Análisis

“La gente empieza a sentirse con el derecho de ser racista en Francia”

El discurso xenófobo del partido de Le Pen se puso a prueba en los comicios del domingo. El debate sobre la inmigración centró la campaña

“Me da miedo por mí, por mis amigos y por todas las personas que acompañamos en la asociación”, afirma Camila Ríos, venezolana residente en Francia desde hace 10 años, profesora de la Sciences Po y fundadora de la asociación UniR, dedicada a la inserción laboral de refugiados diplomados. Todos ellos dependen de visados, que podrían haber sido muy restringidos si Agrupación Nacional (RN), el favorito en las legislativas del domingo, ganaba y cumplía con las draconianas leyes anti-inmigración que ha prometido.

El candidato ultra a primer ministro Jordan Bardella, de madre italiana, dejó claro sus planes en el caso de que alcance la mayoría absoluta en la Asamblea: suprimir el derecho de suelo de la Constitución (un niño es francés si nace en suelo francés, aunque los padres sean extranjeros), vetar puestos claves del Estado a binacionales, dar preferencia a los franceses en las ayudas sociales y disminuir, de manera general, la admisión de inmigrantes en Francia.

Con efectos en la economía

Su aversión a los extranjeros hubiera dificultado no sólo, individualmente, la vida de millones de personas, sino también la propia economía del país. En la restauración, los inmigrantes son un 50% de la mano de obra en la región parisina; en la hostelería, un 40%.

Ríos llegó a París para estudiar un máster tras diplomarse en Ciencias Políticas. Descontenta con lo que considera el populismo de Nicolás Maduro, presidente desde 2013, esta venezolana de Caracas, que se denomina “de izquierda, tanto en mis acciones como en mis convicciones”, decidió probar suerte en Europa. Para ello, contó con una red de solidaridad de personas que le acogieron en Francia.

Su país de origen, detrás de Afganistán, tiene el segundo mayor número de desplazados del mundo -7,7 millones de personas, según la ONU. Pero Ríos sabe que es una privilegiada. Diplomada, profesora de una prestigiosa universidad, directora de una asociación con 11 empleados y miembro de la ejecutiva de la ONG Singa, en pro de emprendedores inmigrantes -liderada por el candidato socialista a las presidenciales de 2017, Benoît Hanon-. “Aun así, sigo siendo una persona que necesita un visado”. Más allá de los papeles, lo que le inquieta es el riesgo de que se normalice la xenofobia en el seno de la sociedad francesa y de las instituciones.

Una nueva etapa del discurso xenófobo

A lo largo de una década, Ríos estuvo activamente presente en momentos históricos de la crisis migratoria en Francia. Por ejemplo, en 2016, cuando un campamento precario con casi 10.000 refugiados, solicitantes de asilo y migrantes sin papeles, fue desmantelado por las autoridades en Calais (norte). Gran parte de ellos eran afganos, sudaneses y eritreos que huían de la guerra y soñaban con cruzar el canal de la Mancha hacia Reino Unido. El campamento, con sus tiendas de campaña y comercios, se conocía, despectivamente, como “La selva” y despertó una intensa xenofobia en esta zona portuaria de los Altos de Francia, bastión electoral de Marine Le Pen.

Francia

Carteles electorales de Jordan Bardella y Marine Le Pen

Ríos también participó de las manifestaciones contra la ley de la inmigración aprobada de finales de 2023 por el gobierno de Emmanuel Macron, que establece criterios más estrictos para la demanda de asilo, entre otros puntos. “Pero nunca he visto una situación tan mala. Estamos en riesgo de liberar y legitimar un tipo de discurso peligroso. La gente se siente con derecho de ser racista”, afirmó a Artículo14 esta activista de 35 años. Su asociación, que ha acompañado a más de 3.500 extranjeros -los números se duplican cada año-, sobrevive de fondos públicos y acuerdos con el Ministerio de la Educación y del Interior. Es el tipo de organización que no interesaría a una mayoría de extrema derecha.

La obsesión de los ultras

La inmigración motivó el voto de más de un tercio de los franceses en la primera vuelta de las legislativas, según un sondeo de Toluna Harris Interactive, y sigue siendo una de las banderas de los ultras de Le Pen. A los inmigrantes se les culpabiliza por la inseguridad y parte del colapso de la economía en el que, dicen, Francia está sumergida. Un sondeo de Ipsos apunta que un 62% de los franceses creen que hay demasiados inmigrantes en el país.

Islamofobia y racismo

La politóloga niega que sea la baja calificación de los inmigrantes la razón principal para el impulso de la extrema derecha. “Hay un componente importante de racismo e islamofobia”, advierte. Su asociación cuenta con numerosos casos de licenciados que trabajan como cajeros en supermercados o médicos que siguen como enfermeros. “Es gente diplomada y con años de experiencia laboral, pero que no logra obtener un puesto adecuado a sus capacidades”.

Para ella, la sociedad no juzga de la misma manera un migrante africano que un europeo. El ejemplo evidente -aclara- fue la movilización de la UE para acoger a los ucranianos que huían de la invasión rusa. “Si eres de origen africano, o negro, o musulmán”, la integración laboral es más difícil.

A juzgar por las palabras de Jordan Bardella, la venezolana puede tener razón. En octubre de 2023, el presidente del RN declaró en una entrevista a la radio France Info: “No veo el valor añadido de acoger a gente de Chechenia o de Afganistán”. Sin embargo, este domingo los franceses han dicho no a que Bardella y su grupo político pongan en marcha sus ideas en Francia. Con todo, en la segunda vuelta de las legislativas celebradas este domingo, el partido de Le Pen consiguió 143 diputados junto a sus socios conservadores, muy por encima de los 89 que tenía en la Asamblea anterior.

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