Donald Trump está teniendo problemas evidentes para adaptarse a una campaña con Kamala Harris como rival y poder dar con la manera de enfrentarse a ella sin exponer su vulnerabilidad. Los nervios llegan al extremo de que está haciendo discursos erráticos en los mítines, en los que se queja de que ya no le gusta tanto a las mujeres, especialmente las que viven en los suburbios, que serán determinantes en las presidenciales.
Los nervios de Trump llegan al extremo de que el único debate que está programado para la recta final de la campaña podría no celebrarse el 10 de septiembre, como se había pactado. La carga la concentra contra la cadena ABC, anfitriona del evento que se había cerrado a comienzos de mes con el de Harris, siguiendo el mismo formato que acabó con la carrera de Biden.
El republicano, cuya popularidad cae en las encuestas, insiste que debería tener lugar en Fox News para no verse penalizado. “¿Por qué tendría que debatir contra Kamala Harris en esa cadena?”, se preguntó en la noche del domingo tras comentar que estuvo viendo la tertulia política “del panel de odiariodes de Trump” que emite la cadena controlada por el conglomerado Disney.
El equipo de Harris, sin embargo, quiere cambiar algunas cosas, como qué pasa con los micrófonos. En el anterior, el dispositivo del candidato queda en silencio en el turno del oponente para evitar así interrupciones constantes en las intervenciones. Fue una fórmula que funcionó muy bien para Trump, porque evitó que se desbocara y pareció presidenciable. Los estrategas de la demócrata quieren que estén abiertos todo el tiempo para que pueda replicar.
Los asesores de Trump también se niegan a que los candidatos estén sentados, como piden los de Harris, y que tengan notas. El nominado republicano ya planteó tras el abandono de Biden que el siguiente debate se celebrara en la cadena todo noticias de Rupert Murdoch, el 4 de septiembre, así como en la NBC. El tira y afloja duró varios días. En paralelo se pactó el de JD Vance y Tim Walz para el 1 de octubre.
Para la gente de Trump, los que no quieren debatir son los de Harris cambiando ahora el formato del debate. Hay gran expectación, de hecho, por ver como la nominada demócrata se desenvuelve sin teleprompter y ante un perfil tan impredecible. Ya en los debates durante las primarias de 2020 mostró dificultad. Pero al mismo tiempo puede usar su experiencia como fiscal en los interrogatorios.
Uno de los temas centrales será la seguridad y la lucha contra el crimen. En una parada reciente en Howell (Michigan) trató de presentar a Harris como una política permisiva con la delincuencia y la violencia en las calles. Le acusó de “por su cruzada contra la policía” y la definió como “la primera fiscal Marxista en EE UU” y “la madrina de la ciudad santuario”.
De ahí dio un giro al discurso para repetir una de las promesas que hace en los discursos desde que se presentó a las presidenciales de 2016 frente a Hillary Clinton. Si regresa a la Casa Blanca, dijo, acabará con la “destrucción de los suburbios”. Y comentó que es falso que haya perdido atractivo entre las mujeres que viven en el extrarradio de las ciudades, un hervidero de votos para los conservadores.
Es más, considera que deberían de estarle agradecidas por la políticas que adoptó contra la migración ilegal cuando y que evitó que los indocumentados amenacen sus comunidades. “Creo de hecho que les gusto mucho y espero que les guste mi personalidad”, añadió, calificando las encuestas de falsas, “pero antes que ser un presidente simpático, las mujeres quieren una policía fuerte, quieren estar en sus casas y quieren estar seguras”.
Trump trata de movilizar el voto de las mujeres creando miedo. Recientemente colgó en su red social un vídeo en el que mostraba una fila de personas de color andando por un camino de tierra en el que se podía leer, “si eres mujer puede votar a Trump o esperar a que uno de estos monstruos vaya a por ti o a por tu hija”.
Pero mientras Trump persiste con una retórica misógina, la táctica de Harris es ganarse a las mujeres que se preocupan por la salud reproductiva. La encuesta más reciente de Siena para el New York Times muestran que las mujeres se desplazan hacia la izquierda y en algunos estados decisivos como Arizona, Nevada o Georgia su ventaja es de 14 puntos, cuando entre Biden y Trump estaban igualados.