REPORTAJE

Las 68.000 ucranianas adiestradas por la Guardia de Mujeres

Aprenden medicina de combate, autodefensa, a pilotar un dron y a desactivar una mina, pero también les enseñan conceptos de seguridad económica y cómo empezar de cero si la guerra les ha arrebatado todo

Olena Biletska
Olena Biletska, fundadora y líder de la Guardia de las Mujeres Ucraniana María Senovilla

“¡Torniquete!”, grita la instructora de repente, en mitad de la explicación de cómo realizar una evacuación médica bajo fuego enemigo. Todas las mujeres –que escuchaban atentamente las indicaciones– sueltan el cuaderno de notas y despliegan su torniquete a gran velocidad. Ni siquiera alcanzo a ver de dónde salen los torniquetes, pero en cuestión de segundos los tienen perfectamente colocados en una pierna o en un brazo.

La instructora, María, comprueba uno por uno que estén bien ajustados y situados en el lugar correcto, y vuelve al centro de la clase para proseguir con sus enseñanzas sobre evacuaciones. Las más de cincuenta mujeres –de todas las edades– que asisten a este curso intensivo de medicina de combate, que imparte la Guardia de Mujeres Ucraniana cada fin de semana, vuelven a plegar sus torniquetes como si nada y siguen con la clase.

Normalización del terror

La realidad que vive hoy Ucrania, en mitad de la guerra, es una especie de película de terror donde se han normalizado las clases para aprender a colocarte un torniquete si te seccionas una arteria en un bombardeo, o pisas una mina dando un paseo por el bosque. Y en esta película, el actor secundario suele tener rostro de mujer.

La formación para tiempos de guerra, tanto médica como táctica, se imparte en las academias militares y en las diferentes brigadas a las que son destinados los reclutas que se alistan en el Ejército. Pero no es frecuente pensar en cómo formar a la gente que se queda en sus casas –a merced de los bombardeos indiscriminados de Rusia o de una posible ocupación de sus ciudades–.

Diez años en guerra

Olena Biletska, una reputada abogada de Kiev, lo vio con claridad tras los convulsos acontecimientos que sacudieron Ucrania en 2014 –primero con las revueltas de Maidan, y luego con la anexión rusa de Crimea y parte del Donbás que desencadenó una guerra allí–. Ella compaginaba su trabajo con su gran familia, pero decidió implicarse fundando una milicia femenina para que las mujeres –que se alistan en mucha menor proporción en el Ejército– también supieran defenderse.

Mujeres ucranianas

Mujeres ucranianas practican cómo hacerse un torniquete (María Senovilla)

El objetivo era entrenar a ucranianas sin experiencia militar ante lo que pudiera pasar. “Yo misma quería saber cómo defenderme si la escalada rusa iba a más”, recuerda Biletska. En ese momento no imaginó que se produciría una invasión a gran escala, ni que vería columnas de tanques rusos cruzando la frontera en dirección a Kiev. Pero su instinto le dijo que debía prepararse, y le sucedió igual a otras mujeres de su entorno, que se unieron rápidamente a la iniciativa.

Ellas son las más vulnerables en todos los conflictos, las que sienten más inseguridad y las que menos experiencia tienen con las armas. “En 2014 mi marido, Alexander, trabajaba como instructor para el Ejército y le pregunté si él y alguno de sus compañeros estaban dispuestos a ayudarnos”, continúa. Se reunieron unas veinte mujeres para empezar a entrenar, y decidieron que lo harían durante los fines de semana para poder compaginarlo con el trabajo o con los niños.

“200 mujeres cada fin de semana”

“Lo publicamos en Facebook, y en un solo día más de 600 mujeres se interesaron por este entrenamiento“, recuerda aún sorprendida. Se llamaron “Guardia de Mujeres Ucraniana” y durante los siguientes años el proyecto no dejó de crecer. “Cada fin de semana acudían entre 150 y 200 mujeres, que seguían su formación básica durante unos tres meses”, explica Olena.

Hoy esa formación se ha adaptado a las necesidades de la guerra a gran escala. En las grandes ciudades, como Kiev, imparten cursos intensivos de medicina de combate y de autodefensa. “Antes también íbamos al bosque, una vez al mes, a aprender a luchar con cuchillo; pero ahora están minados y es demasiado peligroso”, explica. En cambio, han introducido cursos para pilotar drones y aprender desminado humanitario.

“Son dos nuevas capacitaciones con las que estamos empezando, y las mujeres que se están apuntando a estas disciplinas tienen intención de alistarse en el Ejército después”, aclara Biletska. Aunque lo realmente revolucionario de la Guardia de Mujeres es que no se quedan en el plano físico o militar: las mujeres que acuden a Olena también reciben formación en seguridad económica y apoyo psicológico –cada vez más necesario en Ucrania–.

Supervivencia económica

“Les enseñamos cómo sobrevivir sin marido, en mitad de la guerra, en caso de que se queden solas”, explica la fundadora de la Guardia de Mujeres. Tanto en las grandes ciudades, como en las zonas rurales, hay cada vez más casos. “En estos momentos tenemos identificadas unas cien aldeas en las que no quedan hombres jóvenes, y las mujeres han empezado a arar ellas las tierras; estamos viendo cómo adaptar nuestros conocimientos para ayudarlas”.

