La guerra en Ucrania sigue tomando un rumbo cada vez más oscuro, con nuevas denuncias de violaciones flagrantes a las leyes de la guerra por parte de las tropas rusas. Kiev ha vuelto a encender las alarmas al denunciar la ejecución de dos soldados ucranianos desarmados a manos de militares rusos cerca de la localidad de Selidove, en la región oriental de Donetsk. Esta denuncia, que se suma a una lista creciente de ejecuciones de prisioneros de guerra, ha intensificado la preocupación internacional sobre el trato que Rusia está dando a los combatientes capturados.
Según el comunicado de la Fiscalía ucraniana, los dos soldados fueron ejecutados a sangre fría el viernes pasado tras haberse rendido. Las descripciones son escalofriantes. Ambos prisioneros fueron obligados a tumbarse boca abajo, desarmados, y recibieron disparos a corta distancia con armas automáticas. Este acto brutal no es un hecho aislado, sino parte de un preocupante incremento de ejecuciones sumarias que Ucrania viene denunciando desde el inicio de la invasión de Rusia a gran escala en febrero de 2022. Han pasado más de dos años desde entonces.
Una escalada de ejecuciones por parte de Rusia
Las cifras ofrecidas por las autoridades ucranianas son perturbadoras. El Defensor del Pueblo de Ucrania, Dmitró Lubinets, informó recientemente que se tiene constancia de al menos 102 prisioneros de guerra ucranianos ejecutados desde que comenzó el conflicto. Estas muertes no son fruto del caos de la batalla, sino de actos deliberados que, según Kiev, reflejan una política sistemática del Ejército de Rusia.
Lo más alarmante es que, de acuerdo con la Fiscalía ucraniana, el 80% de las ejecuciones registradas hasta ahora se han producido en lo que va de 2024. El aumento de los fusilamientos comenzó a finales de 2023, cuando la actitud de las tropas de Rusia hacia los prisioneros ucranianos sufrió un cambio drástico a peor. Este hecho ha desatado una condena internacional. Múltiples organismos de derechos humanos solicitan una investigación profunda sobre estos crímenes de guerra. El conflicto en Ucrania no se detiene. De hecho, solo va a peor.
La guerra en Ucrania: el campo de batalla más transparente
Una de las particularidades de la guerra en Ucrania es que se ha convertido en uno de los conflictos más documentados visualmente en la historia contemporánea. Ucrania ha obtenido pruebas de estas ejecuciones a través de vídeos difundidos por los propios militares rusos en redes sociales. Así como mediante drones con cámaras de alta resolución que capturan las atrocidades en tiempo real.
El portavoz de la oficina estatal ucraniana encargada de los prisioneros de guerra, Petró Yatsenko, declaró que Ucrania cuenta con un “campo de batalla transparente”. La saturación de drones permite observar cómo los soldados rusos ejecutan a combatientes ucranianos que ya se han rendido. Estas imágenes, difundidas masivamente, han contribuido a la creciente indignación global y han dado lugar a un mayor escrutinio sobre la actuación de Rusia en el conflicto.
¿Política deliberada por parte de Rusia?
La pregunta más preocupante es si estas ejecuciones forman parte de una política deliberada orquestada por los altos mandos rusos. De acuerdo con Yatsenko, múltiples grabaciones de conversaciones entre oficiales rusos sugieren que estas órdenes no provienen únicamente de los comandantes en el terreno, sino de instancias superiores dentro del ejército ruso. Es más, podrían responder a tres objetivos estratégicos.
Primero, al obligar a sus propios soldados a cometer estos actos de brutalidad, los mandos rusos estarían fomentando una especie de disciplina del miedo. La amenaza implícita es clara: quienes se rindan a las tropas ucranianas podrían sufrir el mismo destino que los prisioneros que ejecutan, lo que evitaría deserciones y estimularía a las tropas a seguir luchando bajo condiciones extremas.
El segundo objetivo sería la eficiencia operativa. Trasladar prisioneros de guerra a la retaguardia requiere tiempo, recursos y logística, elementos que los militares rusos prefieren destinar al avance territorial. Ejecutar a los prisioneros reduce esa carga logística y permite a las tropas seguir centradas en sus metas estratégicas.
El tercer objetivo sería el más siniestro: intimidar a los soldados ucranianos. Al difundir imágenes de estas ejecuciones, se sembraría el miedo entre las filas ucranianas, haciéndoles creer que rendirse no garantiza la vida, sino la ejecución inmediata. Este tipo de guerra psicológica busca minar la moral de las tropas ucranianas y disuadirlas de rendirse en el campo de batalla.