Donald Trump salió ileso este domingo tras sufrir lo que el FBI describió como un “intento de asesinato” mientras jugaba golf en un club de su propiedad en West Palm Beach, Florida. Es el segundo atentado contra su vida después del perpetrado en un mitin en Pensilvania el pasado julio.
Trump se encontraba practicando en el Trump International Golf Club en West Palm Beach, muy cerca de su residencia de Mar-a-Lago, cuando, según el FBI, se produjo un tiroteo en sus inmediaciones.
El sheriff Ric Bradshaw, del Condado de Palm Beach, relató a los medios que agentes del Servicio Secreto, el encargado de la protección de presidentes y expresidentes, abrieron fuego contra un sospechoso que se había oculto tras unos arbustos junto al circuito. El sospechoso huyó y en el lugar los agentes hallaron un fusil “tipo AK-47” y una cámara GoPro con la que pensaba tomar imágenes de su acción.
El sheriff del Condado de Martin, William D. Snyder, declaró más tarde que sus agentes habían detenido a un sospechoso en relación con el atentado contra Trump. Agentes federales se disponían a examinar el coche que conducía cuando fue interceptado. Se desconocen más detalles sobre su identidad y posibles motivos.
El líder republicano fue trasladado sano y salvo a su residencia de Mar-A-Lago, desde donde comunicó a sus seguidores que había salido ileso. En un correo a los donantes de su campaña. “Ha habido disparos cerca de mí, pero antes de que los rumores se salgan de control, quiero que oigáis esto primero: “ESTOY SANO Y SALVO”. Las mayúsculas son del mensaje de Trump. Después, en la misma línea, de lo que expresó tras el atentado de Pensilvania, dijo: “Nunca ME RENDIRÉ”.
Su rival en la carrera hacia la Casa Blanca, Kamala Harris, también se apresuró a expresarse en las redes. “He sido informada sobre los reportes de disparos cerca del expresidente Trump y su propiedad en Florida y me alegro de que esté bien. La violencia no cabe en América”.
El público estadounidense estaba aún a la espera de conocer los resultados de la investigación sobre el magnicidio frustrado de Pensilvania, del que aún se desconocen los motivos de su autor y cómo lo preparó, cuando se ha producido este nuevo intento contra Trump. De momento se sabe que fue uno de los agentes de Servicio Secreto el que distinguió un cañón y una mira telescópica asomando entre los arbustos. La escolta de Trump abrió entonces fuego. Aún no ha podido precisarse si el sospechoso llegó a disparar.
La colaboración ciudadana fue clave para su arresto. Un testigo vio al hombre marcharse del lugar en un Nissan negro y tomó una fotografía que ayudó a que fuera interceptado cuando circulaba hacia el norte por la I-95, una de las autopistas más transitadas de Florida, cuando acababa de entrar en la jurisdicción del Condado de Martin. El sheriff Snyder dijo que el hombre detenido “no mostró un gran despliegue de emociones” cuando fue arrestado y no llevaba armas consigo.
De acuerdo con el New York Times, Trump se encontraba jugando al golf con su viejo amigo Steve Witkoff y un reducido número de colaboradores, aparentemente intentando relajarse y tomarse un respiro dominical en medio de la frenética campaña electoral estadounidense.
No está claro cómo podrá afectar este segundo intento de matarlo a sus expectativas electorales, afectadas por la irrupción de Harris como candidata demócrata y su aparente derrota en el debate electoral que los midió esta semana. Muchos análisis pronosticaron que la épica de las imágenes del atentado de Pensilvania catapultarían a Trump, pero las encuestas no detectaron un alza significativa en su intención de voto. Lo que siguen mostrando todas es una gran igualdad.