Sama Tubail, una niña gazatí de 8 años, pasa las horas en una improvisada tienda de campaña en Jan Yunis, una devastada ciudad al sur de la Franja de Gaza. Dentro de su precario refugio, que si nada cambia será su hogar familiar durante mucho tiempo, trata desesperadamente de peinar su cabellera. Es una misión imposible: le quedan solo unos endebles mechones en la parte posterior de su cabeza. Su larga y morena melena se esfumó.
“Estoy triste. No hay ni un mechón de pelo que peinar con mi cepillo, me aferro a él porque quiero cepillarme el pelo”, contó esta niña palestina a las cámaras de la CNN. Para ellos, las amenazas de Trump, que amenazaba con “hacer pagar con el infierno” a Hamás si no liberaba a los rehenes israelíes, son palabras vacías. Llevan sufriendo una situación catastrófica hace más de un año y medio, fruto de la ofensiva bélica israelí más devastadora de la historia sobre el enclave costero palestino.
‘Mama I’m tired, I want to die’ Doctors say Eight-year-old Sama Tubail hair loss is due to trauma after Israel’s barrage on Gaza. And she is not alone, the UN says nearly all of Gaza’s 1.2 million children need psychological support. @AbeerSalmanCNNhttps://t.co/YgJHiRbGKl
— Zahid Mahmood (@ZahidM_) March 18, 2025
Vuelta a la guerra
El tacticismo de Hamás y del gobierno de Israel, que con sus demandas maximalistas retroalimentan una espiral de guerra infinita, se acaba cebando sobre los civiles inocentes de Gaza. Tras dar la tregua por extinguida, el ejército israelí reanudó los bombardeos esta semana, en unos ataques que se cobraron más de 400 muertos, entre ellos muchos niños y mujeres. Las escenas que circularon en redes sociales eran devastadoras.
Con 8 años, Sama Tubail no solo perdió casi todo su pelo. Su infancia también se esfumó. Los médicos dicen que se le cayó el pelo por el estrés, cuando el agosto pasado la casa de sus vecinos fue bombardeada en Rafah. “Recuerdo como me peinaba, como me hacía trenzas, como me lo cepillaba”, prosigue. Encontró una figura sustituta, que espera que sea temporal: una muñeca barbie. “Cuando cepillo el pelo de la muñeca, me acuerdo de como cepillaba mi propio pelo”, lamenta.
Bullying
Junto a ella, la madre cuenta como Sama afronta las burlas de otros niños en Jan Yunis. Por inocencia o mala fe, no comprenden porque una niña tan pequeña está prácticamente calva. “Me acosan, me llaman niña mala, niña con cáncer, me preguntan porque llevo esta ropa. Así que dejé de jugar fuera, ahora solo juego con mis hermanas”, dice. La madre la arropa en sus brazos mientras rompe a llorar. Solamente sale para cargar garrafas de agua potable.
Debate con su madre una delicada situación: cortarse o no los últimos mechones que le quedan en la parte posterior de la cabeza. “Tiene miedo de que, si se los corta, no le vuelvan a crecer. Pero quiere tener algo de pelo de recuerdo”, cuenta la madre. La pequeña Sama se pregunta: “¿me quedaré así de calva el resto de mi vida? No quiero morir y que me crezca el pelo en el paraíso”.
Sistema sanitario colapsado
Con el sistema sanitario colapsado en Gaza por la guerra, la población civil depende del acceso de camiones de ayuda humanitaria, que transportan suministros médicos, comida, gasolina o tiendas de campaña. La tregua que entró en vigor a finales de enero dio un respiro al enclave: entre 600 y 900 camiones entraban diariamente. Además, el personal médico llegado desde el extranjero pudo movilizarse libremente sin las restricciones impuestas por el ejército israelí.
La distribución de ayuda, paralizada hace más de dos semanas como medida de presión de Israel sobre Hamás, es otro de los grandes retos. Con las carreteras en ruinas, las autoridades municipales gazatíes trataron de retirar escombros a marchas forzadas para facilitar la distribución.
El rol de UNRWA
Además, la delicada situación de la UNRWA, la agencia de la ONU responsable de los refugiados palestinos, dificulta la tarea. Israel acusó al organismo de estar infiltrada por milicianos de Hamás. Hay pruebas evidentes de que varios de sus integrantes participaron en la matanza del 7 de octubre. En respuesta, el gobierno israelí vetó las operaciones de UNRWA en el país.
Con la vuelta a la guerra y la negativa de Hamás de rendirse y entregar a los rehenes israelíes, la emergencia se acrecienta. Sin servicios básicos disponibles, la cura de los enfermos, vital para evitar más muertes, se torna una tarea imposible. Según las agencias humanitarias, los servicios educativos y psicológicos son fundamentales para iniciar una recuperación, que a estas alturas nadie sabe cuando podrá iniciarse.
Sin reconstrucción a la vista
Tampoco está sobre la mesa ningún plan de reconstrucción, más aún mientras el grupo islamista sostenga el poder. Ni Israel ni los países árabes de la región parecen dispuestos a que Hamás sostenga la gobernanza de la franja.
El trauma de Sama y su cabellera es el drama de una niña. Pero según la ONU, los 1,2 millones de niños que viven en Gaza necesitan apoyo psicológico urgente. “Es una generación entera traumatizada por la guerra”, sostiene el organismo. Para Sama, el gran sueño es que callen las bombas y poder volverse a peinar.