Nueva etapa

Starmer reinicia las relaciones con la UE

La Comunidad Política Europea consolida el dominio masculino: menos de una decena de mujeres en medio centenar de líderes

Starmer
El primer ministro británico, Keir Starmer y su homóloga italiana Giorgia Meloni, en la cumbre EPC en el Palacio Blenheim Palace, en Woodstock Efe

El estreno del nuevo primer ministro británico como anfitrión de una cumbre internacional se ha saldado con una demostración de músculo europeo, auspiciada por la renovada vocación de Keir Starmer de restablecer relaciones con sus vecinos más cercanos. La cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE) celebrada este jueves en el Palacio de Blenheim, en el condado inglés de Oxford, ha supuesto una maniobra de reunificación de fuerzas para un continente consciente de la necesidad de erigir un frente cohesionado ante desafíos globales como la seguridad, o la gestión de la migración; y para Starmer, en particular, la reunión ha permitido allanar el terreno para transformar la interacción de Reino Unido con sus aliados al sur del Canal de la Mancha.

Tras los turbulentos años del Brexit, la resaca del divorcio y la desconfianza mutua, el reciente cambio en el Número 10 de Downing Street ofrece un revulsivo para mejorar el vínculo entre socios condenados a entenderse. Durante la campaña de las generales del 4 de julio, el por entonces aspirante a devolver al Laborismo al poder había avanzado su interés en reformular el rol de Londres en el contexto europeo y aunque la CPE estaba marcada antes del adelanto electoral, presidirla le ha brindado una oportunidad práctica para inaugurar esta nueva era.

Keir

El primer ministro británico, Keir Starmer

Lejos de tribulaciones comunitarias, negociaciones sobre cuotas y mayor integración, medio centenar de líderes de la vieja Europa exploraron áreas comunes, en nombre de una sinergia colectiva favorecida por una menor rigidez que la que suele marcar foros supranacionales. La CPE fue una idea que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tuvo en 2022, fundamentalmente como reacción a la invasión de Ucrania, con la intención de mostrar poderío continental ante el empuje del Kremlin y, por primera vez, en Blenheim ha contado con participación de la OTAN, de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y del Consejo de Europa, como evidencia de la consciencia colectiva del contexto de inestabilidad, tanto en Europa como en el entorno de sus fronteras.

Como las tres reuniones anteriores, una de ellas en España, la celebrada en el lugar de nacimiento de Winston Churchill supone más un foro de discusión, que una carrera contrarreloj para alcanzar un acuerdo de mínimos. Esa falta de presión hace de la CPE en un espacio diplomático único, en el que cada dirigente puede centrarse en su agenda particular: si Starmer aprovechó para alentar el regreso del protagonismo británico a la escena continental; el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, renovó su apelación a rearmar a su país para acercar el fin del conflicto con Rusia.

Mayoría masculina

Con todo, la forzada ausencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para estar presente en la crucial votación que la ha revalidado en el cargo limitó aún más el cupo femenino en una cita, una vez más, dominada por hombres. La foto de familia contaba con menos de una decena de mujeres, entre las que estaba la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, una de las más voces más activas en la conversación sobre migración, una de las tres cuestiones monográficas que centraron los grupos de trabajo de la jornada, junto a energía y democracia.

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El primer ministro británico, Keir Starmer posa para una foto de familia con los líderes europeos durante la reunión de la Comunidad Política Europea (CPE) en el Palacio de Blenheim, en Woodstock, Oxfordshire

El presidente español, Pedro Sánchez, participó en este último, el de defensa y protección de la democracia, donde puso de relevancia las medidas anunciadas al respecto esta semana en el Congreso, y también asistió a cumbres bilaterales, entre otros, con Keir Starmer y con Zelenski. Según fuentes de Moncloa, su encuentro con el anfitrión transcurrió en un clima especialmente constructivo, favorecido por la familiaridad que ya existía entre ambos, por proceder de idénticas familias políticas. Entre los temas abordados figuraron desde Gibraltar, contencioso sobre el que la delegación española confía en ver acuerdo pronto, dada la sintonía con el nuevo Ejecutivo laborista; hasta la posibilidad de promover foros más estables entre los dos países.

Sánchez integró la nutrida lista de mandatarios con quienes Starmer mantuvo reuniones de tú a tú, que incluía también a Macron, con quien el primer ministro británico tenía marcada una cena privada en el propio Palacio de Blenheim una vez concluida la cumbre; Zelenski o Meloni. No en vano, tras su debut en la arena internacional en la cumbre de la OTAN en Washington, la visibilidad otorgada por la EPC resulta clave para la nueva diplomacia británica: para el ‘premier‘, como para la mayoría de asistentes, se trataba de seguridad, pero también de acercarse a la Unión Europea, de ahí que, en su alocución en la conferencia, hablase de “renovar los vínculos de confianza y amistad” con el bloque.

La renovada ofensiva de Reino Unido aspira también a profundizar en el alineamiento con la UE para reducir barreras comerciales, no necesariamente con un regreso del antiguo régimen de mercado único y unión aduanera, pero sí con un mejor entendimiento en beneficio mutuo. Los retos, no obstante, permanecen: pesos pesados como Francia son reacios a abrir íntegramente las puertas del armazón de seguridad a una economía que ya no pertenece a la UE, y los Veintisiete difícilmente aceptarán rebajar las trabas al comercio, consecuencia del Brexit, sin que Londres admita contrapartidas, como una mayor flexibilidad de fronteras y un compromiso más declarado en materia de gestión de la migración y recepción de refugiados.