El puente de Labor Day marca el inicio oficial de una campaña que se vio transformada hace un mes por la inesperada entrada de Kamala Harris en la carrera a la presidencia de los Estados Unidos. Su objetivo es evitar que Donald Trump, visto por los demócratas como un peligro para su propio país, vuelva a la Casa Blanca. La renuncia de Joe Biden generó en este sentido una ola de esperanza. Pero una cosa es que pueda y otra que lo logre. La realidad es que el republicano sigue teniendo casi las mismas opciones que ella para ganar. La clave está en la capacidad que tengan en estos dos meses ambos de atraer a los electores indecisos, especialmente los hombres más jóvenes y las mujeres independientes y moderadas.
Hace prácticamente una década que EE. UU. no vive unas elecciones normales y este ciclo electoral no va a ser muy diferente. Es incluso más intenso, porque expone más que antes las diferencias de opinión que hay en una misma generación entre electores hombres y mujeres. Es algo que ya se vivió cuando Donald Trump se enfrentó a Hillary Clinton. La novedad ahora es que ese choque de género se observa más entre los votantes de la Generación Z que en los mayores.
Los electores con menos de 30 años de edad fueron vitales para los demócratas durante las últimas tres décadas, desde que Ronald Reagan salió de la Casa Blanca. En ellos se apoyó Barack Obama en 2008 para hacer historia como el primer presidente negro. Pero las tensiones culturales y políticas están empujando a hombres y mujeres hacia campos opuestos, lo que está resquebrajando ese hervidero de votos.
Las mujeres jóvenes son claramente más liberales, mientras que los jóvenes adultos se ven cultural, social y económicamente desplazados por los cambios que impulsaron el movimiento MeToo, la posterior decisión de Tribunal Supremo contra el aborto y ahora la nominación de Kamala Harris. Para ellos, el republicano representa la figura tradicional del hombre que no se pliega.
Esa brecha de género ya era notable con Biden, de unos 39 puntos frente a Trump. Con Harris lo que sucede es que se amplía a 51 puntos. El mensaje del republicano cala especialmente entre los jóvenes adultos sin estudios universitarios y de color. En las pasadas elecciones, los que dieron su voto a Biden eran blancos y con títulos superiores, lo que muestra la capacidad de Trump para llegar a los que se sienten abandonados, sin valor y despreciados por el sistema.
Está por ver, sin embargo, si este choque de género entre los jóvenes que rota sobre el concepto de la masculinidad se materializa en un trasvase masivo de votos de izquierda a derecha. La mayoría entre la Generación Z apoya el derecho al aborto o el matrimonio gay. Sus preocupaciones son más derivadas del progreso social de la mujer que sobre la destrucción de la familia patriarcal que ofrece el ticket Trump Vance. Pero en unas elecciones tan reñidas, un mínimo cambio de tendencia implica ganar o perder.
Kamala Harris evitó hasta ahora que su género sea un pilar central de la campaña. Es más bien su acompañante, Tim Walz, el que ofrece una versión diferente de la masculinidad mientras que el dúo que forman Donald Trump y JD Vance representan una alternativa agresiva, muscular, de hombres fuertes que conducen rancheras y casados con mujeres que se dedican a cuidar a los hijos en casa.
La clave del éxito en la política está en ver las dos caras del electorado. La cuestión ahora es que cómo la nominada demócrata vuelve a hacerse con el apoyo de estos jóvenes o si les desplaza más hacia la derecha. Y en el caso de las elecciones del 5 de noviembre, además, la victoria se juega en el voto de los independientes en siete estados decisivos. Trump, según diferentes sondeos, aventaja con el 46% frente al 32% que dice que respaldará a Harris.
Profundizando más en esta categoría tan decisiva se observa que la vicepresidenta tiene una dificultad clara para ganar tracción entre las mujeres, con el 29% expresando su respaldo a la demócrata. Es un paso atrás significativo, de una veintena de puntos, frente a Biden. Algo similar se observa entre las mujeres moderadas en los suburbios. Pero lo que también reflejan las encuestas tras el abandono del presidente es que hay un número importante de independientes que no tiene decidido qué van a hacer.
Son uno entre cinco, el doble que cuando la batalla iba a librarse entre Biden y Trump. Esto explica por qué Kamala concentró el mensaje de su campaña en presentarse, dar a conocer los valores sobre los que sustentó su carrera política y cómo se implica al proteger los derechos de las mujeres en cuestiones como la salud reproductiva. “Confiamos en que las mujeres tomen sus propias decisiones sobre su cuerpo y que no sea el gobierno el que las haga por ellas”, dijo ya en el primer evento como candidata.
La protección de los derechos reproductivos es una cuestión más importante para las mujeres que para los hombres. Pero los estrategas de Trump son conscientes de que ahí pueden tener una vulnerabilidad, por eso recientemente adaptaron el lenguaje al referirse a cuestiones como las técnicas de fertilización asistida y matizan su posición sobre el aborto tratando de distanciarse de los republicanos más radicales, aunque de una manera que no cree rechazo entre las mujeres más conservadoras.
“Mi Administración será genial para las mujeres y sus derechos reproductivos”, proclamaba recientemente Trump en su red social. El problema para el republicano es que hizo campaña desde 2016 para eliminar la Roe v. Wade, propuso como presidente a los jueces provida que acabarían tumbando la sentencia del Tribunal Supremo y en numerosas ocasiones se atribuyó el mérito de esta decisión. “No”, insiste en una entrevista en el CBS, “no me arrepiento”.
La lección de las presidenciales de 2020 y las legislativas de 2022 es que las mujeres se movilizan cuando están enfadadas y Trump sabe que la cuestión del aborto es perdedora políticamente para él. No solo las iniciativas propuesta en los primeros siete estados reconociendo en sus constituciones el derecho al aborto salieron todas adelante, además se convirtieron en una fuerza mayor para que se registraran más electores. En estas elecciones habrá diez estados más.
Las divisiones de género van a influir así en los mensajes de los candidatos en la recta final de la campaña. Y también serán relevantes las promesas que se hagan para llegar por igual a hombres y mujeres, sin que se sientan discriminados. Harris, de momento, evita ser concreta sobre su plan económico, migración y seguridad, donde Trump lidera con claridad. Sus respuestas en su primera entrevista como nominada fueron vagas, sin valor y eso le crea una vulnerabilidad. El primer debate será crucial para entender si puede aplacar a Trump.