Salomé Zurabishvili (París, 1952) es la mujer que planta cara a la deriva autoritaria de Georgia. La jefa del Estado mantiene el pulso institucional con los dirigentes del partido gobernante, Sueño Georgiano, que se arrogaron la victoria en las elecciones legislativas del pasado 26 de octubre. Un proceso que, según concluyeron numerosos observadores electorales, estuvo plagado de irregularidades, especialmente en las zonas rurales del país caucásico.
Los partidos de la oposición proeuropea denuncian fraude. No reconocen los resultados oficiales. Tanto es así que incluso sus diputados se han negado a ocupar sus escaños en el nuevo Parlamento. Las fuerzas europeístas solo reconocen la autoridad que emana de Zurabishvili. Han cerrado filas en torno a la presidenta. Una figura política independiente que aterrizó en el Palacio Orbeliani de Tiflis hace seis años tras ganar en segunda vuelta unas elecciones en las que, paradojas de la historia, contó con el respaldo de Sueño Georgiano, formación a la que acusa ahora de amañar los comicios.
“Salomé Zurabishvili es la primera mujer presidenta de Georgia”, subraya la periodista georgiana Anna Gvarishvili en conversación con Artículo 14. “Consiguió transformar su imagen y reputación de figura muy controvertida a líder unificadora, y aunque personalmente tengo muchas dudas sobre su pasado, la respeto a ella y a su carácter decidido y obstinado”.
Gvantsa Natsvlishvili, estudiante y bloguera de tan sólo 20 años, coincide con Gvarishvili en describir como “muy controvertido” el pasado político y personal de Zurabishvili. “No era muy popular, no tenía mucho apoyo de la gente, su pasado político era muy vago, fue candidata presidencial de Sueño Georgiano y [el oligarca] Bidzina Ivanishvili la eligió personalmente”, explica. “También apoyó a Sueño Georgiano y sus políticas hasta los últimos dos años, y ha llegado a afirmar que Georgia inició la guerra [con Rusia] de 2008, aunque más tarde dijo que no era esa su intención”.
Descifrando a Zurabishvili
Nacida en el seno de una familia georgiana que abandonó el país tras su incorporación a la Unión Soviética en 1921, Zurabishvili pronto se convirtió en una de las diplomáticas más destacadas de Quai d’Orsay. Sirvió como embajadora de Francia en Roma y Washington, y también ante la ONU, la Unión Europea y la OTAN, antes de dirigir la Embajada francesa en Georgia en 2003.
Un año después, fruto de un acuerdo insólito entre los presidentes francés y georgiano, Zurabishvili asumió la cartera de Asuntos Exteriores en el Gobierno del prooccidental Mijaíl Saakashvili. Un hecho sin precedentes en la historia de la diplomacia, en palabras de Saakashvili.
De ministra pasó a ser diputada, y de diputada a presidenta. Sin embargo, Natsvlishvili considera que Zurabishvili no se convirtió en líder hasta su llegada a la presidencia, un cargo meramente simbólico, sin poder ejecutivo. “Antes no lo era y ahora representa al pueblo y al Estado, eso es lo que es para mí y no una líder de la oposición. Ella te diría lo mismo”, remata la bloguera.
“Zurabishvili es, en efecto, la principal figura de la oposición. Sin ella, no conseguirían llegar ni siquiera tan lejos como han llegado. Ella representa a la única institución legítima de Georgia y, por tanto, su estatus es muy importante”, añade Gvarishvili. “Desempeña un papel positivo en el proceso, ya que no hay nadie más como figura unificadora en la oposición, ella asumió ese papel y lo lleva con seguridad: conoce sus límites y no deja que nadie instrumentalice su capital social y político”.
En pleno choque institucional, Sueño Georgiano nombró a un nuevo presidente, Míjeil Kavelashvili. Un exfutbolista profesional de marcado perfil prorruso que ha acusado a los servicios de inteligencia occidentales de conducir a Georgia a una nueva guerra con Moscú como la que sufrió el país en 2008.
El exdelantero del Manchester City era el único aspirante a suceder a Zurabishvili, aunque la jefa de Estado saliente consideró su nombramiento una “burla a la democracia”. En lugar de convocar elecciones presidenciales directas, como dictaba la Constitución antes de la reforma de 2017, Sueño Georgiano constituyó a principios de diciembre el nuevo colegio electoral de 300 escaños integrado por miembros del Parlamento, los consejos municipales y las legislaturas regionales, copado por perfiles afines, para formalizar el trámite.
