Como todos los israelíes, Shareen Haskel (1984) pasó horas críticas durante la madrugada del 14 de abril. La diputada de la formación Tikvá Jadashá (Nueva Esperanza), que recientemente tuvo a dos bebés gemelos, estaba pasando unos días al norte del país con su hermana. “Es un reto enorme para una madre, sufrimos mucho pánico”, recuerda sobre las horas en que los misiles y drones iraníes sobrevolaron el espacio aéreo israelí.
Sintió frustración y un dilema: “Debía proteger a los bebés (tiene tres hijos), pero como ex soldada combatiente, tengo mi arma en Jerusalén, y quería también estar preparada para defender el país”. Más allá del incidente que amenazó con desencadenar una guerra regional, cree que Israel está sumergido en “un trauma nacional que nos tomará años reparar”.
Abandono del Likud de Netanyahu
Haskel, que en el pasado militó en el Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu, se unió al también ex likudnik Gideon Sa’ar para lanzar Tikvá Jadashá. Sa’ar, perdedor de las últimas primarias frente al poderoso “Bibi”, abandonó el gran partido de la derecha israelí y lanzó su marca en 2020, en pleno bucle electoral y con los juicios por presunta corrupción de Netanyahu en marcha. En los últimos comicios (2022), formó coalición con el centrista Benny Gantz (Azul y Blanco). Tras el 7 de octubre, la coalición liderada por Gantz accedió al Gobierno, para integrarse en el gabinete de guerra junto a Netanyahu.
Recientemente, Tikvá Jadashá abandonó su presencia en el Ejecutivo. “Nos separamos de Gantz porque creemos que la estrategia militar no está logrando los objetivos de destruir a Hamás y devolver a los rehenes”, opina. De hecho, para Haskel “existe un alto al fuego silencioso en Gaza hace tres meses, en que seguimos posponiendo la operación en Rafah y el control sobre el corredor de Filadelfia”, dice refiriéndose al trazado fronterizo que divide el sur de la Franja y Egipto, epicentro de los túneles de contrabando usados por Hamás para edificar su infraestructura militar.
Rehenes en manos de Hamás
La política menciona las imágenes de gazatíes bañándose en el mar como la prueba evidente de que “la rutina vuelve a Gaza, mientras más de 130 israelíes rehenes siguen viviendo un horror diario”.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ya retiraron la mayoría efectivos que combatían dentro de Gaza, tras dañar significativamente las capacidades militares de Hamás. Se retiraron del norte en enero. De Jan Yunis, recientemente. Solamente queda presencia de soldados en el centro de la Franja, asegurando una vía construida por las FDI para asegurar futuras incursiones. “Creemos que solamente la presión militar logrará devolver a los rehenes”, insiste Haskel, pese a que podrían haber muerto más civiles israelíes durante operativos de los que lograron ser rescatados (3).
Un 26% de diputadas
La diputada, que forma parte del 26% de políticas que integran la Knesset (31 de 120), defiende que las discrepancias sobre la estrategia militar empleada en Gaza propiciaron la salida de su partido del Gobierno. “Esta situación también condena a miles de residentes en el norte a no poder volver a sus casas, ubicadas en una zona de guerra”, recuerda refiriéndose a los rutinarios intercambios de fuego entre las FDI y Hizbulá.
No obstante, en la prensa israelí se reportó que la facción de Sa’ar salió del gabinete de guerra porque podría estar cotejando un hipotético retorno al Likud. En la política israelí, las deserciones y retornos son frecuentes. Preguntada por la legitimidad de un futuro gobierno encabezado por “Bibi” –cuestionado domésticamente por el fracaso del 7 de octubre y una estrategia que derivó en tener todos los frentes abiertos-, la diputada considera que “al final serán los votantes quienes decidan. Nosotros insistiremos para que haya elecciones anticipadas”.
Para Haskel, los recientes acontecimientos prueban que “no se trata de una guerra de Irán contra Israel, sino contra Occidente. Es una potencia islamista radical que insiste en su voluntad de destruir la cultura occidental, pretenden aniquilarnos”, remarca. En su opinión, el régimen de los ayatolás es “la fuerza desestabilizadora más grande de Oriente Medio, y el principal financiador del terrorismo internacional”.
Repasó el rol de Teherán en su política expansionista: “Nos amenaza desde Líbano (Hizbulá), las milicias en Irak y Siria son un brazo de su ejército, arma a Hamás, y los hutíes de Yemén atacan embarcaciones internacionales”. Además, denunció la creciente presencia iraní en América Latina, donde “comercian con drogas y armamento”, y también expande su presencia en Europa, un hecho “conocido por los servicios de inteligencia”.
Miles de muertos
La joven diputada recuerda que, de no ser por la enorme inversión de Israel en su defensa, las consecuencias del histórico ataque iraní hubiesen sido desastrosas. “Imaginad un ataque así sobre España, podría resultar en miles de muertos. Es una señal de alerta muy evidente para Occidente. Irán incrementó su arsenal (estaría cerca de la bomba atómica), y nosotros somos su primer objetivo”, lamenta.
Respecto a la contenida represalia atribuida a Israel, cuando el pasado viernes se produjo un ataque sobre una instalación militar en Isfahán, la diputada cree que “enviamos un mensaje claro de que podemos llegar a los lugares más protegidos y secretos”. Pese a su valoración, la presión de Washington, que influenció a su aliado a evitar una respuesta desproporcionada, surgió efecto, al menos momentáneamente.
Choque de civilizaciones
Para Haskel, nos encontramos ante “un choque de civilizaciones entre Occidente y el Islam radical”. Apunta a la existencia de una “maratón islamista”, donde Irán, Qatar y Turquía pugnan por liderar el mundo musulmán. En este contexto, crítica que la comunidad internacional peca de “falta de entendimiento de las dinámicas de Oriente Medio y los retos que afrontamos”.
Se refiere a la votación de la semana pasada en la ONU, donde Estados Unidos vetó la solicitud para reconocer a Palestina como estado de pleno de derecho. “Declarar ahora un estado palestino enviaría el mensaje de que el terrorismo es efectivo. Todo grupo islamista radical lo vería como una victoria, que legitimaría los ataques barbáricos cometidos el 7 de octubre”, apunta.
El fracaso de los dos estados
“Gaza demuestra que la solución de los dos estados es un fracaso. En 2005 se les concedió el territorio (Israel retiró a sus soldados y asentamientos), eligieron a Hamás en unas elecciones, e invirtieron en armas y terror en lugar de hacerse responsables de sus civiles”, argumenta.
También carga contra la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Mahmoud Abbas, a quien no aceptaría como futuro ente gobernante de la Franja. “Abbas dijo que Hamás es un actor político legítimo, no condenó la masacre del 7 de octubre, y paga salarios a terroristas”, destaca. Por ello, cree que la iniciativa de la ONU atenta “contra los propios valores de Occidente, y por supuesto afecta en primer lugar a Israel”.