Hace medio siglo, un evento inesperadamente pacífico y profundamente simbólico transformó la historia de Portugal y resonó más allá de sus fronteras. Se trata de la Revolución de los Claveles. Este acontecimiento no solo marcó el fin de casi cinco décadas de dictadura bajo el régimen de Salazar. También se convirtió en un faro de esperanza para movimientos pacíficos en todo el mundo. La imagen de los militares portugueses con claveles rojos adornando sus armas capturó la esencia de una revolución que, a diferencia de muchas otras, evitó el derramamiento de sangre y celebró la libertad y la democracia.
¿Qué fue la Revolución de los Claveles?
La Revolución de los Claveles, ocurrida el 25 de abril de 1974, marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea de Portugal. Este movimiento, liderado por el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) y compuesto en su mayoría por jóvenes oficiales, logró derrocar al régimen autoritario establecido por Antonio de Oliveira Salazar y perpetuado por su sucesor, Marcelo Caetano, sin recurrir a la violencia masiva. Lo que comenzó como un golpe militar se convirtió rápidamente en una insurrección popular. Y culminó en una revolución pacífica.
El descontento hacia el gobierno autoritario había ido en aumento. Estuvo alimentado por la censura, la represión y una guerra colonial prolongada y cada vez más impopular en África. Los costes humanos y económicos de los conflictos en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau eran enormes. Y, para muchos, insostenibles. Dentro de las Fuerzas Armadas crecía el descontento. Esto dio paso a la formación clandestina del MFA, que se propuso como objetivo la instauración de la democracia en Portugal.
La mañana del 25 de abril, los militares del MFA tomaron posiciones estratégicas en Lisboa. Tomaron el aeropuerto, la radio y puntos cruciales de infraestructura. Sorprendentemente, la población civil, al percatarse de las intenciones del MFA, se unió al movimiento en masa. Los lisboetas salieron a las calles para apoyar a los militares. Sin planearlo, transformaron un golpe de estado en una verdadera revolución popular.
Un aspecto único y simbólico de esta revolución fue la ausencia de violencia directa y el uso de claveles rojos. Los civiles comenzaron a colocar claveles en los fusiles y en las solapas de los soldados. Un gesto que simbolizaba la naturaleza no violenta y esperanzadora del levantamiento. Este acto dio nombre a la revolución y se convirtió en un símbolo poderoso de cambio pacífico.
La jornada terminó con la rendición de Marcelo Caetano, quien fue desterrado a Brasil, y la instalación de una junta provisional que prometió transitar hacia un sistema democrático. Esta transición, conocida como el Proceso Revolucionario en Curso (PREC), tuvo que enfrentarse a numerosos desafíos. Sin embargo, el 25 de abril permanece en la memoria colectiva como el día en que Portugal giró decisivamente hacia la democracia.
Los antecedentes políticos
La historia política de Portugal que precedió a la Revolución de los Claveles estuvo marcada por la dictadura y la represión. Desde 1932, Antonio de Oliveira Salazar había establecido un régimen autoritario conocido como el Estado Novo. Bajo su liderazgo, Portugal experimentó una estabilidad aparente, pero a un precio muy alto: la supresión de la libertad y la imposición de una rígida censura. Tras el empeoramiento de la salud de Salazar en 1968, Marcelo Caetano tomó las riendas del poder, prometiendo reformas que nunca llegaron a concretarse. En cambio, mantuvo muchas de las políticas de su predecesor, perpetuando un sistema cada vez más anacrónico y desconectado de las realidades del siglo XX.
Una de las cuestiones más acuciantes fue la guerra colonial que Portugal libraba en África. Desde principios de los años 1960, las fuerzas portuguesas combatían en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau contra movimientos independentistas. Estos conflictos no solo drenaban recursos económicos, también causaban un grave desgaste moral y físico en las fuerzas armadas. La guerra colonial se convirtió en una fuente de descontento tanto para la población civil como para los militares. Muchos de ellos comenzaron a cuestionar la justificación y el precio de mantener el control sobre las colonias.