Mientras la formación prorrusa pasaba su rodillo por las instituciones, Zurabishvili celebraba una Marcha de las Madres frente a la residencia presidencial en Tiflis. “No se ha elegido a nadie. Nada ha cambiado. Seguiré con mi trabajo, ¿qué otra cosa puedo hacer?”, dijo aquel día a las mujeres que acudieron a la cita. Un día después, en rueda de prensa, ratificó su postura: “Lo que ocurrirá mañana en el Parlamento es una parodia. Será un acontecimiento totalmente carente de legitimidad, inconstitucional e ilegítimo”.
Transición minada
Está previsto que Kavelashvili tome posesión este domingo, pero Zurabishvili se niega a abandonar el cargo. “Sigo siendo vuestra presidenta: no hay Parlamento legítimo y, por tanto, no hay elecciones ni investidura legítimas”, escribió en la red social X, antes Twitter. “Mi mandato continúa”, zanjó.
Zurabishvili ha exigido la repetición electoral y la dimisión del primer ministro Irakli Kobajidze, un títere en manos de Bidzina Ivanishvili, el hombre más rico de Georgia, sancionado el pasado viernes por Estados Unidos, que amasó su fortuna en la Rusia en estado de descomposición de los años noventa y que controla con puño de hierro la estructura de Sueño Georgiano.
Kobajidze respondió a la presidenta con una amenaza velada: “Veremos dónde continúa su vida, entre rejas o en libertad. Espero que tenga suficiente sentido común para no violar la Constitución y el Código Penal, ya que esto amenaza con muchos años de prisión”, insistió.
¿Qué pasará este domingo? Gvarishvili responde: “Creo que abandonará el palacio presidencial, y también creo que es lo único sensato que puede hacer. Los edificios no representan la legitimidad de una institución; de lo contrario, Sueño Georgiano sería legítimo porque está sentado en el edificio del Parlamento, mientras que otros partidos políticos están en la calle”.
“Zurabishvili seguirá siendo la única presidenta legítima de Georgia hasta las nuevas elecciones parlamentarias y el hecho de que se siente físicamente en una residencia o no, no lo cambiaría. Creo que si decide quedarse allí, marginará todo el proceso. Nadie quiere ver las imágenes de la policía antidisturbios sacándola a la fuerza de la residencia”, subraya la periodista.
“En realidad no importa en qué cargo esté, la mayoría de nosotros la seguiremos considerando presidenta”, apunta Natsvlishvili. “Una cosa es segura: necesita una administración que, estoy seguro, la apoyará porque le es muy leal y la admira. Así que cuenta con el apoyo del pueblo, la administración y la legitimidad: puede ocupar cualquier cargo siempre que cumpla con su trabajo”.
“Las mujeres son el corazón de esta protesta”
A finales de noviembre, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que certificaba el amaño electoral en Georgia y exigía nuevas elecciones bajo la supervisión de un organismo independiente. El Gobierno de Kobajidze decidió responder a la Eurocámara suspendiendo las negociaciones de adhesión a la Unión Europea como mínimo hasta 2028. Leña al fuego. Aunque los Veintisiete ya habían congelado a finales de junio el proceso de integración de Tiflis, un proceso compartido con Kyiv y Chisináu, a la espera de que el Ejecutivo derogara la polémica ley de agentes extranjeros, una norma inspirada en los métodos legales del Kremlin para controlar a las organizaciones críticas.
Cientos de miles de georgianos salen desde entonces a las calles, enarbolando banderas europeas, para protestar contra la deriva autoritaria y prorrusa del Gobierno. Una batería de movilizaciones que guardan paralelismos con el Euromaidán de Ucrania. Las voces próximas a Moscú comparan el escenario de Tiflis con el que vivió Kyiv en 2014.
Las mujeres georgianas juegan un papel predominante en las movilizaciones. “Siempre han sido figuras emblemáticas de las protestas, y lo mismo ocurre ahora. Vemos a muchas chicas jóvenes y valientes en las calles, luchando contra la policía antidisturbios con sus propias manos, y para ellas es especialmente alentador que el presidente sea una mujer”, cuenta Gvarishvili.
