El Premio Nobel de la Paz fue creado por el inventor sueco Alfred Nobel en su testamento y se otorga a personas u organizaciones que han hecho contribuciones claves a la paz mundial. Es uno de los cinco premios originales establecidos en 1901 y es único porque lo otorga un comité de cinco miembros elegido por el Parlamento Noruego, en lugar de una institución sueca como los otros premios Nobel.
El proceso de selección comenzó con un período de nominación que se cerró a fines de enero, y solo ciertas personas o grupos, como miembros de gobiernos, instituciones internacionales o anteriores ganadores, pudieron presentar candidaturas. Una vez recibidas las nominaciones, el Comité Nobel revisó todas las propuestas, elaboró una lista corta y, finalmente, eligió al ganador. Aunque el comité trata de alcanzar un consenso, si esto no es posible, la decisión se toma por mayoría simple.
Este año, la ceremonia del Premio Nobel de la Paz de 2024 será este viernes 11 de octubre. El ganador será anunciado ese día por Jørgen Watne Frydnes, el presidente más joven de la historia del comité del Premio Nobel de la Paz. Los ganadores de otras categorías, como Fisiología o Medicina, ya han sido anunciados, y la ceremonia concluirá el 14 de octubre de 2024.
Un historial muy masculino
Desde la primera entrega en 1901 hasta 2023, un total de 111 personas y 30 organizaciones han recibido el Premio Nobel de la Paz. Algunos premios han sido otorgados a más de un galardonado en un mismo año, por lo que el número de premiados individuales es mayor que el número de ceremonias realizadas. De estos 111 galardonados, solo 19 han sido mujeres, es decir, el 17,2% de las personas que han recibido el Nobel de la Paz.
El año pasado lo recibió una mujer, la iraní Narges Mohammadi, que sigue en la cárcel a pesar de haber sido galardonada. Es más, su marido ha contado a Artículo14 que su situación ha empeorado en el último año desde que recibió el Premio Nobel de la Paz.
Esta bajísima proporción se debe evidentemente a los clásicos factores históricos de desigualdad de género. Durante gran parte del siglo XX, las mujeres eran excluidas de los roles de liderazgo y toma de decisiones, especialmente en los ámbitos políticos, diplomáticos y militares, que tradicionalmente han dominado las negociaciones de paz y la resolución de conflictos. Esto limitaba su visibilidad y el acceso a reconocimientos internacionales como el Nobel. Además, el trabajo de muchas mujeres en los movimientos activistas o en la promoción de la paz a nivel comunitario no ha recibido el mismo reconocimiento que el de figuras políticas o militares de alto perfil, quienes, en su mayoría, han sido hombres.
Otro factor es el sesgo institucional en los procesos de selección de premios, que históricamente han estado dominados por hombres, lo que habrá influido en la limitada representación femenina. Sin embargo, es verdad que en las últimas décadas ha habido un cambio progresivo, y cada vez más mujeres están siendo reconocidas por sus esfuerzos en favor de la paz y los derechos humanos, lo que sí refleja un mayor enfoque en la equidad de género y el reconocimiento del impacto de su labor.
Las ganadoras del Nobel
La primera en recibir este honor fue Bertha von Suttner en 1905. Fue una escritora austriaca y activista que luchó fervientemente contra el militarismo. Su obra más famosa, ¡Abajo las armas!, influyó en la decisión de Alfred Nobel de crear el Premio de la Paz, y su trabajo contribuyó a los movimientos pacifistas en Europa. Y en 1931, Jane Addams, pionera estadounidense en trabajo social y defensora de la paz, recibió el premio por su labor en el movimiento por los derechos de las mujeres y su cofundación de la Hull House en Chicago. A través de esta institución, proporcionó apoyo a inmigrantes y personas desfavorecidas, y lideró la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, donde abogó por soluciones pacíficas a los conflictos internacionales.
La tercera mujer en ser galardonada fue Emily Greene Balch en 1946, también estadounidense y colega de Addams. Balch fue economista y socióloga, conocida por su trabajo en la promoción de la paz y su participación en la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad. Su defensa de la descolonización y su activismo contra el militarismo fueron clave para recibir el reconocimiento, destacándose su lucha por un mundo sin guerras.
Más adelante, Betty Williams y Mairead Corrigan fueron premiadas conjuntamente en 1976 por su liderazgo en la organización Women for Peace en Irlanda del Norte, que más tarde se convirtió en el Peace People Movement. Su esfuerzo nació de la indignación tras la muerte de tres niños durante un enfrentamiento entre el Ejército Republicano Irlandés (IRA) y las fuerzas británicas, lo que las motivó a movilizar a miles de personas en manifestaciones pacíficas contra la violencia sectaria en su país.
En 1979, la Madre Teresa de Calcuta, de origen albanés, fue galardonada por su trabajo humanitario en la India. Fundadora de las Misioneras de la Caridad, dedicó su vida a ayudar a los pobres, enfermos y moribundos en las zonas más deprimidas de Calcuta. Su labor fue ampliamente reconocida por su enfoque en aliviar el sufrimiento humano a través de la acción compasiva y la dignidad humana. Alva Myrdal, de Suecia, recibió el Nobel de la Paz en 1982 por su trabajo en el desarme nuclear y su participación en las Naciones Unidas. Myrdal fue una defensora incansable de la reducción de armas y trabajó como jefa de la delegación sueca en las negociaciones sobre desarme en Ginebra, donde jugó un papel crucial en las conversaciones internacionales sobre la paz y la seguridad mundial.
Premiadas por su trabajo
En 1991, Aung San Suu Kyi, activista birmana por la democracia, fue galardonada por su resistencia no violenta frente a la dictadura militar en Birmania. A pesar de haber sido puesta bajo arresto domiciliario durante varios años, Suu Kyi se convirtió en un símbolo global de la lucha pacífica por los derechos humanos y la democracia.
Rigoberta Menchú, activista indígena guatemalteca, recibió el premio en 1992 por su lucha en favor de los derechos de los pueblos indígenas durante la guerra civil guatemalteca. A través de su trabajo y sus escritos, como su autobiografía Me llamo Rigoberta Menchú, expuso las atrocidades cometidas contra las comunidades indígenas, abogando por la justicia social y el respeto por los derechos humanos.
En 1997, Jody Williams, de EE.UU., fue premiada por su papel clave en la campaña internacional para prohibir las minas antipersonales. Gracias a sus esfuerzos, se logró la firma del Tratado de Ottawa, que prohibió el uso y producción de minas terrestres. Este logro significó una importante victoria en la protección de civiles en zonas de conflicto y en la lucha por el desarme humanitario.
En el siglo XXI, otras mujeres como Shirin Ebadi (Irán, 2003), por su lucha por los derechos de las mujeres y los niños en su país; Wangari Maathai (Kenia, 2004), por su activismo medioambiental y social en África; y las tres galardonadas de 2011, Ellen Johnson Sirleaf y Leymah Gbowee de Liberia, junto con Tawakkol Karman de Yemen, por su papel en la promoción de la paz, la democracia y los derechos de las mujeres, han continuado el legado de lucha pacífica que estas mujeres pioneras iniciaron. Malala Yousafzai (2014), Nadia Murad (2018) y Maria Ressa (2021) completan la lista, cada una con un enfoque en la educación, la justicia para las víctimas de violencia sexual y la libertad de prensa, respectivamente.