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El reto de ser científica en la Argentina de Milei

El presidente también ha pasado la "motosierra" por los laboratorios argentinos. "Las cuentas de luz son exorbitantes. Además están las horas de limpieza recortadas. Nos pusimos a limpiar", denuncia la laureada Raquel Chan

Argentina

La científica argentina Raquel Chan

“Nosotros teníamos ocho horas de limpieza por día. Por falta de presupuesto, en febrero se redujo a dos horas. Ahora subieron a cuatro, pero yo manejo un instituto de unos 2.000 metros cuadrados, entre invernaderos, oficinas, aulas y laboratorios. Cuatro horas es insuficiente. Esto implicó que decidiéramos comprar elementos de limpieza para que cada investigador barra y limpie. De otro modo es imposible trabajar”. La que habla es una investigadora argentina multipremiada. Desarrolló semillas para cultivo resistentes a la sequía. Su nombre, Raquel Chan.

En una entrevista con Artículo14, compartió los sinsabores que atraviesa el sistema científico argentino desde la asunción presidencial de Javier Milei. Es bioquímica y bióloga molecular abocada a las ciencias agrarias, doctora por la Universidad Nacional de Rosario, investigadora superior del Conicet y directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (UNL-Conicet).

La sigla del organismo de ciencia local significa “Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas”. Tiene unos 10.000 investigadores, más de 11.000 becarios de doctorado y postdoctorado, más de 2.600 técnicos y unos 1.500 administrativos. Trabajan en casi 300 institutos dedicados a temas de ciencias duras y sociales a lo largo y ancho del país.

Esa cifra, sin embargo, quizás no esté actualizada: muchas de esas personas, en particular un número difícil de estimar de administrativos del Conicet (“que sostienen el funcionamiento del sistema”, dice Chan), vinieron estando contratados por el famoso Artículo 9, norma que habilita la contratación anual de personal transitorio. “Este gobierno dijo ‘hay que achicar’ y cortó por el hilo más débil. Es gente que quizás ni puede hacer juicio laboral”, señaló, en alusión a la amenaza de Milei de desvincular a 70.000 empleados estatales, tarea que hasta ahora se llevó puestas a 20.000 personas, pero varios contratos que eran anuales, en marzo fueron renovados por tres meses. Arrancando junio, muchos tejen y destejen.

Milei

El presidente de Argentina, Javier Milei

En cuanto a los becarios del sector científico, es sabido que los ingresos a la llamada “Carrera del Investigador”, que tiene distintos escalafones, solía abrir 1.300 vacantes por año, pero en 2024 solo se habilitaron 600 becas, que hace unos días fueron ampliadas a 720. También los doctorandos deben renovar las suyas. Según se pudo averiguar, muchos que quizás llevaban dos años trabajando en sus tesis de doctorado, al no recibir una renovación de la beca (aun cumpliendo exigentes requisitos para lograr la continuidad), abandonaron o se fueron del país.

Todo esto contó Chan. Por cierto, es investigadora Superior del Conicet, la máxima categoría a la que un científico puede aspirar en Argentina. Ella y su equipo, a pesar de estar abocados a un tipo de desarrollos cruciales para paliar los efectos del cambio climático, cada tanto deben pasar el trapo.

El recorte a la ciencia argentina

En este contexto de “motosierra” y achicamiento estatal, el Gobierno también frenó la maquinaria científica “freezando” el otorgamiento de subsidios a través de distintos programas. Hablamos de investigadores con proyectos de investigación de años que, por falta de recursos para trabajar, hoy sienten absoluta incertidumbre.

Es que, promediando la mitad del año, el ex Ministerio de Ciencia y Tecnología (ahora rebajado a la categoría de secretaría y renombrado como “de Innovación, Ciencia y Tecnología”) lleva ejecutado solo el 2% de su presupuesto anual. “Esto sin contar que se prorrogó el presupuesto de 2023”, recordó Chan. No sería un problema si la inflación interanual medida en abril no superara el 320%.

En este contexto surfea la científica, una mujer que de embates sabe bastante. A los 16 años debió exiliarse del país, amenazada por su participación en el centro de estudiantes del colegio secundario por la Alianza Anticomunista Argentina (la famosa Triple A), previo al Golpe de Estado que abrió el nefasto capítulo de la última dictadura militar. Eran los días del gobierno de María Estela Martínez de Perón, “Isabelita”. Chan volvió a la Argentina después de 1983, ya en democracia.

