Fraude

Tres meses después del 28-J, la lucha en Venezuela es “hasta el final”

Maduro ha disparado en más de 600% el número de presos políticos desde las elecciones. Los venezolanos temen que el fraude se afiance frente a una optimista Machado que asegura, desde la clandestinidad, que: "Lo vamos a lograr"

Ciudadanos venezolanos participan en una manifestación en rechazo a los resultados de las elecciones celebradas en su país el pasado 28 julio. EFE/ Mario Guzmán

Tres meses que parecen contener los hechos, virajes y conmociones de tres años. Así han sido los noventa días transcurridos desde el pasado 28 de julio, cuando un país atenazado por un régimen autoritario que ya se extiende por un cuarto de siglo acudió a las urnas de votación para expresarle al dictador Nicolás Maduro que ya está bueno, que Venezuela aprendió lo que tenía que aprender y que ya es hora de retornar a la ruta democrática, con sus repetidos rituales institucionales y sus tediosas liturgias derivadas de las normas.

A la mañana siguiente el país fue empujado a una montaña rusa. Desde la madrugada del 29 de julio, cuando ya se sabía que la oposición había logrado movilizar a los votantes, cuidar los sufragios y conservar los juegos de actas que les correspondían, el candidato oficialista, aspirante a la reelección, se declaró ganador, sin observar ni una sola de las reglas contempladas en la ley de procesos electorales.

Represión

Tan flagrante atropello a la soberanía popular fue respondido con protestas callejeras y Maduro reaccionó soltando a sus fuerzas represivas, que en pocas horas dejaron seis muertos en el asfalto y recabaron dos mil presos políticos, cifra de la que el tirano se jactó en cadena televisiva. En tres meses, Maduro ha disparado en más de 600% el número de presos políticos.

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Una mujer llora mientras sostiene la foto de su hijo detenido y denuncia torturas en la cárcel

La verdad ha sido acallada con prisión, torturas y crueldad sin cuento, pero nadie la ignora. Lo sabe la ciudadanía, lo saben los testigos de mesa, lo saben los soldados y oficiales que trabajaron ese día en el llamado Plan República (organización militar que por décadas ha custodiado los eventos electorales), lo sabe el alto mando, lo sabe el cuerpo consular, lo sabe el tren ejecutivo, así como los magistrados que Maduro se hizo nombrar en el Supremo, le consta al Centro Carter, la única organización de prestigio que la dictadura permitió entrar a Venezuela en esos días como observador de los comicios, lo saben los organismos multilaterales… Y, como si fuera poco, este jueves, 24 de octubre, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, dijo que Nicolás Maduro es el “legítimo presidente de Venezuela” por que “ganó las elecciones limpiamente”, con lo que aportó la prueba que faltaba para que el mundo termine de persuadirse de lo contrario.

María Corina Machado durante su intervención en la reunión de la ONU este lunes.

Entretanto, el presidente electo Edmundo González Urrutia, salió del país para refugiarse en Madrid y María Corina Machado, líder opositora y factótum del triunfo electoral, pasó a la clandestinidad. Y en el Palacio Presidencial de Miraflores, en Caracas, Nicolás Maduro ve traidores por las esquinas (en lo que quizá sea una de las pocas percepciones apegadas a la realidad que se le conozcan) y las diversas facciones del chavismo se vigilan y muestran los colmillos.

Reconocimiento internacional

En una misma semana se cumple un trimestre de la elección de un nuevo presidente de Venezuela (28 de julio de 2024) y un año de elecciones primarias donde María Corina Machado fue designada como cabeza de la oposición con más del 90% de los votos (el 23 de octubre de 2023). Galardonada con dos importantes premios internacionales para defensores de derechos humanos, el Václav Havel y el Sajarov (este último compartido con el presidente electo Edmundo González), y convertida en una de las personalidades más famosas de la actualidad, su paradero es un secreto tan bien guardado como la estrategia que ha trazado para cumplir con su compromiso de garantizar que el 10 de enero de 2025, cuando debe proclamarse el nuevo presidente, se honre la voluntad mayoritaria y a Edmundo González se le imponga la banda presidencial.

Venezuela

La líder opositora venezolana María Corina Machado junto al candidato Edmundo González Urrutia (ahora exiliado en España)

¿Lo logrará? Machado sigue insistiendo en que “la lucha es hasta el final”, pero hay quienes aseguran que ese final podría no ser el de la dictadura sino el de su propia vida, que ella ha empeñado en la causa de liberación nacional de Venezuela. La líder más taquillera de la democracia occidental se caracteriza por lo exitoso e imaginativo de sus tácticas, que ya se han apuntado ni más ni menos que una victoria electoral sobre uno de los regímenes más tramposos y descarados de la historia.

La hoja de ruta de Machado

¿Cuál será la hoja de ruta de María Corina?, se preguntan los venezolanos. ¿Tendrá alguna?, se plantean los escépticos. ¿Existe una posibilidad, aunque mínima, de evitar la juramentación de Nicolás Maduro para el periodo constitucional 2025- 2030? En las cada vez más escasas comunicaciones de Machado en las semanas transcurridas desde su clandestinidad, ella persiste en asegurar que “lo vamos a lograr”.

La gran mayoría de los venezolanos apuesta a que Machado sepa algo que los demás no sabemos. ¿Se prepara la aparición triunfal de un cisne negro que se deslice por las oscuras y ominosas aguas y traiga el anhelado desenlace feliz?

Venezuela

La líder opositora venezolana, María Corina Machado, pronunciando un discurso en una manifestación, en Caracas

No falta quienes advierten que el fraude podría afianzarse y que Maduro y las mafias que lo acompañan en el poder se instalen en este, como hicieron los Castro por más de medio siglo, en un gobierno de facto que contaría con la alcahuetería de ciertos gobiernos.

Las interrogantes se multiplican en un ámbito de desinformación y censura, así como una represión de crueldad sin límites, signada por el intento de clausurar la oposición y poner en su lugar marionetas útiles al régimen.

Y, sin embargo, hay una fuerza soterrada, una potencia que no aparece en los diversos escenarios planteados por los analistas, y que el régimen parece no tomar en cuenta y ni siquiera avizorar, y es la esperanza que no ha hecho sino crecer en el pueblo venezolano. Es una mezcla de las que hacen temblar la tierra, la de rabia y esperanza en dosis que crecen a cada instante.