La experta

Túnez, el ocaso de la esperanza democrática e igualitaria del mundo árabe

Cuando se cumplen tres años del autogolpe de Saied, el país norteafricano liquida la democracia nacida en 2011 y es incapaz de mejorar la situación económica

Túnez
Familiares de detenidos políticos protestan este jueves en las calles de Túnez Efe

Cuando se cumplen tres años del autogolpe de Kais Saied -el 25 de julio de 2021 el mandatario se arrogó todos los poderes del Estado—, Túnez aguarda la celebración de elecciones presidenciales en octubre convertido en un régimen autoritario más del norte de África. La que fuera esperanza democrática del mundo árabe tras el triunfo de la revolución de 2011 -la revuelta echó abajo la dictadura de Zine el Abidine Ben Ali sin derramamiento de sangre y en tiempo récord— y la instauración de una arquitectura democrática durante la siguiente década es un país sin instituciones representativas y empobrecido.

Con la excusa de regenerar el sistema político y salvar la democracia, el presidente Saied, que alcanzó el poder tras imponerse en segunda vuelta en las elecciones de 2019, ha demostrado en los tres años transcurridos que su mayor aspiración ha sido la de concentrar todo el poder en sus manos en desprecio absoluto de las instituciones democráticas nacidas de aquel impulso que pasó a la historia como la Primavera Árabe: los poderes legislativo y judicial, los partidos o la prensa.

Said, promete seguir al frente del país. El polémico presidente anunció su candidatura a las presidenciales del próximo 6 de octubre para optar a un segundo mandato de cinco años y “continuar la batalla de liberación nacional en la que se ha embarcado”.

Detenciones de opositores

El nuevo régimen ha sido implacable con los partidos políticos opositores, los islamistas de Ennahda a la cabeza -la formación liderada por Rachid Ghannouchi fue la más votada tanto en las elecciones legislativas de 2019 como en las de 2014—, con los jueces y los periodistas, a los que el presidente considera enemigos y hasta filoterroristas. La semana pasada, un tribunal tunecino condenaba al citado Ghannouchi, de 83 años, a un año más de cárcel. El veterano político lleva desde abril de 2023 en prisión -se enfrenta a una pena de cuatro años— por supuesta financiación ilegal de Ennahda y apología del terrorismo. En agosto de 2022, Saied ratificó una nueva Constitución, votada en referendo popular pese a una abstención del 70 % del censo, y que instaura un régimen político ultrapresidencialista (y liquida la Carta Magna democrática de 2014).

“En el último año y medio el proceso de investigación, citación judicial y detención de críticos contra el nuevo régimen se ha sucedido de manera ininterrumpida, si bien en ciertos momentos las acciones alcanzan más repercusión noticiosa local e internacional debido al número de afectados, o a la relevancia político- social de los afectados, o a la capacidad de movilización y denuncia del colectivo que los afectados representan. Lo que ocurre ahora ya ha ocurrido antes”, explica a ARTÍCULO 14 la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada y especialista en Túnez Guadalupe Martínez.

Puño de hierro

La investigadora cree poco probable que las recientes reacciones internacionales -desde la UE hasta Estados Unidos— contra la deriva autoritaria de Saied vayan a hacer cambiar el comportamiento del jefe del Estado magrebí: “Ni la reacción local ni la reacción internacional ha tenido en momentos previos ningún efecto en el posicionamiento del presidente. No es probable que tenga ningún impacto en este momento y menos tan cerca de las elecciones presidenciales”.

Túnez

Protesta de mujeres agrícolas organizada por el Movimiento Mujeres Revolucionarias para denunciar la violencia económica hacia las mujeres trabajadoras en Túnez

“El discurso del presidente ha sido el mismo a lo largo del proceso y lo seguirá siendo hasta las elecciones: actuación de acuerdo a la ley tunecina, lucha contra el complotismo y los bulos, seguimiento de la voluntad popular y defensa de la soberanía nacional frente al intento de
injerencias extranjeras en asuntos de política interna. Este discurso y esta forma de proceder ha sido antes apoyados y lo seguirán siendo por el sector ciudadano populista que legitima y aplaude la batalla presidencial contra una minoría considerada elite”, abunda Martínez a este medio.

