La primera regla (no escrita) para entender los resultados del domingo es que queda prohibido sobreanalizar cualquier elección al Parlamento Europeo. Se vota diferente, porque la pregunta que responden los ciudadanos es distinta, y, además, porque se han quedado en casa alrededor de 7 millones de personas que votaron un 23 de julio. Pero esta obligada cautela analítica no puede impedirnos ponernos las gafas de entender escrutinios.
Ha vuelto a suceder: la brecha en el comportamiento electoral entre hombres y mujeres es, sin duda, uno de los aprendizajes asintomáticos que han dejado a su paso todas las elecciones celebradas tras la pandemia. Si a esta dimensión le incorporamos el componente generacional accedemos a diferentes universos electorales.
Seis factos sobre el resultado de estas elecciones, como si de seis balonazos al larguero se tratara:
Ellos viajan a los polos, ellas se quedan en el centro
Uno de cada cuatro hombres elige papeletas de partidos excéntricos o situados en los polos: un 9% a babor (Sumar y Podemos) y un 18% a estribor (Vox y SALF). Las mujeres, como suele ser costumbre, no se siente tan atraídas por este tipo de oferta y han optado por el bipartidismo: 37% para el PSOE y 34% para el PP.
Las nietas salvan al PSOE
El PSOE obtiene tres puntos más que el PP entre el conjunto de las mujeres. Su mayor fortaleza han sido las menores de 35 años: el PSOE consigue el 43% de los votos frente al 30% que suma todo el bloque de la derecha. Aunque es la generación de la nueva política, ya votan como sus mayores. Aunque vivieron el cénit de Podemos y Ciudadanos cuando pudieron votar por primera vez, esa oferta electoral ya no les seduce.
Las babyboomers miran a la derecha
Las mujeres nacidas en el tramo final del franquismo, entre 1960 y 1975, hoy dan un amplio respaldo a la derecha: son la excepción femenina. También son las de la alternancia: se incorporaron al circuito electoral en el tardofelipismo, cuando en su primera oportunidad de voto los escándalos políticos copaban los titulares y las noticias económicas no eran positivas. El pasado domingo, las mujeres en el último tramo de su carrera profesional votaron así: PP (42%) frente al PSOE (29%).
La ventaja de la derecha es plenamente masculina
11 puntos de distancia entre la derecha y la izquierda: una diferencia de 1,9 millones de votos. Vuelve a llamar la atención que toda esa ventaja la consigue entre el electorado masculino, ya ambos bloques empatan en votos entre las mujeres. Esta distribución ya la pudimos ver en las pasadas elecciones generales.
La derecha joven vota punk
Resultado electoral entre los hombres menores de 35 años: PSOE (20%), Vox (18%), Alvise (17%) y el PP (15%), Sumar (9%) y Podemos (3%). En la otra orilla, el resultado entre las mujeres jóvenes ha sido: PSOE (43%), el PP (20%) y un 5% para cada una de las otras cuatro formaciones.
Algunos parecen buscar una explicación en la “democracia de algoritmo”, donde la información circula encapsulada ideológicamente por las redes sociales impulsando el tribalismo electoral. Pero no parece que una dieta informativa de los chicos a base de vídeos de Wall Street Wolverine, El Xokas o de Un Tío Blanco Hetero explique en su totalidad el inusual comportamiento diferencial de los hombres más jóvenes.
La indecisión de última hora tiene acento femenino
En estas elecciones, a pesar de que en el censo electoral hay un millón más de mujeres que de hombres, hubo una mayor presencia de voto masculino. La abstención ha sido femenina en mayor medida. Ellas llegaron al final de la campaña más indecisas, 1,4 millones no decidió su voto hasta el último día, y también más desmovilizadas, 1,3 millones tenía claro a quién votar, pero no garantizaba su presencia en el colegio electoral.