Mientras continúa la búsqueda desesperada de los sirios por sus parientes desaparecidos durante años, el líder de Hayat Tahrir al Sham (HTS), Abu Mohammed al Jolani, y quien encabezó la operación relámpago hasta la toma de Damasco, ha anunciado este martes que busca a todos los altos cargos que hayan formado parte del régimen autocrático de Bachar al Asad por su implicación en crímenes de guerra. Una medida que llega después de que los combatientes rebeldes hayan encontrado 40 cadáveres en la morgue de un hospital de la capital, con signos de tortura.
Muchos de los sirios que no tuvieron suerte en la atroz cárcel de Sednaya (conocida como el “matadero humano”) han acudido en masa al hospital de Al Mujtahid en busca de respuestas.
Asimismo, en este tercer día de la nueva Siria, el recién nombrado primer ministro interino, Mohamed al Bashir, liderará la transición hasta, al menos, marzo de 2025.
Preguntas y respuestas
Los acontecimientos se agolpan en un país que ha vivido bajo el puño de hierro de los Asad durante el último medio siglo. Ante el nuevo contexto, en Artículo14 preguntamos a la experta Christa Salamandra por el futuro de Siria. Salamandra es profesora y subdirectora de Antropología en el Lehman College así como directora del programa de Maestría en Estudios de Oriente Medio en el Graduate Center de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).
-Con la caída de Bachar al Asad también ha terminado una dictadura de puño de hierro de 54 años. ¿Por qué ahora? ¿Ha sido por la debilidad de sus aliados, Rusia e Irán, o por la debilidad del propio régimen dentro del país?
-Han confluido varios factores. Rusia e Irán están, en efecto, sobrepasados, en Ucrania y Líbano respectivamente. Sin embargo, no se trata simplemente de una cuestión de debilidad, sino de los rendimientos decrecientes de apoyar a un régimen que había permitido que las condiciones en Siria se deterioraran profundamente. Como era de esperar, el Ejército al que no ha apoyado -de hecho, al que ha matado de hambre- no estaba dispuesto a defenderlo. Como declaró el analista político iraní Mehdi Rahmati al New York Times, «…no podemos luchar como fuerza de asesoramiento y apoyo si el propio ejército de Siria no quiere luchar». En los últimos años, la vida en Siria se ha vuelto cada vez más ardua, e incluso los leales de toda la vida, como las figuras de la industria dramática televisiva sobre las que escribo, culpan al régimen abierta y duramente.
-¿Qué podemos esperar ahora para el futuro de Siria? Dentro de los «rebeldes» hay grupos terroristas, ¿cómo puede la comunidad internacional lidiar con ellos para que haya un Gobierno civil, y la vida de los sirios mejore en lugar de traerles el caos?
-Aunque Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el grupo que lideró el derrocamiento del régimen, es islamista, parece estar dando los primeros pasos hacia un gobierno civil manteniendo intactas las instituciones del Estado. Acaban de nombrar a un nuevo primer ministro, un islamista que había ocupado un alto cargo administrativo en la provincia de Idlib, controlada por HTS, para dirigir lo que denominan un gobierno de transición. Aunque las recientes revoluciones fracasadas en la región desaconsejan el optimismo, sólo cabe esperar que los nuevos dirigentes hayan aprendido con el ejemplo negativo, actúen con rapidez para fomentar un sistema de gobierno más integrador y participativo, y que el pueblo sirio consiga que cumplan sus promesas iniciales de tolerancia e inclusión. La comunidad internacional debe escuchar y apoyar a los activistas sirios para que presionen en favor de una gobernanza democrática civil. Ellos nos dirán lo que necesitan.
-¿Qué va a ocurrir con Bachar al Asad y su familia? ¿Puede ser juzgado en un tribunal local o internacional por las atrocidades que ha cometido durante 24 años?
-Lo que llama la atención de lo que dicen los sirios en las redes sociales es la escasa preocupación por el destino de Bachar al Asad. Hay una oleada de euforia por la desaparición de su gobierno, pero los sirios que sigo en las redes sociales parecen más preocupados por el presente del país (la alegría por el desmantelamiento de los símbolos de culto a la personalidad del régimen y la liberación de los presos políticos, la búsqueda de los desaparecidos por el régimen) y el futuro (la mejora de las condiciones y, sobre todo, la seguridad). Ahora que Bachar al Asad se ha refugiado en Rusia, es poco probable que la abandone para dirigirse a cualquier lugar que le ponga bajo la jurisdicción de un sistema judicial capaz de exigirle responsabilidades.