctimas de abuso sexual de menores que quedan al cuidado de parientes y la trata de personas de la que son víctimas tantas mujeres venezolanas vulnerables, que desde el exilio tienen la responsabilidad de mantener a su familia dentro del país. Casi diez millones de venezolanos desparramados por el mundo, a los que además se les ha privado de derechos tan fundamentales como el de identidad y ahora el derecho a votar en esta elección. Una nación sin Estado.

Venezolanos protestan

Ciudadanos venezolanos residentes en Perú protestan contra los “obstáculos impuestos” por las autoridades electorales que les impiden registrarse como votantes

Pero en los últimos años, esta tragedia ha sido invisibilizada por la propaganda oficial de una supuesta recuperación en la que se muestra una burbuja de lujos de los que hace alarde el propio dictador. De hecho, esa fue su campaña, los supuestos logros económicos de una dolarización que dejó al 90% de la población interna en situación de pobreza, sin sueldos, sin pensiones, sin educación y sin cobertura de salud.

“Súper Bigote”

En su acto de cierre de campaña, Maduro se dedicó a hablarle a los “empresarios”, sacando pecho por su supuesto milagro económico que encarna en su versión de “Súper Bigote”, ese héroe que logró llenar el país de conciertos de celebridades, pistas de pádel, coches de alta gama, hoteles y restaurantes, para el disfrute de una reducida élite indolente ante el sufrimiento de la gran mayoría.

Maduro

El presidente de Venezuela y aspirante a la reelección, Nicolás Maduro, saluda a los asistentes al cierre de su campaña

Incluso llegó a compararse con “el gran Marcos Pérez Jiménez”, el dictador de derechas que fue derrocado en 1958. Es un Maduro aburguesado que intenta imitar el modelo de Putin y sus oligarcas, justificado por el paradigma chino de dictadura política con falso liberalismo económico. Es un Maduro desconectado de la realidad, atrapado en su propia burbuja.

Una lucha por la libertad y el reencuentro

Esa indolencia, con la que también se intentó banalizar el exilio con una campaña de influenciadores que viajaban a Venezuela para atestiguar ese falso milagro económico, reduciendo al país a un simple destino turístico y escondiendo la verdadera realidad; es la gran derrotada de esta campaña electoral en Venezuela. La realidad choca hoy con esa burbuja y la rompe. El cambio en Venezuela no es solo un derecho, sino también un clamor y una necesidad. Cómo se haga dependerá del propio régimen y de la capacidad de presión de la comunidad internacional, sumada a la determinación del pueblo y su liderazgo. Es una lucha de un cuarto de siglo, la de la libertad, con un incentivo no menor, el reencuentro.

Venezuela

Fotografía de una vendedora ambulante junto a los productos que ofrece en Caracas

La última semana fue esclarecedora, no solo por los actos de cierre de ambos candidatos, sino sobre todo por las declaraciones públicas de varios actores. Maduro amenazó con “un baño de sangre”, lo que generó la reacción de Lula, quien le pidió que reconociera la derrota, ocasionando que vetaran la entrada a Venezuela de las representaciones de Brasil, Colombia y hasta el propio amigo del chavismo, el expresidente argentino Alberto Fernández.

La tragedia que por fin debe llegar a su fin

Es el debate anticipado frente a lo que ya todos saben: que Maduro perderá. Pero lo más revelador lo dijo el ‘número dos’ del chavismo, quien reconoció que hay diferencias internas dentro del régimen sobre si reconocer la derrota o aplicar la fórmula revolucionaria, acusando al entorno más cercano de Maduro de “tibio” y anti revolucionario. Esperemos que la última palabra la tenga el pueblo, incluyendo a los millones de venezolanos en el exilio que, aunque no pueden votar, son testimonios vivientes de esta tragedia que se intentó invisibilizar y que debe llegar a su fin de una vez por todas.