Dentro de las Fuerzas Armadas, la disidencia fue creciendo silenciosamente. Los oficiales de rango medio y bajo, muchos de los cuales habían sido enviados a luchar en África, empezaron a formar el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). Este grupo no solo se oponía a la continuidad de la guerra, sino que buscaba un cambio político fundamental en Portugal. Los miembros del MFA se inspiraron en los ideales de democracia y libertad, y se comprometieron a acabar con décadas de dictadura mediante una acción decisiva.
La situación socioeconómica en Portugal también contribuía al ambiente de descontento. A pesar de algunos avances en infraestructura y economía durante el régimen de Salazar, gran parte de la población vivía en condiciones de pobreza y bajo estrictas restricciones políticas. La censura y la represión de cualquier forma de disidencia impidieron el desarrollo de un sistema político saludable y la participación ciudadana activa.
En este contexto, el descontento y la frustración acumulados estallaron en la Revolución de los Claveles. La combinación de una larga guerra insostenible, la falta de reformas significativas bajo Caetano y el creciente espíritu revolucionario entre los jóvenes militares creó las condiciones perfectas para un cambio radical. La revolución quería acabar con la dictadura, sí. Pero también cerrar un capítulo doloroso de la historia portuguesa y abrir la puerta a nuevas posibilidades de progreso y libertad.
La repercusión que tuvo a nivel internacional
La Revolución de los Claveles transformó la sociedad y el gobierno de Portugal, pero no se quedó ahí. Tuvo un impacto enorme a nivel internacional. El movimiento influyó en las políticas de descolonización y sirvió de inspiración para movimientos democráticos en todo el mundo.
Inmediatamente después de la revolución, el nuevo gobierno portugués adoptó una política de descolonización rápida. Lo cual supuso un cambio drástico con respecto a la administración anterior. En 1975, apenas un año después de la revolución, Portugal concedió la independencia a Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe. Este proceso acabó con los conflictos coloniales que habían agotado los recursos del país y marcó el final de la era imperial portuguesa en África. La descolonización portuguesa fue muy notable porque se realizó de manera relativamente rápida. Y, en algunos casos, pacífica. Esto contrastaba con los prolongados conflictos con los que tuvieron que lidiar otras potencias europeas en sus territorios coloniales.
La Revolución de los Claveles también tuvo un efecto dominó en otras dictaduras. En España, la transición pacífica a la democracia que siguió a la muerte de Francisco Franco en 1975 estuvo parcialmente influenciada por los eventos en Portugal. Observando la transición de su vecino, muchos en España (tanto en el gobierno como en la oposición) vieron la posibilidad de una transformación similar sin recurrir a la violencia. Además, en América Latina y otras partes de Europa, los movimientos democráticos tomaron la Revolución de los Claveles como un ejemplo de cómo las fuerzas militares podrían jugar un papel en la promoción de cambios democráticos en lugar de apoyar regímenes autoritarios.
La respuesta internacional a la Revolución de los Claveles fue en gran medida bastante positiva. Países de todo el mundo vieron con esperanza la transición pacífica hacia la democracia. Sin embargo, en el contexto de la Guerra Fría, la revolución también suscitó preocupaciones. Especialmente, en Estados Unidos y en la OTAN. A fin de cuentas, la posible influencia comunista en el nuevo gobierno portugués asustaba, dado el apoyo del Partido Comunista Portugués al MFA. No obstante, con el tiempo, Portugal demostró su compromiso con un proceso democrático pluralista. Las dudas se disiparon a golpe de democracia.
El 25 de abril y sus consecuencias no solo cambiaron el mapa político de Europa. También demostraron que era posible realizar cambios profundos y significativos mediante procesos pacíficos y participativos. La Revolución de los Claveles pervive a día de hoy como un poderoso testimonio de la capacidad de las personas para alterar el curso de su historia nacional. Un símbolo inspirador para las luchas democráticas en todo el planeta.