El futuro del campamento de Al Hol, en Siria, es incierto y sus residentes lo saben. Entre la multitud de ocupantes de las tiendas de campaña comienza a cundir el pánico. De las alrededor de 40.000 personas, la mayoría de Siria e Irak, que están desplazadas aquí, en el pabellón más peligroso hay 6.385 personas de 42 nacionalidades: mujeres y familiares de los combatientes del Estado Islámico que fueron capturados o murieron.
La caída del régimen de Bachar al Asad les ha devuelto la esperanza. Anhelan su libertad y dejar de estar custodiadas por las fuerzas kurdas, apoyadas por Estados Unidos. Tanto el mapa de Siria como los equilibrios de poder están en pleno cambio, por lo que comienzan a impacientarse, ¿cuándo les tocará a ellas ser libres?
Muchas de las conocidas como “novias de la yihad” se han quedado en un limbo judicial. Son pocos los países que quieren encargarse de ellas, tampoco quieren costear los procesos de extradición para después juzgarlas. ¿Hasta qué punto son víctimas de los yihadistas del Estado Islámico o criminales? El problema se ha agudizado además con la prole de los yihadistas. Muchos de sus hijos ya no son menores de edad y han crecido en un ambiente de radicalización.
Así es Al Hol
El campamento de Al Hol está ubicado a las afueras de la ciudad con el mismo nombre, al noreste de Siria, cerca de la frontera iraquí. Tras la caída del califato, el campo se convirtió en una suerte de centro de detención. En octubre de 2023, de acuerdo a datos de Médicos Sin Fronteras (MSF), el 93% de las personas del campo de Al Hol eran mujeres y niños, el 65% menores de 18 años y el 51% menores de 12 años.
Desde el derrocamiento del régimen de Bachar al Asad, las mujeres y familiares de los combatientes extranjeros del Estado Islámico han aumentado las protestas violentas en el campamento. Exigen ser liberadas.
Máxima tensión
La tensión es máxima. Jihan Hanan, directora del campamento, ha declarado a la agencia EFE que la caída de Asad les ha devuelto la esperanza a las familias de los combatientes del Estado Islámico. Algunas llevan encerradas desde 2016 y creen que están cerca de la libertad debido a la inédita situación que reina en Siria desde el fin del régimen de Asad.
Hanan denuncia que estas familias, con ideas “muy extremistas”, no se limitaron a esperar, sino que comenzaron a organizar manifestaciones violentas, que incluyeron la destrucción del mercado del campamento y la suspensión indefinida del proceso educativo, lo que llevó a algunas organizaciones de ayuda humanitaria a suspender sus actividades.
“En este período, el proceso educativo se detuvo después de que el equipo pedagógico fue golpeado y las aulas fueron destruidas”, indica la directora del centro.
“Hisba”
De acuerdo con la agencia EFE, los residentes del pabellón extremista de Al Hol, predominantemente de nacionalidad rusa, han establecido un sistema islámico represivo de control social llamado ‘hisba’, y es como una autoridad de facto que impone sus decisiones a todos y castiga a quienes las infringen con penas que van desde los latigazos hasta la muerte.
“Ahora, la ‘hisba’ ha decidido cerrar el mercado que estaba en el campamento, y esta decisión se impuso incluso aunque hubiera mujeres que se oponían. Quien lo infrinja será castigado. Durante nuestra última patrulla en el campamento, encontramos el cadáver de una mujer“, explica Hanan.
Precisamente hace un mes, la directora del centro pidió -en una entrevista con la agencia ANHA- más ayuda a la comunidad internacional. “El papel de la comunidad internacional hacia el campamento de Al Hol es insuficiente en todos los aspectos“, admitió, demandando más respaldo a la Administración Autónoma del norte y este de Siria así como a resolver el problema de los mercenarios del Estado Islámico y sus familias.
Ataques contra los kurdos
Y es que en repetidas ocasiones, los yihadistas lanzan ataques contra las fuerzas kurdas e intentan acceder a Al Hol.
Hanan también recordó que en 2022, dos hermanas egipcias, de entre 13 y 15 años, fueron asesinadas y sus cuerpos arrojados a un desagüe. “No sabemos qué pecado cometieron hasta que se tomó la decisión de matarlas”.
Así, Hanan no es optimista con el futuro de Al Hol. “Nadie puede predecir el futuro. El campamento de Al Hol se ha convertido en una bomba lista para explotar, pero nadie sabe cómo será esta explosión, ni cómo reaccionará la comunidad internacional ante esta situación”, concluye la directora del centro.