Ya no queda nada para que se celebren las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024, programadas para el 5 de noviembre, que enfrentarán a la actual vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, y al expresidente republicano, Donald Trump.
El voto en estados clave como Pensilvania, Georgia y Arizona será decisivo. Y aunque Harris mantenía una ventaja nacional mínima, Trump ha acortado distancias en las encuestas, especialmente en temas económicos y de inmigración — lo cual estremece a la Unión Europea y a muchos otros países, ya que una victoria de Trump tendría consecuencias geopolíticas nocivas.
Las barreras económicas
Si vence a Harris, Trump impondría un nacionalismo económico que deriva en proteccionismo, como ya ha advertido durante la campaña. Para empezar, podría intentar imponer aranceles tanto a aliados como a competidores de EE. UU., lo que aumentaría los precios para los consumidores estadounidenses y probablemente incomodaría a socios comerciales importantes. ¿El principal? La Unión Europea. Según Trey Hood, profesor en el departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Georgia, “la última vez que fue presidente, impuso aranceles incluso contra nuestro amigo y aliado del norte, Canadá. Yo esperaría lo mismo en esta ocasión.”
“Y esto aumentaría los precios para los americanos, y todos los productos serían más caros”, agregó. Algo que corrobora el profesor Robert M. Stein, que también enseña Ciencias Políticas en la Universidad de Rice, en Texas. “La iniciativa provocaría muchísima inflación. Aumentaría mucho los precios de las cosas. Y si esto sucede, no se puede frenar. Una vez empieza, la inflación tiene vida propia”.
Estos aranceles, que podrían alcanzar hasta el 20% en productos importados, encarecerían los productos europeos en el mercado estadounidense y afectarían sobre todo a sectores clave como maquinaria, automóviles y productos químicos, que representaron el 68% de las exportaciones de la UE a EE. UU. el año pasado. Esto podría llevar a una caída de hasta un tercio en las exportaciones de la UE en algunos sectores, afectando especialmente a Alemania, que depende mucho de sus exportaciones a EE. UU. en estas áreas industriales. Además, un arancel generalizado reduciría el PIB de la zona euro entre un 1% y un 1.5% para 2028, según las estimaciones más pesimistas. Esto, sumado a la presión económica actual, podría empujar a la economía europea al borde de una recesión, con posibles pérdidas de empleo en sectores dependientes del comercio transatlántico.
En Gaza y en Ucrania
Luego está el nivel bélico, ya que, de ganar, Trump iniciaría su mandato enfrentándose a dos guerras distintas. En Europa, la invasión de Rusia a Ucrania avanza inexorablemente y las víctimas mortales no dejan de aumentar. Según el profesor Stein, Trump podría “terminar claramente la guerra mañana, con solo decirle a Zelenski: no voy a enviarte más asistencia. Ponte a negociar con Putin”. Frente a esta oscura posibilidad, el experto agregó: “Está bastante claro que [Trump] ha estado en contacto con Putin durante la campaña presidencial. Yo diría que, si negocian, Putin y Zelenski volverían a sus fronteras pre-guerra. Trump es la llave y puede parar la guerra simplemente diciéndole a Zelenski, no hay más dinero, no hay más armamento”.
Una visión pesimista que comparte, en parte, el profesor Hood. “No sé si sería capaz de frenar del todo la ayuda a Ucrania. Pero desde luego no es un político que tenga como prioridad la asistencia al extranjero. Su victoria supondría un gran signo de interrogación para Ucrania”.
¿Y qué hay de Israel? “Trump apoyará a Israel. Tuvo bastantes gestos simbólicos hacia ellos durante su presidencia, como, por ejemplo, mover la embajada americana a Jerusalén”, explica Hood. Por su parte, el profesor Stein estima que “a Netanyahu le gustaría que saliese elegido Trump. Los israelíes probablemente lo prefieren como aliado. Pero su guerra no la va a acabar él”.
Pero la paz a largo plazo en Gaza es muy poco probable. “Lo único que va a acabar con la guerra en Gaza es la solución de dos estados. E Israel no va a aceptar eso, pero siento que Hamas no lo hará tampoco”, afirma Stein.
La relación con Europa
Otro aspecto que va a sufrir es evidentemente el vínculo con la Unión Europea, ya no solo a nivel económico, sino también diplomático. Para empezar, el enfoque político de Trump avivará el debate sobre el gasto militar entre los aliados de la OTAN. Es capaz de presionar a los aliados europeos para que aumenten sus compromisos financieros, una postura que anteriormente generó desconfianza entre los miembros de la OTAN. A su vez, la insistencia en el reparto de cargas podría tensar las relaciones dentro de la alianza y poner a Europa en una posición en la que deba reconsiderar su autonomía militar.
“Opina que muchos países europeos no pagan lo que deben en la OTAN. Así que me imagino que sacaría de nuevo ese tema”, afirma Hood. Y agrega que “aunque no vamos a dejar de comerciar con Europa, el tema de la OTAN tensará las relaciones diplomáticas”.
Y según Stein, “las relaciones entre Trump y la UE serán igual de malas que cuando gobernaba en 2016”. Sin embargo, agrega que “Trump nunca ha sido demasiado consistente. Dice cosas, pero no tiene problema en hacer justo lo contrario. Por ejemplo, los coches eléctricos; cuando vienen de China, los odia. Pero luego su aliado Elon Musk le ofrece dinero, y de repente le gustan”, explica como ejemplo.