El papel del cónyuge de cualquier líder político suele implicar responsabilidades ceremoniales y apoyo silencioso. No obstante, en Europa, varias parejas han roto este molde al verse envueltos en escándalos que resonaron a través del continente.
La última en la lista parece ser Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. Vinculada con el llamado ‘caso Koldo’ en un posible papel como mediadora en negocios relacionados con la empresa Globalia, durante el proceso de rescate de Air Europa, ha rechazado las acusaciones y negado haber tenido una relación laboral o profesional directa con la aerolínea.
No es la única. Hace un año, la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, se vio envuelta en polémicas por el papel de su marido, Heiko, en la distribución y recepción sospechosa de fondos europeos.
El caso de Heiko von der Leyen
¿Qué ocurrió? Una subsidiaria italiana de la compañía Orogenesis se incorporó a un proyecto de terapia genética y celular que fue respaldado por fondos de la Unión Europea. Después de que la empresa fuera seleccionada para el proyecto, Heiko von der Leyen fue nombrado para formar parte de la junta supervisora de dicho proyecto. Sin embargo, renunció a este cargo tras la atención de los medios italianos, que destacaron su participación.
A raíz de esta cobertura mediática, la Presidenta de la Comisión actualizó su declaración pública de intereses para incluir el cargo de su esposo, que inicialmente no había sido listado. En paralelo, un consorcio de empresas liderado por MIDA Biotech, otra subsidiaria de Orgenesis, recibió una subvención de 4 millones de euros del programa Horizon de la UE para investigación.
La situación levantó preocupaciones entre algunos diputados del grupo de los Verdes/European Free Alliance en el Parlamento Europeo, quienes enviaron una carta a Věra Jourová, la Comisaria de Transparencia, expresando su inquietud por la participación de Orgenesis en proyectos financiados por la UE y solicitando una investigación. En respuesta, Jourová aseguró que no había violación de las normas de la UE en ninguno de los casos mencionados. Señaló de forma específica que Heiko von der Leyen no había estado involucrado en el proceso de solicitud ni en la adjudicación de la subvención para el proyecto italiano y que las decisiones relacionadas con la subvención a MIDA Biotech fueron tomadas por la Agencia Ejecutiva del Consejo Europeo de Innovación y PYMEs (EISMEA), que opera de manera independiente a la Comisión.
La primera ministra de Estonia
También la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, enfrentó críticas por los dudosos vínculos de su marido con Rusia. El pasado mes de agosto, los medios estonios revelaron que el esposo de Kallas, Arvo Hallik, poseía acciones en Stark Logistics, empresa que ha mantenido operaciones en Rusia desde que comenzó la invasión a gran escala de Ucrania. Stark Logistics continuó suministrando a una fábrica de contenedores de aerosol en Rusia una o dos veces por semana desde el inicio del ataque de Moscú, como admitió el CEO de Stark Logistics, Kristjan Kraag.
Tras estas revelaciones, Hallik anunció que vendería sus acciones en la empresa y renunciaría a su puesto. Kallas negó tener conocimiento previo de la conexión de la empresa de su esposo con Rusia en una entrevista con el radiodifusor público estonio ERR, donde afirmó: “He dicho esto muchas veces por diferentes canales. Lamento mucho que haya surgido esta situación y pido disculpas sinceramente a todos los que se han sentido ofendidos por ella. Aún así, mis opiniones no han cambiado de ninguna manera — cualquier actividad en Rusia o relacionada con Rusia debe terminar. Y así es”, afirmó Kallas.
El presidente estonio Alar Karis sostiene que el escándalo ha disminuido la credibilidad de Estonia de cara a sus los aliados y advirtió sobre una crisis reputacional: “Las actividades empresariales de un miembro de la familia de la Primera Ministra Kaja Kallas respecto a Rusia han suscitado muchas preguntas en los medios y en la sociedad y han puesto el foco en la cabeza del gobierno y los valores que Estonia debe seguir”, comentó Karis.
Dos casos en Noruega
Otro país donde ha sucedido algo similar es Noruega. Las carreras de dos de sus políticas más poderosas están en la cuerda floja tras descubrirse que sus maridos comerciaban con acciones en secreto. En dos casos separados, la ministra de exteriores, Anniken Huitfeldt, del partido Laborista, y la líder del partido Conservador y ex primera ministra, Erna Solberg, se enfrentan a peticiones de dimisión. Ambas niegan tener conocimiento de las actividades de sus esposos.
Durante los dos mandatos de Solberg, de 2013 a 2021, su marido, Sindre Finnes, habría realizado más de 3.600 operaciones bursátiles, muchas de las cuales la habrían descalificado para el cargo. “Quiero asumir claramente responsabilidad, que pensé que estaba cumpliendo. No tenía motivos para creer que Sindre me estaba engañando”, se defendió Solberg.
Argumentó que si volviera a ser primera ministra —espera ser la candidata principal conservadora en las elecciones de 2025— su marido “no puede participar en el comercio de acciones”. Mientras tanto, Finnes emitió un comunicado a través de su abogado, admitiendo que mintió a su esposa sobre sus operaciones, pero dijo que nunca actuó con información privilegiada, lo cual habría sido un delito.
El comercio de Finnes salió a la luz después de que Huitfeldt, la otra ministra, admitiera que su esposo, Ola Flem, había vendido acciones en empresas que podrían haberse visto afectadas por sus decisiones.
Huitfeldt fue reprendida por el departamento jurídico de su gobierno por no controlar las actividades financieras de su pareja. Debería, explicó, haber “preguntado a mi marido qué acciones poseía”.
Pero dado que conocía los conflictos de interés, afirmó que sus decisiones seguían siendo válidas. Según Berit Aalborg, editora política del periódico Vårt Land, el sexismo juega un papel en cómo se trata a los esposos de mujeres poderosas.
“Eso no habría ocurrido si fuera al revés. Estos hombres son objeto de burla porque son hombres con esposas poderosas. Nos gusta pensar que tenemos un alto grado de igualdad de género en Noruega. Pero esto es una especie de sexismo”, afirmó.