Sexismo y racismo en una campaña sucia contra Harris

La candidata recuerda en su primer mitin tras la renuncia de Biden a las activistas que abrieron el camino para que ella pueda ahora batir a Trump en la carrera a la presidencia de EE UU

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Simpatizantes de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en su acto en West Allis, Wisconsin Efe

Todo empezó con un guantazo. Se lo propinó Annie Lee Cooper al sheriff del condado de Dallas en Selma, cuando éste procedió con sus policías a dispersar a un grupo de activistas que hacían cola para registrarse como electores. Jim Clark tenía reputación en Alabama de ser racista y violento. Lo tumbó del golpe al suelo, los agentes se abalanzaron sobre ella, la encerraron y perdió su trabajo pese a que en otros estados como Ohio o Kentucky ya se reconocía su derecho a votar.

Contó después que no podía permitir que le trataran como a animales, que no se les viera como a seres humanos. Hay muchos nombres de mujeres de color que hicieron algo extraordinario y que con su lucha allanaron el camino para que Kamala Harris pueda aspirar a presidir Estados Unidos. Annie Lee Cooper tiene una calle dedicada en esa ciudad y Oprah Winfrey inmortalizó su persistencia en “Selma”.

Entusiasmo en el electorado femenino de color

Este sacrificio por la igualdad, la libertad y la justicia para todos forma parte de la espina dorsal que sustenta la mayor democracia del mundo. Las mujeres negras se organizaron desde la esclavitud en movimientos de resistencia y definen estrategias para preservar todo lo logrado. La consolidación de los demócratas entorno a Kamala Harris se ve por eso con gran esperanza y entusiasmo entre el electorado femenino de color. Pero también con temor, porque se anticipa una campaña muy sucia por parte de Donald Trump.

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La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris

Harris recordó la valentía de mujeres como Cooper en el discurso de la victoria electoral en 2020 como vicepresidenta con Biden. Este martes, en su primer mitin como candidata a la presidencia en Milwaukee, la misma ciudad donde cinco días antes fue encumbrado por tercera vez Trump, hizo una referencia a las generaciones de mujeres que la precedieron. “La batuta”, dijo, “está ahora en nuestras manos”.

“¡Kamala, Kamala!”

“¿En qué tipo de país queremos vivir?”, preguntó Harris a un público entregado. “¡En uno de Kamala!”, gritó una de las asistentes entre vítores de “no vamos a volver atrás”. Ella sonrió mientras aseguraba a los asistentes que los demócratas “estamos centrados en el futuro, los otros, en el pasado”. Y advertía desafiante a su rival que conoce bien al tipo de hombres como él.

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Simpatizantes de Harris gritan “¡Kamala, Kamala!” durante su primer mitin en Wisconsin

El objetivo ahora es evitar que el nominado republicano vuelva a la Casa Blanca. Así que, la misma noche que Joe Biden anunció que se retiraba de la contienda por la reelección, el colectivo Win With Black Women improvisó un evento para cerrar filas en torno a Kamala Harris y en el que participaron 44.000 mujeres. En solo tres horas recaudaron 1,5 millones de dólares. Ese dinero se va a destinar a crear una infraestructura que movilice recursos hacia las contiendas más disputadas.

El electorado negro fue un sustento clave para Biden, es ideológicamente moderado y muy leal. Incluso le mostró su apoyo firme cuando la elite en el partido le presionaba para que abandonara la carrera. Ese respaldo se mantuvo hasta el último minuto el pasado domingo, cuando el desenlace ya era más que evidente. El hecho de que fuera vicepresidente con Barack Obama era un factor de aceptación adicional.

Una apuesta arriesgada

La apuesta por Kamala Harris es de por sí arriesgada, empezando porque dispone de solo un centenar de días para articular una campaña ganadora. El contraste es claro con Donald Trump y la elección de la persona que le acompañará en la nominación será crucial en este sentido para poder aplacar a JD Vance. Además, tendrá que aprender de los errores que acabaron con su candidatura en 2020 antes incluso de que pudiera disputar las primarias demócratas.

Kamala Harris vs Donald Trump - Internacional

Un montaje con Kamala Harris (izquierda) y Donald Trump (derecha) ante un posible duelo electoral

La doble condición de mujer de color es un arma de doble filo en un clima político tan polarizado. Es a la vez una fortaleza y una vulnerabilidad puede catalizar el entusiasmo entre el electorado progresista moderado y el rechazo del conservador tradicional. Está además el precedente de la campaña de Hillary Clinton, que logró resquebrajar aún más el techo de cristal, pero sin llegar a romperlo. Y esa misma aprensión recuerda a la que sintieron en 2008 cuando Obama buscó la presidencia con Biden.

Comienzan los insultos de Trump

Es evidente que hay millones de electores negros orgullosos con la candidatura de Harris como en su día por la de Obama y Clinton. Pero temen que el país en su conjunto no esté preparado para aceptar el hecho de que una mujer y de color sea presidenta. Esa incógnita es suficiente para crear nerviosismo ante mensajes en los que Trump ataca a su rival diciendo que “es más tonta que una piedra”. Sin embargo, es más bien una cuestión de prejuicios.

Las encuestas más recientes muestran algo en este sentido. Amplía a cuatro puntos la ventaja sobre Trump. Seis de cada diez demócratas creen que lo hará bien como presidenta y siete de cada diez negros rechaza a Trump, pese al esfuerzo que hizo para llegar a las minorías. Pero cuando se observa la opinión de los hombres adultos, solo tres tienen una visión positiva de Harris. Es esa intersección entre sexismo y racismo la que preocupa pese al repentino apoyo cerrado de todo el aparato demócrata.

Esa sensación a la vez de alivio y de preocupación por el momento en el que se produce el relevo no es sólo exclusiva del electorado de color. Mujeres blancas que esperaban que Hillary Clinton cruzara victoriosa la línea de meta hace ocho años se preguntan en los bastiones republicanos si Kamala Harris será capaz de convencer al electorado para que la vean más allá de su género y su origen étnico. Si no, el riesgo es que vayan en la dirección contraria.