Una minoría se atreve a protestar

Pero otro sector de la sociedad no ha dejado de manifestar su descontento ante la actuación del presidente tunecino, y las manifestaciones -lejos de ser masivas— han sido recurrentes en los últimos años en las calles de la capital y otras localidades. “Otra buena parte de la población no se siente concernida por este tipo de asuntos políticos y guarda silencio al respecto. Quienes se están movilizando ahora, como ya lo hicieran antes, representa a una minoría sin capacidad de influenciar y movilizar a la mayoría”, recuerda la investigadora de la Universidad de Granada.

Deportaciones de emigrantes

Sin duda, una de las acciones más polémicas que las autoridades tunecinas vienen practicando desde 2023 es la persecución de emigrantes llegados desde otros puntos de África al territorio del país magrebí con la intención de tratar de alcanzar la orilla norte del Mediterráneo arriesgando sus vidas en una embarcación.

En una ya célebre alocución pública pronunciada en febrero del año pasado el presidente tunecino aseguró que la llegada de “hordas de inmigrantes” a Túnez acarreaba la llegada de “violencia, crímenes y actos inaceptables” y respondía a una suerte de complot internacional con el objetivo último de diluir la identidad árabe e islámica del país (una suerte de reacomodo de la teoría del gran reemplazo). El creciente ambiente contario a estas comunidades de ciudadanos extranjeros acabó provocando choques entre la población local y los emigrantes, sobre todo en la ciudad portuaria de Sfax.

Ofensiva contra periodistas y jueces

Al igual que el rechazo a la ofensiva contra periodistas, jueces y opositores no ha despertado una reacción profunda en el seno de la sociedad tunecina, las persecuciones de inmigrantes tampoco han contado con el rechazo de la opinión pública. “Una parte de la población tunecina aplaude esta gestión de la inmigración irregular en tránsito, por entenderla acorde tanto con la voluntad del pueblo como con la defensa de la soberanía del país. En una etapa de crecimiento de la inflación y del desempleo, así como de estancamiento de la economía, la inmigración irregular de tránsito hacia la UE se ha convertido en una víctima propiciatoria o chivo expiatorio fácil”, explica Martínez.

Al mismo tiempo, recuerda la profesora de Ciencia Política “esta política y discurso son denunciados solo por una minoría local activa en el terreno de las asociaciones humanitarias tunecinas en el Parlamento Europeo, contrarios al memorándum acordado el verano pasado entre la UE y Túnez para cooperar en el terreno de la inmigración irregular. No cabe esperar que ni la crítica local ni la crítica internacional a esta política reconduzca la visión presidencial a cuatro meses de las elecciones”, zanja la investigadora de la UGR.

Las prácticas contra las comunidades de inmigrantes subsaharianos que llegan hasta territorio tunecino en su afán por alcanzar desde ellas la costa norte del Mediterráneo no han impedido que la Unión Europea, consciente de la importancia estratégica de Túnez a la hora de controlar la salida de migrantes desde el norte de África hacia las costas griegas o italianas, haya profundizado en su asociación con el presidente tunecino. En junio de 2023 la UE ofreció a Túnez un paquete de ayudas por valor de 900 millones de euros.

Desigualdad

En lo que los últimos y tumultuosos años de la vida política no ha logrado mejorar el país magrebí, que pasaba por ser uno de los más igualitarios del mundo árabe. En el último Global Gender Gap Index del Banco Mundial, el país norteafricano se sitúa en un discreto puesto 115º sobre 146 Estados, aunque lo cierto es que mejora 13 puestos respecto al año pasado. El país gobernado por Saied se queda muy lejos de Emiratos Árabes Unidos, clasificado en el puesto 74 como primer país árabe. En 2023, Túnez se descolgaba hasta el puesto 128º tras caer ocho posiciones respecto al año precedente.

En medio del desmantelamiento del andamiaje democrático y del retroceso de la situación de la mujer el presidente Saied protagonizó un golpe de efecto a finales de septiembre de 2021 al nombrar a Najla Bouden Romdhane como primera ministra. Sin embargo, la profesora universitaria no llegó a estar dos años en el cargo al ser destituida en agosto de 2023. Había sido la primera jefa de Gobierno de un país árabe en la historia.

Amnistía

En su polémico aniversario, el presidente de Túnez emitió este jueves una amnistía para casi 3.000 condenados por publicaciones en redes sociales, un tipo de condena que se ha usado en los últimos meses contra opositores que realizaban alguna crítica o comentario considerado como insulto contra las autoridades.

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