“Si no salvamos a nuestra gente, nadie se sentirá seguro aquí”

Yarden Gonen, cuya hermana sigue rehén de Hamas un año después del 7-O, pide un mayor apoyo internacional: “No es un asunto israelí, sino global, y debemos unirnos contra el mal”

Yarden Gonen apareció en el plano de la videollamada con dos lazos amarillos colgando de sus pendientes, el símbolo popularizado por los familiares de los rehenes israelíes cautivos en Gaza para exigir su liberación. Sobre el pecho, una etiqueta con la cifra 356: son los días que su hermana mayor Romi Gonen, que cumplió 24 años en cautiverio, lleva agonizando en manos de Hamás. Romi fue disparada y secuestrada en el fatídico festival musical de Nova, donde terroristas masacraron a 364 personas y capturaron a 44 en la invasión del 7 de octubre. Es una de las 13 mujeres rehenes en manos de los islamistas.

En la conexión con periodistas internacionales, Yarden se mostró exhausta. Ha repetido tantas veces la historia de su hermana, que pidió empezar por el turno de preguntas. “Cada día es una lucha para despertar y salir a la calle. Se nos agota la creatividad, pero tenemos que seguir reinventándonos. No importa lo difícil que sea: para mi hermana Romi es mucho más duro”, lamenta.

Los esfuerzos de Yarden y el Foro de Familiares de Rehenes se centran en “impactar a la opinión pública de Israel y el mundo”. Con el recrudecimiento del conflicto en el Líbano, su causa perdió tirón en la agenda mediática. Tratan de adaptar sus mensajes a contextos divergentes: “En el mundo, muchos no comprenden que Hamás es un grupo terrorista. Todos conocen a Bin Laden, pero no a Yihie Sinwar”, considera.

En Israel, el esfuerzo es distinto, ya que lidian con “enemigos que quieren dañarnos, por lo que debemos seguir recordando que lo más importante es salvar a nuestra gente”. A Eli Albag, padre de la rehén Liri, le lanzaron huevos activistas del Likud, que celebraban un brindis del partido. Varios familiares de rehenes intentaron acceder al acto, al que acudieron ministros del gobierno, pero se les vetó el acceso. Prefirieron festejar sin incómodas interferencias. “Son extremistas que ni siquiera quieren escucharnos”, considera la joven, pero cree que son una minoría que no representan al grueso de la población.

Pese a que Yarden sostiene que el 77% de los israelíes prioriza la liberación de los 101 rehenes -aunque suponga pagar un precio elevado-, simpatizantes de la coalición liderada por Benjamin Netanyahu consideran que las manifestaciones exigiendo su liberación son promovidas por izquierdistas que pretenden lastrar el triunfo de la ofensiva bélica sobre Gaza.

“El tiempo juega en nuestra contra. Pero la mitad de los rehenes podrían estar vivos. Es lo más urgente para el futuro de Israel. Si no salvamos a nuestra gente, nadie se sentirá seguro aquí”, sostiene. Yarden, convertida involuntariamente en “embajadora” de la causa, insiste en la urgencia de mantener viva su lucha en los titulares. “Lo que ocurrió en Israel es solo el principio. La misión vital de los terroristas es expandirse. Y su mensaje cala en marchas en Estados Unidos, donde llaman a globalizar la Intifada”, recuerda.

Dado que jóvenes de 28 nacionalidades fueron secuestrados en el festival de Nova, la hermana de Romi cree que “no es un asunto israelí, sino global, y debemos unirnos contra el mal”. Insiste que la mayoría de gente en Israel “quiere paz, prosperidad y la libertad de los suyos”, y le indigna el silencio generalizado de colectivos feministas globales respecto al infierno que sufre su hermana y otras rehenes. “Los terroristas de Hamás invadieron, mataron, abusaron y violaron a tanta gente… Tengo incontables historias en mi cabeza, materiales que vi que lo demuestran. Solo pido que la comunidad internacional sea justa con nosotros”, suplica.

El activismo de Yarden incluye visitas semanales al memorial por las víctimas establecido en la localidad de Re’im, donde recibe constantemente a grupos de extranjeros o a soldados, a quienes agradece que “sacrifiquen sus vidas para intentar liberar a mi hermana”. En soledad, visita el arbusto donde Romi se escondió, y el punto exacto donde la secuestraron. “Estoy confundida, me siento traicionada por el mundo. Nadie entiende lo que sentimos en Israel”, prosigue.

Respecto a las súplicas por un alto al fuego en el mundo para frenar la muerte y la destrucción en Gaza, cree que deberían también “demandar la libertad de todos los rehenes sin condiciones. Son civiles que no hicieron nada malo. Estaban en pijama en sus casas o bailando en un festival”. E insiste: “los de Hamás no son luchadores por la libertad, son terroristas que mantienen a 101 civiles. La gente se informa por TikTok, pero debemos recordarles los hechos, sin necesidad de tomar partido”.

Cumplido el primer aniversario de la matanza, Yarden y su madre siguen sin trabajar, dedicando todo su tiempo a intentar liberar a Romi. “Mi madre es la última heroína. No sé de dónde saca su fuerza para seguir luchando. Cada padre lucha con todas sus energías, nadie nos enseñó cómo hacer esto”, dice. La certeza de que su hermana volverá viva es lo que les da fuerza.

Respecto al rol del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu, a quien algunos acusan de torpedear varias propuestas de tregua por interés político, Yarden desea que tras el cruel asesinato de los seis jóvenes rehenes el 1 de septiembre, “entiendan que debemos actuar rápido para liberarlos”. Recuerda que en ocasiones fue el Gobierno de Israel quien rechazó el acuerdo, pero otras fue Hamás, que incluyó demandas “que nadie hubiera aceptado. Cuando Israel acepta las condiciones, Hamás se toma su tiempo, y reaparece con condiciones totalmente distintas”.

Condena el doble rasero que se aplica: “Se pide a Israel que cumpla la ley internacional, pero Hamás puede hacer lo que quiera”. Cree que los palestinos merecen un mejor liderazgo, ya que “cuando gente inocente de Gaza levanta la voz contra Hamás y nos pide que los destruyamos, son ejecutados. Pero nadie lo cuenta”, considera.

Para mantener viva la esperanza, sigue escribiendo mensajes diariamente a Romi. “Pero no tiene foto de WhatsApp, ni lee los mensajes. Tengo miles de notas en el teléfono con cartas para ella”. Y concluye: “Siento la conexión con ella. No sé si está bien o no, pero es una señal de que está viva”.