Reino Unido ha tenido reinas, primeras ministras y mujeres al frente de la judicatura, pero hay un cargo que, hasta ahora, jamás había llevado nombre femenino: la cancillería del Tesoro, equivalente al Ministerio de Economía y Hacienda y segundo en importancia en el organigrama institucional británico, solo por detrás del jefe del Ejecutivo. Las generales celebradas este jueves han puesto fin a una hegemonía masculina que duraba más de 800 años, con la mudanza de Rachel Reeves al Número 11 de Downing Street (residencia de quienes ostentan el título denominado en inglés Chancellor of the Exchequer).
Es más que probable que Reeves, nacida en Londres hace 45 años y “empollona” confesa, tenga ya un plan para sus primeros 100 días al frente de la sexta economía del planeta, dada la elocuente mayoría que las encuestas otorgaban de manera consistente a su partido. No en vano, el desafío que afronta es suficiente para desincentivar al político más osado, con un crecimiento estancado, la mayor carga fiscal en 70 años y una deuda pública en máximos inéditos desde la década de los 60; pero esta antigua niña prodigio del ajedrez espera que las lecciones aprendidas con el escaque le permitan gestionar con éxito el cáliz envenenado que hereda.
“Social demócrata”
La profunda renovación que Keir Starmer imprimió al Laborismo tras asumir el relevo de Jeremy Corbyn, un líder de vocación más a la izquierda, encaja como un guante en el credo de Reeves, quien cuando es preguntada si es socialista, tiende a responder que se considera “social demócrata”. Precisamente esta tendencia menos purista, tradicionalmente menos ideológica de entre las corrientes que conviven en la izquierda británica, llegó a generarle problemas internos, con campañas para deseleccionarla, a favor de un candidato más afín con la doctrina anterior, en la circunscripción de Leeds West, que ostenta desde 2010, año en que los laboristas pasaron a la oposición, tras 13 en el poder.
Su ascenso fue, de hecho, relativamente reciente, aunque meteórico, y su índice de aprobación estaba muy por encima de Jeremy Hunt, el hombre a quien ha reemplazado en el Número 11. A diferencia de Starmer, ella rechazó participar en el equipo de Corbyn; y tampoco fue la primera opción del actual líder, quien, al ponerse al frente, había nombrado a otra mujer, Anneliese Dodds, como responsable de Economía y Hacienda (en inglés, Shadow Chancellor), la plataforma de lanzamiento para cualquier aspirante de la oposición al puesto oficial del Gobierno.
El recambio en mayo de 2021, cuando Reeves pasó a dar la réplica a quien por entonces era canciller del Tesoro, Rishi Sunak, ahora ex ‘premier’, resultó clave para cambiar la percepción de competencia económica del Laborismo. Desde su nombramiento, esta antigua economista del Banco de Inglaterra se dedicó a cortejar al músculo privado con incontables encuentros, la mayoría desayunos a base de salmón ahumado y huevos, para integrar a los líderes empresariales en su estrategia para relanzar la agónica economía británica.
Y es que frente a la ortodoxia de impuestos y gasto tradicionalmente atribuida al Laborismo, Reeves, casada con un alto funcionario del Estado a quien conoció en Washington, donde trabajó durante un tiempo en la Embajada británica, apuesta por el crecimiento como pilar y la educación como hilo conductor. Su afiliación al Laborismo tuvo lugar, precisamente, poco antes de la primera victoria electoral de Tony Blair en 1997, atraída por el mantra del por entonces pujante líder de “educación, educación, educación”.
En su habitación de sus años de estudiante en la Universidad de Oxford, donde se licenció en Filosofía, Política y Economía (PPE, en sus siglas en inglés, el título más habitual entre la clase dirigente británica), colgaba un retrato de Gordon Brown, quien hasta 2007 había ostentado el cargo al que ella aspira ahora. Las ambiciones de este de mudarse al Número 10 eran conocidas desde la arrolladora victoria del Nuevo Laborismo, pero Reeves dice no tener aspiraciones sucesorias y que, frente al explosivo tándem Blair-Brown, con Starmer aspira a construir una relación más parecida a la que los conservadores David Cameron, como ‘premier‘ y George Osborne, como ministro de Economía, formarían desde 2010 hasta 2016, cuando el referéndum del Brexit impuso su abrupto exilio de Downing Street.
Acabar con la brecha salarial
Hija de dos maestros de Primaria que se separarían cuando ella tenía siete años, Rachel Reeves es consciente de los techos de cristal y confiesa que el legado que desearía dejar, en la cancillería del Tesoro, es acabar con la brecha salarial por motivo de género. Ella misma admite que hay dos axiomas que siempre ha querido demostrar: “Que una chica puede ser exactamente tan buena como un chico; y que una chica de procedencia ordinaria puede ser tan buena como un chico de clase privilegiada”.
Lo extraordinario, sin embargo, es que no solo ella ha desafiado las expectativas, sino también su hermana, Ellie: ambas son diputadas y forman parte de la cúpula directiva del Laborismo, algo que a Rachel, la mayor, la hace sentirse “especialmente orgullosa”. “La gente no espera que chicas como nosotras, de los colegios que venimos, no nacidas en familias privilegiadas, ni políticas, lleguemos a trabajos así”, decía hace poco en una entrevista. Como prueba, ella fue tan solo la tercera estudiante de su instituto que logró una plaza en Oxford y este 2024 ha asentado el hito de ser la primera mujer canciller del Tesoro.