La guerra en Ucrania ha cumplido tres años y, aunque el conflicto sigue devastando el país, las conversaciones sobre una posible posguerra comienzan a tomar forma. Desde el 24 de febrero de 2022, cuando Rusia lanzó su invasión a gran escala, la resistencia ucraniana ha desafiado todas las expectativas, manteniendo su lucha contra un enemigo con superioridad numérica y armamentística.
Sin embargo, el panorama internacional ha cambiado. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha reconfigurado el tablero geopolítico. Su acercamiento a Vladimir Putin ha abierto una puerta a negociaciones que, por ahora, exigen más concesiones a Ucrania que a Rusia. Esto pone a Kiev en una posición delicada: decidir entre aceptar una paz impuesta o continuar una guerra que agota cada vez más sus recursos militares y su resistencia social.
El papel de Europa en la guerra en Ucrania
Mientras Washington y Moscú dan los primeros pasos hacia una negociación, Europa intenta mantener su influencia en el proceso. La Unión Europea ha reafirmado su apoyo a Ucrania con un nuevo paquete de ayuda de 6.000 millones de euros, aunque su exclusión de las negociaciones iniciales ha generado tensiones.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han viajado a Kiev para conmemorar el tercer aniversario de la guerra en Ucrania y reforzar su compromiso con Volodímir Zelenski. Pero la gran incógnita sigue siendo si la UE tendrá un papel activo en una eventual resolución del conflicto o si simplemente tendrá que aceptar las condiciones que acuerden Estados Unidos y Rusia.
La ofensiva rusa y la respuesta ucraniana
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Un grupo de militares en Ucrania miran a cámara | EFE
A nivel militar, la guerra en Ucrania ha cambiado de dinámica en los últimos meses. Tras un largo período de frentes estancados, el ejército ruso ha logrado avances significativos en el Donbás. De hecho, ha capturado un promedio de 20 kilómetros cuadrados diarios. Actualmente, Rusia controla el 20% del territorio ucraniano, con victorias clave en Vugledar y Kurájove. Su objetivo es claro: llegar a la mesa de negociaciones con la mayor cantidad de territorio ocupado posible.
El Kremlin sigue con su plan de consolidar la anexión de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, a pesar de que la comunidad internacional no reconoce estos territorios como parte de Rusia. Las fuerzas rusas ya han llegado a las afueras de Pokrovsk y avanzan hacia Kramatorsk, la principal base militar ucraniana en Donetsk. En el sur, tras la caída de Toretsk, el ejército ruso intenta tomar Kostiantínivka, un punto estratégico que conecta con Sloviansk.
Por su parte, Ucrania ha intentado llevar la guerra al territorio enemigo. El pasado mes de agosto lanzó una ofensiva sobre Kursk, capturando 500 kilómetros cuadrados antes de que Rusia, con el apoyo de soldados norcoreanos, recuperara la mayor parte del terreno perdido. Este episodio llevó a Occidente a flexibilizar su postura, permitiendo que Ucrania utilizara misiles de largo alcance contra objetivos en Rusia.
Dificultades para el ejército ucraniano
Uno de los grandes desafíos que enfrenta el gobierno de Zelenski es la escasez de soldados. El desgaste prolongado de la guerra en Ucrania ha provocado un aumento en las deserciones y una falta de personal para rotaciones en el frente. Para reforzar sus filas, el jefe del ejército, Oleksandr Sirski, ha ordenado la movilización de 50.000 nuevos soldados.
A pesar de la presión, Zelenski ha descartado reducir la edad mínima de reclutamiento a 18 años, una medida impopular entre la sociedad ucraniana. Sin embargo, la falta de efectivos sigue siendo un problema crítico, y el gobierno busca equilibrar la necesidad de mantener la defensa del país con el agotamiento de su población.
En el aspecto militar, Ucrania ha recibido refuerzos clave. En febrero llegaron los primeros cazas Mirage 2000 proporcionados por Francia, mientras que Países Bajos ha cumplido con su promesa de enviar aviones de combate F-16. Estas incorporaciones pueden cambiar la dinámica en el campo de batalla, pero aún está por verse si serán suficientes para contrarrestar la ofensiva rusa.
Negociaciones de paz: ¿una rendición encubierta?
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El presidente Volodímir Zelenski visita la ciudad de Bucha tras liberarla de los ocupantes rusos durante la guerra en Ucrania | EFE
Mientras las tropas siguen combatiendo, las negociaciones impulsadas por Estados Unidos avanzan sin que Ucrania tenga un papel protagonista en ellas. La administración de Donald Trump ha dejado claro que su prioridad es terminar con la guerra en Ucrania, pero sin imponer ninguna exigencia real a Rusia. Las bases del plan estadounidense incluyen:
- Negar la entrada de Ucrania en la OTAN.
- Prometer que Estados Unidos no enviará tropas a Ucrania, aunque sí presionará a países europeos para que lo hagan.
- Poner fin al suministro de armas a Kiev.
- Convocar elecciones en Ucrania.
- Aceptar que Ucrania no podrá recuperar sus fronteras previas a 2014.
Este último punto es el más controvertido. A fin de cuentas, implicaría reconocer de facto las anexiones rusas. Para muchos analistas, esto sentaría un peligroso precedente, demostrando que un país con poder militar y nuclear puede invadir a su vecino y quedarse con el territorio conquistado.