Unión Europea

Ursula von der Leyen enfrenta la semana decisiva para la reelección

La confirmación requiere un mínimo de 361 votos, lo que significa que Von der Leyen necesita asegurar una mayoría sustancial frente a un panorama político fragmentado y volátil

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la cumbre de Paz en Suiza Efe

Ursula von der Leyen ya tiene fecha para la votación que decidirá su futuro. Se llevará a cabo el jueves 18 de julio a la 1 p.m., cuando los 720 miembros del Parlamento Europeo se reúnan en una sesión plenaria en Estrasburgo para decidir si le otorgan un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea.

La confirmación requiere un mínimo de 361 votos, lo que significa que Von der Leyen necesita asegurar una mayoría sustancial frente a un panorama político fragmentado y volátil. Y a nivel europeo, la importancia de esta votación es crucial, ya que determinará la dirección de la Comisión Europea en los próximos cinco años. Un resultado negativo obligaría a los líderes europeos a buscar un nuevo candidato.

Manos a la obra

Von der Leyen lleva meses liderando una intensa campaña para consolidar el apoyo necesario, que no tiene garantizado. Desde el 27 de junio, cuando el Consejo Europeo propuso formalmente su segundo mandato, ha tenido que navegar por un campo minado de alianzas políticas y enfrentamientos ideológicos. La situación es aún más delicada debido a la naturaleza secreta de la votación, que permite a los eurodiputados votar según su conciencia en vez de por partidos, aumentando el riesgo de deserciones dentro de su propio grupo y sus aliados. Además, la fragmentación política en Europa ha aumentado la dificultad para formar una coalición estable.

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este martes en Bruselas

En las últimas dos semanas, Von der Leyen ha intensificado sus esfuerzos para asegurar esa mayoría estable. Se ha reunido con líderes de diversos grupos parlamentarios, incluidos los Populares, los Socialdemócratas y los Liberales, que juntos suman 401 escaños, 40 más que el mínimo necesario. Sin embargo, este apoyo teórico no siempre se traduce en votos reales, como ocurrió en 2019, cuando obtuvo solo 383 votos a pesar de una mayoría más amplia. Por eso, en esta última semana de incertidumbre, la lealtad de los eurodiputados sigue siendo un problema.

Uno de los principales retos para Von der Leyen es gestionar las deserciones potenciales dentro de los grupos que la apoyan. En 2019, alrededor del 13,5% de los eurodiputados de los partidos Popular, Socialdemócrata y Liberal no votaron por ella, y existe un riesgo de que este patrón se repita. Por eso, la presidenta ha buscado fortalecer la cohesión dentro de estos grupos, pero la incertidumbre persiste, especialmente con la presión de mantener satisfechos a diversos intereses nacionales y políticos.

Buscar apoyo en todas partes

Un elemento clave de su estrategia ha sido acercarse al grupo de los Verdes, que cuenta con 53 escaños. En las últimas semanas, ha sostenido varias reuniones con ellos para asegurar su apoyo. Pero un acercamiento demasiado estrecho con los Verdes podría alienar a algunos miembros de su propio grupo, particularmente a aquellos de partidos más conservadores como Forza Italia. Así que, aunque la inclusión de los Verdes podría fortalecer su posición en temas medioambientales, también podría generar tensiones con sectores más conservadores.

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen

Además, Von der Leyen enfrenta el desafío de la postura de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), que tienen 78 escaños. Aunque ha evitado cerrar completamente la puerta a algunos de sus miembros, el grupo en su mayoría se ha mostrado escéptico hacia su programa, considerándolo demasiado similar al de los últimos cinco años. Pero la posición del ECR podría ser decisiva, especialmente con figuras como Giorgia Meloni de Italia, cuyo apoyo podría ser crítico y proporcionar un margen adicional de seguridad.

Ante la duda, Von der Leyen ha preferido la prudencia y prometió a la familia liberal de Renew Europe que no establecería una “cooperación estructurada” con el grupo de Meloni. Aunque el Partido Popular Europeo (EPP) ve a Meloni como una figura pragmática, von der Leyen ha preferido asegurar una plataforma centrista con el EPP, el S&D y Renew, los cuales suman una mayoría de 400 escaños. Sin embargo, aún enfrenta escepticismo dentro de estos grupos, especialmente por su manejo de crisis en Hungría y Eslovaquia, y su respuesta al conflicto Israel-Hamas, lo que pone en riesgo alcanzar los 361 votos necesarios. La situación es delicada, y que un acercamiento excesivo a los Verdes podría alienar a los conservadores, mientras que una alianza con el ECR podría ahuyentar a los progresistas, haciendo que cada voto cuente en su reelección.

Calibrar los extremos

Frente a este contexto, el próximo martes 16 de julio, Von der Leyen se reunirá con el ECR. Este encuentro coincidirá con la inauguración de la nueva legislatura y la votación de la presidencia y las vicepresidencias del Parlamento.

La postura de la Izquierda Europea también complica la situación. Con 46 escaños, ya han declarado que votarán en contra de Von der Leyen, lo que representa otro bloque fuerte de oposición. Su capacidad para mitigar estos votos negativos dependerá en gran medida de su habilidad para consolidar otros apoyos y limitar las deserciones dentro de sus propios aliados en esta semana.

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a su llegada a la cumbre de paz en Suiza

Otro desafío viene de la necesidad de obtener luz verde desde Roma. La posición del gobierno italiano, y específicamente de la primera ministra Giorgia Meloni, será crucial. Aunque Meloni se abstuvo en la votación del Consejo Europeo sobre von der Leyen, su influencia en los eurodiputados italianos podría inclinar la balanza en una dirección u otra. La dinámica política en Italia, donde los intereses nacionales y europeos a menudo chocan, añade esa capa adicional de complejidad.

Von der Leyen también debe lidiar con la tensión interna dentro del EPP. La división entre aquellos que apoyan una mayor colaboración con los Verdes y aquellos que prefieren alianzas más conservadoras refleja una fractura profunda: voces desde el partido advierten contra centrarse demasiado en la agenda verde a expensas de otros intereses, como la agricultura.