A pocos días de recibir el poder, cayó sobre la espalda de Claudia Sheinbaum una cubetada de agua fría: el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar dejó a un lado la etiqueta y se lanzó a opinar sobre la elección de jueces federales que empuja la futura presidenta de México a través de una reforma al poder judicial. Regularmente discreto y bonachón, el diplomático rompió así el silencio y dijo que la elección directa de los magistrados y otros impartidores “representa un riesgo mayor para el funcionamiento de la democracia en México”. El presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, autor de la iniciativa, puso el grito en el cielo, calificó las declaraciones de “injerencia” y puso “pausa” a la relación con la embajada, que no con el gobierno. Salazar se disculpó, pidió “no pelear” y dialogar, pero el ejecutivo mexicano lo rechazó.
El incidente no escaló a más, pero dejó un recordatorio: a México su vecino y principal socio y comercial lo vigila mientras se posiciona como un contrapeso en medio de cambios estructurales en el país que dejarían a los jueces caen en las garras de los políticos y al congreso con la mayoría absoluta en manos de un solo partido: Morena, el que representa Sheinbaum.
¿Con cuál de los candidatos que en noviembre llegará a la presidencia de Estados Unidos tendría mejor relación la presidenta electa de México? ¿Con Donald Trump o Kamala Harris? ¿Cuál sería el papel de cada uno?
Los analistas difieren en opiniones pero coinciden en que la respuesta sobre quién será mejor aliado dependerá de la postura económica y social que asuma Claudia Sheinbaum una vez que tome funciones el próximo 1 de octubre, independientemente de la agenda de género.
Con Trump
En su intento por volver a la Casa Blanca, Donald Trump no ha dudado en repetir su mensaje de confrontación con México con aguda presión al tratado de libre comercio (T-MEC), uno de las principales fuentes de ingreso para los mexicanos, pero sin olvidar los temas que le abrieron el camino en su primera victoria. Desde Sierra Vista, Arizona, a escasos metros del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, dijo que implementará una deportación masiva ”de delincuentes” hacia sus países y prometió castigos más severas a traficantes de personas y pena de muerte para narcotraficantes.
La pena de muerte y otras intimidaciones fueron algunas promesas de campaña que hizo Trump en 2018 contra México y que no cumplió por demagogia o porque se entendió bien con López Obrador.
Esta última condición no se prevé con la nueva presidenta, según Andrew Salee, presidente del Migration Policy Institute: “Entre López Obrador y Trump había elementos de personalidad que permitieron que ambos se entendieran, pero esto no va a existir con Claudia Sheinbaum”. Salee considera que los principales retos de Sheinbaum si llega Trump a la presidencia serían el tema comercial, la inseguridad y la migración porque intentaría que México se convierte en un Tercer País seguro. Además buscaría quitar el programa Sembrando Vida para arraigar a los inmigrante a sus países de origen y llevar empresas de Asia a Estados Unidos, en lugar de México, al quitar las políticas de Joe Biden conocidas como Nearshoring que llevaron al fortalecimiento del peso.
“No es casualidad que Claudia Sheinbaum haya escogido a Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard como sus secretarios de Relaciones Exteriores y de Economía: ambos tienen experiencia en cómo negociar tanto con Trump como con Biden”, explicó. La presidenta electa ha sido cauta a la hora de tomar partido con los candidatos y dijo que esperará a los resultados de las elecciones en EEUU. “Lo que se decida, vamos a trabajar bien”.
Con Harris
Apenas habían pasado unas horas de la victoria de Claudia Sheinbaum, el pasado 2 de junio, cuando la llamó Kamala Harris para felicitarla. Aún era vicepresidenta de EEUU y no la candidata demócrata pero le pidió fortalecer las relaciones para que en un futuro pudieran abordar las causas fundamentales de la migración, los lazos comerciales y el crecimiento económico.
El trato protocolario de ambas mujeres ha dado esperanza en algunos asuntos porque Harris ha tenido un papel protagónico en la gestión de la política migratoria, con un enfoque en las causas estructurales de la migración desde Centroamérica.
“Sin embargo, los recursos se vieron limitados, porque desde su visión como abogada estaba a favor de que los recursos fueran gestionados por el sector empresarial o la sociedad civil y no por los gobiernos, con antecedentes de corrupción”, advirtió el analista del Colegio de la Frontera Norte, José María Ramos. “Sin duda un triunfo de Kamala Harris permitiría una relación más tersa entre los dos países en el discurso, pero, hemos visto en el pasado que no hay gran diferencia entre los hechos y políticas de los dos partidos hacia México”.
Con todo, hay quienes ven que las coincidencias en sus perfiles podrían ayudar a definir otro tipo de prioridades: ambas son hijas de gente interesada en la ciencia, las dos se involucraron desde jóvenes en la política y tienen doctorados en California. En las similitudes políticas, Kamala Harris y Sheinbaum optaron por partidos progresistas o de izquierda en defensa de los derechos humanos o históricamente marginados como las mujeres, los afrodescendientes y las personas de bajos ingresos.