No será el desaparecido Ebrahim Raisi, conocido como el “carnicero de Teherán” un presidente precisamente llorado por las mujeres iraníes. Muerto a los 63 años y a punto de cumplirse tres ocupando el segundo puesto de mayor responsabilidad de la República Islámica de Irán -por detrás del jefe del Estado y Líder Supremo, el ayatolá Ali Jamenei—, el político y alfaquí nacido en Mashdad será recordado por regresar a las posiciones tradicionalmente más conservadoras tras el paso por la presidencia del régimen de Hassan Rohani durante ocho años.
El inconcluso mandato presidencial de Raisi pasará también a la historia iraní como el de la revolución protagonizada por las mujeres a raíz de la muerte de una joven kurda de 22 años, Mahsa Amini, en custodia de las fuerzas de seguridad -la conocida como Policía de la Moral— el 16 de septiembre de 2022. La estudiante fue detenida en las calles de Teherán, adonde se había desplazado para pasar unos días con su familia, por no llevar bien colocado el velo islámico o hiyab.
Castigo a las mujeres sin velo
Amini fue víctima de un decreto firmado por Raisi el 15 de agosto de aquel año que endurecía los castigos a las mujeres que no llevaran el velo. A partir de la aprobación del citado decreto, las mujeres que se atrevieran a difundir imágenes propias sin cumplir con las normas indumentarias del régimen se jugaban la posibilidad de perder sus puestos de trabajo y aquellas que se mostraran sin hiyab se arriesgaban a perder sus derechos sociales durante un año.
Apenas un año después de asumir la presidencia -su victoria en las elecciones de 2021 fue la más rácana en apoyos, apenas un 62% de los sufragios para su candidatura—, Raisi se enfrentó con una de las mayores olas de protesta en las calles iraníes de los últimos años.
El rechazo al uso del hiyab se convirtió entonces en un símbolo de la resistencia democrática de las mujeres iraníes. En las redes sociales se sucedían las fotografías y vídeos de mujeres deshaciéndose de los velos e incluso quemándolos en señal de rebelión contra la teocracia nacida en 1979.
Represión
La represión gubernamental y el paso del tiempo hicieron languidecer las protestas durante 2023. Decenas de miles de personas fueron detenidas y más de medio millar de ciudadanos, casi 70 de ellos menores de edad, murieron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad o ejecuciones, según varias organizaciones no gubernamentales. A pesar del descontento por el deterioro de la situación económica -una inflación desbocada— y meses de contestación en las calles, el Gobierno presidido por Raisi salió airoso del pulso. Ello le permitió avanzar con sus planes nucleares y armamentísticos y consolidar la expansión de la influencia iraní mediante fuerzas interpuestas por todo Oriente Medio a partir de afinidades religiosas -el islam chií— u objetivos estratégicos comunes.
En abril de 2023, al respecto del uso del velo Raisi aseguró que “si alguna gente dice no creer en él, es bueno emplear la persuasión. Pero lo importante es que hay una exigencia legal”. En septiembre del año pasado y en un encuentro con el secretario general de la ONU António Guterres, Raisi aseguró que “la presencia incomparable” de las mujeres iraníes en campos como el de la ciencia, el deporte o la cultura “eran un ejemplo de la preocupación de la nación por los derechos de las mujeres”. Sin embargo, un informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU aseguraba en marzo de este año que las autoridades iraníes cometieron “crímenes contra la humanidad” durante las protestas de 2022 y 2023.
Un régimen obsesionado con la vestimenta femenina
Las declaraciones de Raisi a Guterres en vísperas de la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2023 coincidían con el aniversario de la muerte de Mahsa Amini y con la aprobación en el Parlamento de un nuevo proyecto de ley que endurecía los castigos para las mujeres que osaran violar los códigos de vestimenta de la República Islámica, la auténtica obsesión del régimen. Las infractoras se arriesgan desde entonces a sufrir penas de prisión de hasta diez años por desafiar el uso del hiyab.
Antes de convertirse en presidente, Raisi había sido líder de la judicatura iraní y fiscal en varias ciudades del país. Sus actuaciones judiciales lesivas de los derechos humanos le granjearon la reprobación de la UE y EEUU, que le sancionó en 2019.
Tendencia continuista
Por todo su historial, no han faltado en redes sociales las celebraciones de figuras destacadas del movimiento en defensa de los derechos de las mujeres en Irán de la muerte este domingo del presidente y su ministro de Exteriores, Hossein Amirabdollahian, en una zona montañosa del norte del país cuando ambos regresaban en helicóptero desde Azerbaiyán.
Con todo, los especialistas en Irán no creen que el sucesor de Ebrahim Raisi -el régimen deberá celebrar comicios presidenciales en un plazo de 50 días— vaya a ser un político reformista, con lo que los derechos de las mujeres seguirán siendo violados en el país persa.
“Teniendo en cuenta cómo están configuradas las instituciones del país, especialmente, la Asamblea de Expertos y el Consejo de Guardianes y, sobre todo por la herencia de Jameneí, el próximo líder sería de la misma tendencia continuista. Sin embargo, hoy en día, la República Islámica se enfrenta a uno de los problemas más comunes de los regímenes revolucionarios: cómo sobrevivir a sus propios fundadores. Y la muerte del presidente solo ahondaría más en esta crisis de caras visibles dentro de un sistema político muy cuestionado por gran parte de la población”, augura para ARTÍCULO 14 el analista político Daniel Bashandeh.