Venezuela descuenta minutos para la hora de la verdad

Biden se reúne con González Urrutia en la Casa Blanca, mientras que Machado convoca a una manifestación en Venezuela el 9-E, la víspera de la ceremonia de investidura

Una mujer usa una mascarilla con la bandera de Venezuela este domingo, en Caracas (Venezuela) EFE/ Miguel Gutiérrez

Contra los vientos más bravos, el presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, se reunió con el mandatario de los Estados Unidos, Joe Biden, en la Sala Oval de la Casa Blanca. Un encuentro de impacto meramente simbólico, dado que al anfitrión solo le quedan dos semanas de ejercicio del cargo y el visitante no sabe cuándo se posesionará del suyo o si siquiera llegará a detentarlo.

Pero el evento tuvo lugar. En la mañana del Día de Reyes, cuando sobre Washington se abatía una tormenta catalogada como la más fuerte desde 2016, González Urrutia fue recibido en la Casa Blanca y al concluir la conversación con Biden, ofreció desde allí mismo una rueda de prensa, en el tono ponderado y monocorde que lo caracteriza. Muchos periodistas lo esperaban. Nadie que lo conozca hubiera sospechado que Edmundo González Urrutia sería alguna vez la noticia, que en dos días se codearía con tres presidentes en sus respectivos países y que sus declaraciones serían solicitadas por un abigarrado coro de reporteros que estallaban en gritos para competir por una oportunidad de interrogarlo.

¿El presidente Biden lo va a acompañar a Venezuela [cuando vaya, a pesar de las amenazas del régimen, a posesionarse, como él ha afirmado que hará]? -le preguntó uno.

Un planteamiento absurdo que, sin embargo, cobra pertinencia dado lo extravagante de la situación. A quién se le ocurriría que un presidente de los Estados Unidos va a participar en la comitiva de un colega impedido por una dictadura de recibir el poder que ha ganado en las urnas. Pues bien, un periodista tuvo esa ocurrencia y es sabido que alude a la promesa de varios expresidentes hispanoamericanos que se han comprometido a constituir una escolta de apoyo y protección al jubilado que derrotó a un tirano sanguinario.

De corazón -asintió González Urrutia, al tiempo que soltaba una risita nerviosa.

Una buena salida. Se atiene al carácter alegórico del asunto y a la vez se muestra enigmático y seguro de sí mismo. Él no será político, pero sí un diplomático de carrera exitosa y, por cierto, hablante fluido de inglés y francés. Sin variar su estilo de abuelo comprensivo, dejó claro que entre Maduro y él, es él quien entra y sale de la Casa Blanca, en contraste con Maduro, quien ha gastado millones de dólares en lobistas para tener esa oportunidad, que nunca ha llegado.

Casi al mismo tiempo, el ministro de la Defensa del régimen, Vladimir Padrino, hacía circular un video en respuesta al que había hecho González el día anterior, domingo 5 de enero, para dirigirse a las fuerzas armadas de Venezuela. En su comunicación a los militares, EGU dijo: “Según la Constitución de 1999 promovida por Hugo Chávez Frías, el 10 de enero, por la voluntad soberana del pueblo venezolano, yo debo asumir el rol de Comandante en Jefe”.

En la grabación, Padrino aparece rodeado de uniformados y parado ante un podio para hacer una comunicación en la que se refiere al presidente electo como “ese prófugo de la justicia, excandidato presidencial a las elecciones del 28 de julio […] en este momento está en los Estados Unidos, preso de sus propios amos…”. En fin, la retórica propia de los voceros del chavismo, pródiga, por cierto, en el uso de palabras cuyo significado ignoran. En suma, dijo que, mediante “un mensaje ridículo, paupérrimo, pírrico, que no tiene sentido, no tiene carencia (sic)”, González había “llamado al fratricidio”.

En los últimos dos días (que parecen meses) González Urrutia fue recibido por el presidente argentino, Javier Milei, a cuyo lado se asomó a la balconada de la Casa Rosada para saludar a la multitud de migrantes venezolanos que se dieron cita allí para aclamarlo con gritos de “Libertad” y “Presidente; y luego fue recibido por Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, donde hay también una importante comunidad de refugiados venezolanos.

Y mientras, desde la clandestinidad, María Corina Machado ha convocado a los venezolanos de dentro y fuera del territorio a manifestarse en las calles el día 9 de enero para exigir el reconocimiento de Edmundo González Urrutia como presidente electo. El llamado ha sido recibido con reservas en Venezuela, donde muchos han expresado su reticencia a protestar contra la dictadura en el contexto de dos mil presos políticos por esa misma razón y ante los numerosos testimonios de las torturas a las que han sido sometidos los presos políticos, sin exceptuar a los adolescentes detenidos. Esta mesura se ve reforzada por las incesantes amenazas de las figuras más visibles de la tiranía, los cierres de calle y el despliegue de efectivos de las fuerzas de seguridad en todo el país.