Mejor documental

Shiori Ito, el rostro del movimiento #MeToo de Japón, nominada a los Oscar

Su lucha por la justicia ha logrado convertirla en la primera directora japonesa nominada a Mejor Largometraje Documental, pero en su país su película aún no ha podido ser estrenada

Japón
Shiori Ito, directora del documental nominado al Óscar 'Black Box Diaries' KiloyCuarto

“Sé que hay muchas de vosotras, en todo el mundo, que habéis experimentado la violencia sexual. Este documental aborda temas muy sensibles. Si lo necesitas, cierra los ojos y respira profundamente. Eso me ha ayudado a mí muchas veces”. Con esta sensibilidad arranca “Black Box Diaries“, el documental de la periodista y cineasta Shiori Ito.

“Ahora, permitidme contaros mi historia”, continúa la joven, que se ha convertido en la primera directora japonesa nominada a Mejor Largometraje Documental en los Oscar.

La lucha de Shiori Ito por la justicia

Para Ito, la nominación al Oscar es la culminación de una década de lucha por la justicia y el reconocimiento. Desde que acusó públicamente de violación al destacado periodista Yamaguchi Noriyuki en 2015 -un acto de valentía que rompió un tabú cultural profundamente arraigado-, se ha convertido en el rostro del movimiento #MeToo de Japón. Su victoria en los tribunales civiles en 2019, concediéndole una indemnización por daños y perjuicios, marcó un importante precedente legal, seguido de su inclusión en la lista de 2020 de la revista Time de las personas más influyentes del mundo.

“Black Box Diaries”, una adaptación de las impactantes memorias de Ito, “Black Box”, narra su ardua batalla legal y las presiones sociales a las que se enfrentó. La película, que se estrenó internacionalmente con gran éxito de crítica en octubre de 2024, ya ha obtenido 18 premios en más de 50 festivales de cine. La nominación al Oscar es un testimonio de su convincente narrativa y la denuncia del machismo imperante en la sociedad nipona.

Un éxito internacional, no nacional

Sin embargo, este éxito internacional se yuxtapone trágicamente al estancamiento de su estreno nacional. Las complicaciones legales, al parecer derivadas de la falta de permisos previamente aprobados de ciertas personas que aparecen en el documental, han impedido su estreno en Japón. Este obstáculo legal ejemplifica las dificultades a las que se enfrentan quienes pretenden denunciar la violencia sexual en una cultura que a menudo se resiste a hablar abiertamente de las agresiones sexuales.

Así, el logro histórico de ser la primera japonesa en ser nominada a un Oscar a mejor documental contrasta fuertemente con el incierto futuro de la película en Japón, que aún no ha sido estrenada, destacando la batalla en curso contra las normas sociales y los obstáculos legales que rodean la agresión sexual y el movimiento #MeToo.

La frustración de Shiori Ito

El delicado contenido de la película, que muestra la cruda realidad de la violencia sexual e incluye imágenes que han sido impugnadas legalmente, complica aún más su estreno en su país de origen. Si bien ha sido alabada internacionalmente por su poderosa narrativa, la naturaleza potencialmente polémica del material en Japón sugiere una compleja interacción de sensibilidades culturales y marcos legales. Y es que frustrada porque ni la Policía investigara su violación ni llevaran ante la justicia a su violador, Ito comenzó a grabar con cámara oculta (y grabadora) a los protagonistas del documental, unas prácticas que han sido criticadas en Japón, pero que retratan a la perfección lo que padeció la joven en su lucha por denunciar a su agresor sexual.

¿Mala imagen?

La nominación de Ito a los Oscar pone de manifiesto la lucha que Japón está librando para hacer frente a los problemas profundamente arraigados que rodean a las agresiones sexuales. El reconocimiento internacional celebra la valentía de Ito y el impacto de la película, pero el estancamiento nacional subraya la monumental tarea de fomentar una cultura de responsabilidad y apoyo a las supervivientes en Japón. El destino de la película dentro de sus propias fronteras sigue siendo un barómetro fundamental de la voluntad de Japón de enfrentarse a su realidad y adoptar un diálogo más abierto y equitativo en torno a la violencia sexual.

En el documental, se expone que más del 70% de las agresiones sexuales en el país no se denuncian. Además,  según un estudio de 2024 publicado en el International Journal of Asian Studies, por cada 1.000 violaciones en Japón, sólo entre 10 y 20 acaban en condena penal, y menos de la mitad de los violadores condenados son encarcelados.

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