Mosca sí caza águila

María Corina Machado defiende la verdad con una estrategia pensada y trabajada, una que no es violenta

La líder opositora venezolana, Maria Corina Machado, visita la Basílica Menor Nuestra señora de Coromoto, en el marco de la campaña presidencial, este miércoles, en Guanare. EFE/ Miguel Gutiérrez

Tan solo ha pasado una semana cuando en esta misma Tribuna contaba la fuerza de una mujer que, sin presentarse a las elecciones, iba a ser capaz de ganarlas. Y lo hizo. 25 años después de la llegada de Chávez al poder, María Corina Machado (MCM) -con Edmundo González- ha ganado abrumadoramente las elecciones presidenciales en Venezuela. Ha ganado, pero como ella misma dice, aún no ha cobrado.

Cobrar, en el lenguaje de MCM, significa hacer valer la verdad. Y la defensa de la verdad no es violencia. Ni se hace con violencia. Ella lo ha hecho, con una estrategia muy pensada, muy trabajada y me atreveré a decir que muy propia de un liderazgo femenino y es: contando con otros. Contando con todos. Porque María Corina no solo ha unido a una oposición cansada de intentos de unirse, ha unido a todo un pueblo harto de vivir cada vez peor y dispuesto a ayudar al cambio.

La genialidad ha sido ser capaz de probar la victoria con la presentación de más del 87% de las actas electorales de votación. Y esto se ha podido hacer gracias a una extraordinaria capacidad de organización y coordinación, y también a la inestimable ayuda y colaboración de muchísima gente. Conscientes de lo que iba a pasar, que Maduro iba a robar, MCM logró convertir a cada venezolano con ánimo de cambio en un agente del cambio. Y consiguió que en cada mesa de votación donde se expulsaron a los miembros de los “comanditos”, organizados justamente para presenciar el recuento haciendo valer su derecho constitucional, hubiese alguien que recogiese el acta. Miles de actas de miles de gentes convertidas en espontáneos agentes electores que se las han ido entregando. Un ejercicio cívico, un ejemplo de sociedad civil organizada que, si no fuera por la brutalidad que está ejerciendo el régimen de Maduro ante la incredulidad de lo que está ocurriendo, sería digno de reconocimiento y estudio. Lo será.

Pues bien, todo esto lo ha conseguido una mujer que conoce muy bien lo que es haber sido despreciada. Por propios y por ajenos. Por alta, por guapa, por pija, por mujer, por fuerte, por deslenguada, por no pedir perdón, ni permiso, por verdadera, por capaz, porque sí… y sobre todo, por miedo. El miedo que ha sentido y siente Maduro ante la fuerza de un liderazgo desconocido, y en femenino. Un poder de quien es capaz de treparse al capó de un coche para prometer a miles de madres que van a volver a ver a sus hijos esparcidos por el mundo. Hoy lo ha vuelto a hacer. Con su vida amenazada, pero sin rastro de victimismo en sus palabras, ha convocado a las familias venezolanas a seguir defendiendo una libertad que es suya. Pacíficamente. Frente a la brutalidad, resistencia. Frente a la sinrazón, valentía. Y siempre, familia.

Maduro ha puesto en marcha su último plan que ha bautizado sin remilgos, el Plan Terror que a estas horas tiene más de 20 muertos, al menos 100 heridos y más de 1000 detenidos. Frente a la verdad, el golpe. Cuanta más verdad, más golpes. No es nuevo para él, así han actuado en los últimos veinte años. No hay límites ni barreras. Todos los líderes de la izquierda latinoamericana, sin excepción, han pedido que muestre las actas de las votaciones para poder otorgarle la victoria limpiamente. La excepción ha sido Zapatero, a quien la semana pasada le pedíamos un último ejercicio de dignidad y aquí estamos. En el mayor acto de cobardía y degradación moral que se recuerde en un presidente español. Se ha permitido el peor de los lujos: el silencio. Un silencio cómplice y cercano, desde Caracas, como líder de la misión de observación internacional de estas elecciones. Frente a la verdad, su golpe. Silencio.

Ahora la pregunta es, ¿esto cómo sigue? Desde el punto de vista internacional, la presión es importante, y ha sido casi unánime. Nadie, salvo Rusia, China y Nicaragua, han dado por ganador a Maduro. El resto del mundo civilizado han pedido, para hacerlo, transparencia con la presentación de las actas. Evidentemente, esto es lo único que Maduro no puede hacer. Así que queda seguir presionando. Cívica y democráticamente frente a los matones. Atentos desde fuera y confiados dentro.

No estáis solos. Pensad en la revolución de los claveles, en la caída del muro de Berlín y en la transformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Lo hicieron los portugueses, los alemanes, los rusos, los checos, los polacos, los ucranianos… Existe la fuerza imparable de la sociedad civil organizada cuando dice basta ya.

“Águila no caza mosca, diputada” fue la displicente respuesta que le dio Chávez hace más de doce años a una joven María Corina Machado que le anunciaba que su tiempo había acabado. Lo que no sabía Chávez es que las moscas sí cazan águilas. Y las cobran.

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