En el contexto de la muerte en accidente del presidente Raisi y la carrera abierta para suceder al líder supremo, el castigo procurado por las sanciones occidentales a la economía nacional en los últimos años, las posibilidades de una escalada bélica regional y la apatía generalizada por el último proceso electoral después de meses de protestas en favor del cambio parece claro que el régimen iraní se encuentra con el modo supervivencia activado.
Todo es susceptible, por tanto, en estos momentos de quedar supeditado al fin superior de garantizar la estabilidad y el futuro al sistema político nacido de la revolución de 1979, incluido el proceso electoral concluido el viernes pasado con la victoria en las elecciones presidenciales de Masud Pezeshkian, un reformista de talante conciliador, partidario de tender puentes con Occidente y de la libertad de elegir de las mujeres en cuestiones tan críticas como el uso del velo islámico. Nadie pone la mano en el fuego por el régimen a la hora de asegurar la limpieza del incremento de participación de diez puntos porcentuales en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales respecto a la primera ni de la victoria del candidato reformista cuando seis días atrás hubo más votos en el campo conservador y ultraconservador.
Sea como fuere, con la victoria de Pezeshkian en segunda vuelta, el reformismo regresa a la segunda magistratura del régimen iraní dos décadas después -el último presidente adscrito a esta corriente fue Mohamed Jatami, entre los años 1997 y 2005— para pilotar un momento de desafección, depresión económica y tensión geopolítica en Oriente Medio -un escenario agravado tras los atentados de Hamás en Israel del 7 de octubre y la campaña bélica de Tel Aviv en Gaza a partir del día siguiente. El perdedor el viernes fue Said Jalili, un ultraconservador defensor del statu quo y también del velo islámico.
Contra la imposición violenta del velo
Hasta ahora sabemos, porque así lo ha manifestado en los últimos años, también en campaña, que el médico cirujano de 69 años y veterano de la guerra con Irak que ocupará la presidencia de la República Islámica es partidario de poner fin a la labor persecutoria de la conocida como Policía de la Moral en la obligatoriedad del velo. “Respetaremos la ley del hiyab, pero nunca debe haber un comportamiento intrusivo ni inhumanos hacia las mujeres”, dijo Pezashkian después de votar en la primera vuelta. También se ha mostrado partidario de reducir la censura de Internet que existe en Irán.
Antes, en septiembre de 2022, el político reformista se manifestó públicamente en televisión y en Twitter (ahora X) contra el citado cuerpo por la muerte de Mahsa Amini bajo custodia policial y tras una detención que había sido motivada por no llevar correctamente colocado el velo, y exigió explicaciones a las autoridades iraníes. El fallecimiento de la joven desencadenó las mayores protestas contra el sistema de las últimas décadas, un movimiento liderado fundamentalmente por las mujeres que traspasó fronteras y fue duramente reprimido.
Pero ¿tendrá el bienintencionado Pezeshkian margen para llevar a cabo reformas en pro de las libertades y los derechos individuales de los iraníes? ¿Será capaz de enfrentarse abiertamente con el líder supremo al respecto? ¿Logrará el nuevo mandatario mejorar la situación de las mujeres en un país que reclama cada vez más libertad e igualdad?
Lo primero que hay que tener en cuenta para poder comprender el escenario y anticipar las posibles respuestas a los grandes interrogantes es la arquitectura jerárquica del régimen de los mulás. En Irán el presidente es sólo un poder ejecutivo a medias, porque en la cúspide del sistema se sitúa el líder supremo, hoy el ayatolá Alí Jamenei, que cumplió 85 años la pasada primavera. Suya es la última palabra en los grandes temas de Estado.
Además, Pezeshkian tendrá que lidiar con un Parlamento, el elegido la pasada primavera, dominado por los conservadores y ultraconservadores. “Irán tiene un sistema autoritario pero no una dictadura, porque hay distintos poderes, el líder supremo, el presidente, el Parlamento, el Consejo de los Guardianes, el Alto Consejo para la Seguridad Nacional, independientes; todos tienen un trozo de la tarta del poder”, explica a Artículo14 el profesor de la Facultad de Literatura Persa y Lenguas Extranjeras de la Universidad Allameh Tabataba’i de Teherán Raffaele Mauriello.
Por ello, los defensores de los derechos de las mujeres son hoy escépticos. En este sentido, la presidenta de la Asociación Pro Derechos Humanos de Irán en España, Fariba Ehsan, recuerda que “el presidente electo ha dicho desde siempre que cumplirá las órdenes y los deseos del líder supremo. En la República Islámica todo el poder está en manos del ayatolá Jamenei, la casta clerical y los Guardianes de la Revolución”.
“Ello quiere decir que no debemos esperar cambios a favor de las masas que llevan desde hace muchos años sufriendo las consecuencias de las órdenes del líder supremo”, asegura a Artículo14.
Aunque Pezeshkian es un hombre del régimen y no comprometerá los fundamentos del sistema, los especialistas insisten en que tratará de dejar su huella en la forma de gobernar y de influir en el esto de poderes del Estado en la estela de lo que hicieron otros predecesores reformistas. El veterano hijo de un azerí y de una kurda ha admitido que tiene por delante un “camino difícil” y ha pedido el apoyo de los iraníes.
“La cuestión del velo y en general mejorar la situación de la mujer será muy importante durante el mandato de Pezeshkian. Es probable que nombre mujeres ministras, aunque se enfrente al Parlamento”, augura Mauriello. “En gran medida, tendrá capacidad para reglamentar la cuestión del velo, que no está regulado por una ley, porque nunca hubo consenso, sino por directivas, aunque ello pueda sorprender”, explica a ARTÍCULO14 el profesor italiano, que lleva más de dos décadas enseñando en Irán. “Podemos dar por seguro que habrá tensiones”, concluye.
Cambios en el horizonte
Recuerda Fariba Ehsan que los problemas del país son “la pobreza, la discriminación de género y religiosa, la falta de libertades políticas y sociales, la corrupción estructural del Estado, las políticas practicadas fuera de las fronteras nacionales y la represión cruel de todas las voces críticas”.
Sobre el futuro, a juicio de la activista iraní afincada en España, “después del movimiento Mujer, Vida, Libertad, el régimen está muy tocado y sabe que no tiene la legitimidad y la fuerza necesaria para seguir como siempre. Empleó todos sus medios para llenar las urnas, pero no lo consiguió: en primera vuelta más del 60% de los votantes boicotearon las elecciones y en segunda vuelta no votó ni el 50% del censo, según reconocieron las propias autoridades del régimen”.
Por su parte, el analista político Daniel Bashandeh evoca que “la mujer iraní reivindica sus derechos a diario desafiando los códigos de conducta de la República Islámica”. “Muchas de ellas desafían a la autoridad sin llevar el velo pese a las consecuencias penales que puedan tener. La generación posrevolucionaria no acepta las imposiciones que atacan la libertad individual. Así que, si la República Islámica no afronta este cambio generacional y social, continuará la desobediencia civil y el rechazo al sistema político”, augura el joven hispano-iraní.