Venezuela, un país exhausto en un perenne “sí, pero no”

Ante un ciclo de crisis interminable. La autojuramentación de Maduro parece haber sumido al país en una especie de letargo en el que se disciernen desesperanza, frustración, ira, miedo y una urgente necesidad de cambio

Venezuela
Un manifestante reacciona durante una manifestación contra los resultados de las elecciones venezolanas, en París, Francia EFE/EPA/ANDRE PAIN

“En la ciudad hay un ambiente muy raro…”, dice Amanda G., corredora inmobiliaria que ha visto pasar los días de enero en Caracas sin que el año nuevo acabe de empezar. “La gente no contesta los mensajes, te pautan una reunión a la que luego no se presentan, y si van es lo mismo porque no responden, están distraídos, han olvidado los recaudos que se comprometieron a traer… Y lo mismo pasa en todas partes, en el gimnasio, por ejemplo, más de la mitad de la gente no se ha incorporado; ya casi termina el mes y hay niños que no han regresado al colegio… No se sabe si es que viajaron en Navidad y no regresaron al país o si están guardados en sus casas, esperando no se sabe qué. Todo es un perenne sí, pero no”.

La autojuramentación de Nicolás Maduro, el 10 de enero, pese a haber perdido las elecciones el 28 de julio ante el diplomático Edmundo González, parece haber sumido al país en una especie de letargo en el que se disciernen desesperanza, frustración, ira, miedo y una urgente necesidad de cambio, que cada vez luce más imposible. Las ilusiones que muchos habían albergado, respecto de la posibilidad de que Maduro y sus cómplices abandonaran el poder tras su evidente fracaso electoral, han agravado la sensación de estar en un ciclo de crisis interminable, con el agravante de que da la impresión de que ya se ha hecho todo lo imaginable para salir del trance y nada surte efecto.

La líder antichavista María Corina Machado durante su intervención en las protestas del jueves

Venezuela: del entusiasmo a la desmotivación

La sicóloga Marta Inés Esparragoza es profesora universitaria jubilada. Al contrario de la tendencia imperante, acepta divulgar su identidad. “Total”, dice, “ya paso de 70 años y toda mi familia huyó de Venezuela, si me llevan presa, al menos tendré compañía”. Acudimos a ella para que explique el clima imperante: “En una sola jornada pasamos por diversos estados de ánimo. Puede ser que despertemos llenos de entusiasmo y vigor, convencidos de que el cambio está cerca, que el régimen está aislado, la economía está en el suelo, y no puede ser que logre sobrevivir solo a costa de represión…, pero antes de que termine la mañana, nos encontramos hundidos, desmotivados y convencidos de que esto no tendrá fin. En la tarde nos enteramos de algo referido a la presión internacional… pongamos por caso este jueves, cuando la Eurocámara condenó la usurpación de la presidencia por Maduro y reclamó más sanciones en su contra. Nos sentimos menos solo y nos entra un fresquito, sobre todo porque María Corina Machado hizo una valoración positiva de la resolución del Parlamento Europeo y enfatizó que el mundo sabe que Edmundo González ganó. Pero en la noche caemos en cuenta de que esos mismos países siguen renuentes a reconocer a Edmundo como presidente legítimo y se nos cae el alma al piso. Es agotador. Es como vivir en una montaña rusa, que está bien para un rato de domingo, pero demoledor cuando invade tu vida cotidiana”.

La situación política de Venezuela, en extremo compleja y volátil desde hace ya muchos meses, pero acentuada en enero hasta niveles rayanos en lo insoportable, ha creado un ambiente de incertidumbre que afecta todos los aspectos de la vida en el país, por cierto, uno de los más caros del mundo.

Un hombre encadenado se manifiesta afuera de la embajada de Venezuela este viernes, en Lima

La llama de la esperanza

Este jueves 23 de enero, a propósito del 67º aniversario de la caída de la anterior dictadura padecida por Venezuela, la de Marcos Pérez Jiménez, quien terminó su vida en España, donde vivió 33 años, desde su exilio hasta su muerte en 2001, María Corina Machado difundió un vídeo en sus redes sociales donde decía que, en esa fecha, Venezuela honra la lucha por la libertad y conmemora el fin de la dictadura en 1958, gracias a valientes venezolanos que abrieron las puertas a la libertad, por lo que hoy tiene “más vigencia, más trascendencia que nunca antes”.

Los venezolanos no permitirán que se perpetúe la opresión– conminó la líder opositora a sus bases de apoyo, sin duda mayoritarias, pero exhaustas en su empeño por mantenerse resilientes y no permitir que se apague la llama de la esperanza.

En entrevista con el analista Moíses Naim, publicada el viernes 18 por la revista colombiana Semana, al ser consultado respecto de sus sentimientos frente a lo que está ocurriendo en país, el conocido economista lo resumió así: “Con gran tristeza, gran admiración y esperanza. Hay que ver lo que es enfrentar un Estado autoritario, criminalizado, asociado a los peores regímenes del mundo, como China, Rusia. Y desarmado, con una oposición que no está armada, que no tiene la violencia, porque no forma parte de su agenda ni de su forma de ser. María Corina Machado es una de las líderes más admirables del mundo en estos tiempos. Pero ya dijeron e hicieron todo lo que se podía. Ahora le toca a la comunidad internacional y notablemente a Estados Unidos ver qué cartas juega en este proceso”.