El autoempleo siempre es un reto, pero en tiempos de guerra puede ser una odisea. En un estado tensionado por el conflicto –que absorbe todo el presupuesto nacional– las ayudas sociales no son suficientes. Por eso la importancia de tener un grupo de apoyo, como el que ha creado esta abogada, puede marcar la diferencia entre vivir dignamente o mendigar. “Nos ayudamos entre nosotras”, afirma Biletska.

La Guardia de las Mujeres Ucraniana

Una clase práctica de la Guardia de las Mujeres (María Senovilla)

“Cuando llegas a un sitio devastado encuentras a gente desesperada, que tiene que empezar de cero, y ofrecerles información y formación es clave para que puedan volver a levantarse”, añade. “Les damos apoyo legal, psicológico y a veces simplemente consejos, pero en ese momento tan crítico es muy importante”, asegura.

Zonas catastróficas

“De forma paralela hemos implementado nuevos proyectos en zonas que han sido declaradas catastróficas por la guerra, como Borodianka, donde hemos construido un espacio con capacidad para acoger a 100 personas”, explica mientras me muestra en su tablet las fotos del centro social que han levantado, de entre las ruinas de un edificio bombardeado.

“Aquí pueden vivir mujeres que se han quedado sin casa y, además, funciona como un espacio de co-working para que lo puedan utilizar como centro de negocios”, continúa. “También se imparten terapias que las ayuden a sobreponerse psicológicamente, a ellas y a los niños, que hacen terapias con animales”.

El frente de la información

Cuando empezó la invasión a gran escala, la Guardia de Mujeres Ucraniana también empezó su guerra particular contra la desinformación rusa. “Mucha gente de fuera del país me preguntaba qué estaba sucediendo, y decidimos hacer un newsletter diario para explicarlo”, relata Olena.

“Tenemos una enorme red de colaboradoras por todo el país, y podemos dar información de cada sitio pegada a la actualidad, como si fuéramos una enorme red de corresponsales”, asevera. “Nuestro objetivo es combatir la desinformación y la propaganda rusa”.

Una propaganda que ha alcanzado unas cotas nunca vistas en los últimos meses, en los que varios países europeos como Alemania, Francia, Italia o República Checa han denunciado campañas de desinformación rusas, tremendamente dañinas contra los gobiernos y estabilidad interna social, y que parece que van a ir a más. “Una red de 800 traductores voluntarios se encarga de traducirlo a 12 idiomas cada día, para poder llegar fuera de las fronteras de Ucrania, que es donde hace más falta contrarrestar esta desinformación rusa”, apostilla.

“Sumamos 600.000 suscriptores directos por todo el mundo, pero el alcance real es del triple”, dice Olena. “Y nos hemos dado cuenta de que el contenido está llegando, porque nuestro sitio web está siendo continuamente atacado por hackers rusos“, añade.

“Quería alistarme cuando empezó la invasión pero, sorpresa, estaba embarazada”

El curso intensivo de medicina de combate continúa mientras Olena me muestra los diferentes proyectos en los que está trabajando ahora la Guardia de Mujeres. La primera vez que hablé con esta abogada, hace casi un año, su hija pequeña tenía sólo unos meses. “Yo quería alistarme cuando empezó la invasión pero, sorpresa, estaba embarazada de mi cuarto hijo”, me dijo entonces. Hoy saca el móvil –con una inmensa sonrisa en la cara– para mostrarme una foto actual de la pequeña.

Muertes en el frente

Pero la sonrisa se desvanece pronto, cuando me cuenta que el novio de la hija mayor murió en el frente. “Ella necesita mucho apoyo y ayuda ahora, pero sigue con sus estudios en la academia militar”, me cuenta. “De tal madre tal hija”, le digo. “Así es”, asiente. Su hija es una de las jóvenes que está realizando el curso de piloto de dron y su intención es servir en el Ejército de Ucrania.

Entrenamiento mujeres Ucrania

Las Mujeres de la Guardia ucraniana en pleno entrenamiento (María Senovilla)

Muchas de las ucranianas que entrenaron con la Guardia de Mujeres, antes de la invasión, se unieron a la Defensa Territorial o al Ejército cuando empezó la guerra a gran escala. La mayoría siguen vinculadas con la asociación de Olena. “Nos mantenemos en contacto con las mujeres que van a combatir, y también estamos ahí cuando vuelven a la vida civil, porque a veces tienen problemas con sus familias, que no comprenden o no comparten su decisión de combatir; en esos momentos también estamos ahí, con ellas”, sentencia.

Son más de 68.000 las mujeres ucranianas que han completado alguna de las formaciones que organiza Biletska –18.000 sólo desde que empezó la invasión rusa a gran escala–. Empezaron como una milicia femenina, pero han ido mucho más allá del frente de combate: se han convertido en un auténtico ejército de expertas en supervivencia urbana, que se ayudan unas a otras para que la guerra no pueda con ellas.

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