Los sentimientos encontrados de la científica Raquel Chan

La científica vive y trabaja en Rosario, una ciudad muy importante del país (en la provincia de Santa Fe), pero que no tiene las facilidades que da el radio porteño. Sin embargo, la tecnología HB4, desarrollada por ella en base a un componente de la planta de girasol, la puso en la primera línea de la ciencia nacional.

Partió de una pregunta que “con el diario del lunes” parece obvia: ¿Cómo es que al girasol -y a otras plantas- no les afecta el estrés hídrico? A lo largo de años, a partir de ese componente logró desarrollar semillas transgénicas resistentes a la sequía. Hoy están patentadas las de trigo y las comercializa la empresa Bioceres. Por supuesto trabaja en nuevos desarrollos, incluyendo alternativas que soporten otras adversidades del cambio climático, como inundaciones o cambios bruscos de temperatura.

Desde la niñez

Artículo14 le preguntó a Chan cuándo empezó a masticar estas ideas, o sea, cuándo empezó todo. “En la escuela primaria”, contó. “Uno va sumando conocimiento sobre conocimiento. No se hubiese podido llegar a lo que llegamos sin todo lo que estudiamos e investigamos antes”, dijo.

En las fotos luce apacible, deleitada por sus plantas. Sin embargo, reflexionar sobre la dura radiografía argentina se llevó puesto ese ánimo: “En ciencia pasa lo que en muchas áreas. No hay un plan. O si lo hay, nadie lo entiende. Al no haber gestión, los organismos están paralizados. El resultado es un vaciamiento de la ciencia”.

De los tediosos ribetes domésticos de estos días, habló indignada: “Lo que es funcionamiento, el pago de luz, recarga de matafuegos, seguridad, reparación de equipos… hasta ahora, por resolución, mandaron lo correspondiente a 2023, que fue votado en octubre-noviembre de 2022, sin contar la inflación. No alcanza para nada”.

Las cuentas de luz son exorbitantes, por los aumentos. Además están las horas de limpieza recortadas. Nos pusimos a limpiar. Y también es crítico el tema ‘seguridad’. Como tenemos cultivos, estamos en un predio de 30 hectáreas que tiene un guardia en la entrada por la mañana. A la noche debería haber un refuerzo porque es una zona complicada (N. de la. R: Rosario lidera el ranking nacional de homicidios por habitante), pero el guardia nocturno debió anularse. No se puede pagar”, se lamentó.

“La luz nos pidieron que redujéramos el consumo, lo que en parte se puede hacer, pero tenemos cámaras de cultivo y tenemos que usar luz artificial simulando natural. Al final tuvimos que cambiarles a las plantas el horario para que impacte menos el precio del kilovatio”, contó.

Fuga de cerebros

“Yo estoy en una categoría alta y no me puedo quejar, pero por los sueldos depreciados se me acaban de ir dos investigadores. La gente se cansa de no llegar a fin de mes o de estar privándose de cosas. Es gente muy calificada y en el exterior ganan mejor. La pasan mejor”, analizó la científica.

Ahora bien, ¿por qué pasa esto? Para Chan, “este gobierno no cree en el Estado. No es ni siquiera un gobierno de derecha que ajusta. Porque si uno dijera ‘el Estado gasta mucho’, lo achica con un plan. El problema es que no creen en la presencia del Estado”.

“Ahora bien, sin ciencia básica los países no salen para adelante. Está estudiado a nivel mundial. De hecho, las empresas de base tecnológica se basan en la ciencia que hizo y financió el propio Estado. Toman proyectos del sector público, como hizo Bioceres con nuestro trabajo, y se nutren de ellos para escalarlos”, evaluó.

“Terrible para Argentina”

“Estoy muy preocupada. Por este camino están vaciando todo. Quizás están a tiempo de revertirlo, pero no creo que lo hagan. Es terrible para la Argentina. Las personas se van a ubicar en uno u otro lugar, pero el país se va al cuerno”, lanzó Chan, y cerró: “Está todo muy feo y no hay un convencimiento de que haya que invertir en ciencia. Israel, Corea o Noruega destinan el 4% o 5% del PBI a ciencia. Argentina, el 0,33%. Pero esa cifra era antes de que asumiera esta gente. Yo quiero ser optimista. Suelo serlo, pero cuesta. Soy científica y la evidencia experimental me dice que no hay nada que me pueda llevar al optimismo”.

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