El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anuncia que dimite. En una esperada rueda de prensa, el “premier” canadiense aseguró que renuncia como líder liberal y se mantendrá como “premier” hasta que se elija al nuevo líder.
“Tengo la intención de dimitir como líder del partido y como primer ministro después de que el partido seleccione a su próximo líder mediante un proceso competitivo y riguroso a nivel nacional”, indicó Trudeau.
Se despide así de casi una década al frente de Canadá.
En las últimas semanas, la presión ha ido en aumento. Desde todos los sectores, le pedían que dimitiera. Lo cierto es que desde que su ministra de Economía, Chrystia Freeland, anunciara su dimisión el 16 de diciembre, Trudeau estaba contra las cuerdas.
Tras pasar dos semanas de vacaciones “reflexionando” sobre su futuro y escuchar las peticiones de dimisión de casi todos los grupos regionales liberales, Trudeau ha tomado esta difícil decisión. Y es que este año están convocadas elecciones en octubre, y todo apuntaba a que Trudeau las perdería.
Así, Trudeau da un paso atrás y se “marca un Biden”. El mandatario ha reconocido que aunque es un “luchador”, es conocedor de que no es la “mejor opción” para los próximos comicios.
Carrera política
El ascenso de Trudeau ha sido extraordinario. Católico y padre de tres hijos junto a la entonces presentadora de televisión Sophie Grégoire, de la que se ha separado recientemente. Hijo del emblemático Pierre Trudeau, también primer ministro en dos ocasiones, hizo valer su apellido junto a una imagen cuidadosamente cultivada de dinamismo juvenil e idealismo progresista. Su campaña se centró en un marcado contraste con el Gobierno conservador de Stephen Harper, prometiendo un enfoque más integrador y colaborativo de la gobernanza. Esto tuvo eco en un segmento significativo del electorado, lo que condujo a una victoria aplastante que llevó a los liberales al poder tras nueve años en la oposición.
Justin Trudeau durante una cumbre del G-7 este verano en Italia
Trudeau cumplió varias promesas clave de la campaña. Legalizó el cannabis, el primer país del G-20 en hacerlo, una medida audaz que situó a Canadá como líder mundial en regulación del cannabis. Hizo grandes inversiones en programas sociales, como la Prestación Canadiense por Hijo, una importante ampliación de las ayudas sociales a las familias. Su gobierno también se comprometió a alcanzar objetivos ambiciosos en materia de cambio climático, aunque el ritmo de los avances ha sido objeto de debate permanente.
Compromiso con el multilateralismo
Sus relaciones internacionales se han caracterizado por su compromiso con el multilateralismo y el fortalecimiento de las alianzas. Ha defendido causas progresistas en la escena mundial, abogando por la igualdad de género, los derechos humanos y la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, su política exterior no ha estado exenta de tropiezos. El asunto SNC-Lavalin, una polémica en la que se denunciaron injerencias políticas en un caso de corrupción, ensombreció su administración y erosionó la confianza pública.
En el ámbito nacional, el Gobierno de Trudeau se enfrentó a retos considerables. La pandemia de COVID-19 puso a prueba su liderazgo. Aunque su respuesta inicial fue ampliamente elogiada, las decisiones posteriores, en particular las relativas a la adquisición de vacunas y las restricciones fronterizas, suscitaron críticas. Las consecuencias económicas de la pandemia también supusieron un obstáculo considerable, ya que obligaron al Gobierno canadiense a mantener un delicado equilibrio entre el apoyo a las empresas y los particulares y la gestión de una deuda nacional en rápido aumento.
Desde el punto de vista económico, el mandato de Trudeau ha conocido periodos tanto de crecimiento como de inestabilidad. Aunque su Gobierno supervisó la creación de empleo y la expansión económica en los años previos a la pandemia, la posterior recesión económica hizo necesaria una importante intervención gubernamental. Equilibrar la recuperación económica con la responsabilidad fiscal sigue siendo un reto fundamental. Los críticos sostienen que el gasto de su Gobierno ha sido excesivo e insostenible, mientras que los partidarios señalan la necesidad de la intervención gubernamental durante una crisis mundial.
Polémica por sus “caras negras”
Uno de los aspectos definitorios del liderazgo de Trudeau ha sido su énfasis en la diversidad y la inclusión. Nombró un gabinete que reflejaba el multiculturalismo del país, una medida elogiada por muchos como un paso significativo hacia un gobierno más representativo. Sin embargo, las acusaciones de “cara morena” y “cara negra” de su pasado han perseguido persistentemente su imagen, subrayando los retos de reconciliar una imagen progresista con acciones pasadas. Y es que Trudeau, muy animado e invitado a un sinfín de fiestas en su juventud, ha ido con la cara pintada de negro o marrón a diversas celebraciones, a modo de disfraz.
La relación de Trudeau con los pueblos indígenas ha sido compleja y a menudo tensa. Aunque su Gobierno se ha esforzado por lograr la reconciliación, invirtiendo en las comunidades indígenas y reconociendo las injusticias del pasado, sigue habiendo retos importantes. La lucha constante por resolver los problemas sistémicos a los que se enfrentan las comunidades indígenas, especialmente en lo que respecta al acceso al agua potable y a la atención sanitaria, sigue siendo fuente de críticas y controversias.