“Las mujeres son y siempre han sido símbolos de las protestas georgianas, encontrarás mujeres de todas las edades, desde los 82 años hasta los niños. Puedes echar un vistazo al 9 de abril de 1989, gran manifestación en Tiflis exigiendo la independencia de la Unión Soviética, la mayoría de los muertos eran mujeres jóvenes”, añade Natsvlishvili.
“Georgia fue el primer país en conceder a las mujeres el derecho de voto activo y pasivo en las primeras elecciones del país, en las que resultaron elegidas cinco mujeres; también fue elegida la primera mujer musulmana. Hoy en día, la mitad de las personas que se paran en [la avenida] Rustaveli son mujeres, verás muchas marchas de mujeres, marchas de madres, mujeres hablando en las manifestaciones”, explica. “Las mujeres son el corazón de esta protesta. Las mujeres son el corazón de esta protesta y nadie puede negarlo. También en este tema hay que destacar a las mujeres periodistas”, sentencia.
La joven estudiante percibe la hostilidad del gobernante Sueño Georgiano hacia las mujeres: “Creo que, si te fijas en la retórica cada vez más anti-mujer de Sueño Georgiano y su campaña de desinformación, te darás cuenta de que las mujeres son un gran problema para ellos. Incluso si nos fijamos en los principales partidos que no son Sueño Georgiano, veremos que o bien tienen mujeres como número 1 en las listas de los partidos o como número 2”.
Violencia policial
La respuesta de las fuerzas de seguridad a las movilizaciones ha sido desproporcionada, según acreditan las organizaciones en defensa de los derechos humanos. Gas lacrimógeno, espray de pimienta, porras y cañones de agua para contener la indignación. Decenas de personas han resultado heridas en las movilizaciones. Y más de 400 han sido detenidas, según el recuento de la ONG Social Justice Centre.
Los manifestantes han sufrido “brutales tácticas de dispersión, detenciones arbitrarias y tortura”, denuncia Amnistía Internacional. El defensor del pueblo de Georgia también califica como “tortura” los episodios de violencia sufridos por los detenidos bajo custodia policial. Las autoridades georgianas han llevado a cabo varias redadas en las sedes de los partidos opositores. Han llegado a detener a algunos de sus cuadros dirigentes, entre ellos el líder de la oposición, Zurab Djapardze.
El alto grado de peligrosidad no ha evitado, sin embargo, que Zurabishvili haya hecho acto de presencia en las protestas. “Vuestro deber es proteger el Estado de este país y a sus ciudadanos. No es vuestro deber dispersar al pueblo. ¿Estáis al servicio de Rusia o de Georgia?”, preguntó la presidenta, en tono calmado, a los antidisturbios que cortaban el paso de los manifestantes en la céntrica avenida Rustaveli. “¿No respondes ante tu presidente? ¿No piensas en tu futuro, en tu país, en tus hijos o incluso en tus antepasados?”.
09:30 December 14 – #Tbilisi
President Salome Zourabichvili walked along Rustaveli Avenue in front of Parliament, where Georgian Dream is electing a president – a process she described as a “parody” yesterday. She was greeted by protesters chanting her name.#GeorgiaProtests pic.twitter.com/07luPyriu6
— Netgazeti (@netgazeti) December 14, 2024
La presidenta dice que su misión es “representar la voz de la gente que está en la calle”. “[Los manifestantes] necesitan tener a alguien en torno a quien agruparse y yo soy esa figura hasta que tengamos nuevas elecciones y hasta que tengamos un Gobierno legítimo”.
“Como mujer, estoy muy contenta de que la primera mujer presidenta no haya podido ser comprada y se mantenga leal a su país. Antes me preocupaba que Salomé estuviera desperdiciando el título de primera mujer presidenta de un país que tenía una monarca cuyo título era Rey y no Reina”, reflexiona Natsvlishvili.
Deserciones
Se han producido deserciones significativas en las filas de Sueño Georgiano, las primeras grietas. El partido de Ivanishvili ha visto cómo varios altos funcionarios de los ministerios de Defensa, Justicia y Asuntos Exteriores, entre los que figuran varios embajadores georgianos en países occidentales, han presentado su dimisión en las últimas semanas en señal de disconformidad con el Gobierno. La incógnita es si esas deserciones pueden ser el principio del fin o quedar como algo anecdótico.