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¿Quién mandará en el mundo si EE UU renuncia a liderar el mundo libre?

Planeta Trump
Trump frente al mundo
KiloyCuarto

Desde una perspectiva doméstica los aranceles impuestos por Donald Trump a todo el mundo se explican al menos con dos intenciones declaradas, el retorno de las fábricas a suelo patrio y la sustitución del impuesto sobre la renta por los ingresos generados por dichos aranceles. Si lo logra o no es un tema que atañe internamente a los estadounidenses. Por ahora solo queda reconocer la legitimidad de su decisión enmarcada en su programa de Gobierno America First, el cual está cumpliendo.

Pero desde un punto de vista geopolítico y global este tema merece mayor análisis, porque en la práctica constituye nada menos que la renuncia formal de Estados Unidos a liderar el mundo. Algo que, como toda renuncia, también es legítimo. El problema ahora se resume en quién llena ese vacío de poder, o sea, quién mandará ahora en el mundo. Casualmente esa fue la pregunta que intentó responder Ortega y Gasset hace casi un siglo en la segunda parte de su famoso libro “La Rebelión de las Masas”, escrito en el período entreguerras bajo la premisa de la decadencia y desmoralización de Europa, que era la que dejaba el vacío en ese momento.

Ante el caos y la desmoralización

Ortega y Gasset advertía el fin de los tres siglos de hegemonía europea y lo que más le preocupaba entonces era no poder determinar quién la iba a sustituir, porque para el filósofo cuando deja de mandar alguien, los demás se quedan sin programa de vida y se produce caos y desmoralización. La historia respondió luego su pregunta y el vacío dejado por la crisis de los valores occidentales fue llenado por el auge de nacionalismos totalitarios que llevaron a Europa a una segunda guerra mundial. Y fue ahí cuando se dio finalmente la sustitución de mando de parte de Estados Unidos y la Unión Soviética, quienes ganaron la guerra y se repartieron a Europa en zonas de influencia. Primero el caos (la guerra) y luego un nuevo orden mundial.

Howard Lutnick, secretario de Comercio de Estados Unidos, sostiene un cartel durante un anuncio de aranceles en el jardín de rosas de la Casa Blanca
Efe

Lo curioso es que Ortega y Gasset en su ensayo escrito antes de la Segunda Guerra Mundial analizó directamente la posibilidad de que Nueva York o Moscú, como se refería a las futuras dos potencias, se convirtieran en la alternativa al mando europeo. Para Ortega ambos eran parcelas europeas que no representaban nada nuevo. En el caso de los rusos decía que habían copiado el dogma marxista (filósofo alemán), mientras que los americanos habían aplicado la técnica, también de origen europeo. En todo caso fue premonitorio, porque fueron justo ellos los que ganaron luego la guerra para llenar finalmente el vacío de mando mundial de la otrora Europa imperial. Luego, como era de esperarse, la técnica le ganó al dogma y quedó Estados Unidos como heredera única bajo el paraguas de lo que se llamó “mundo libre”, una continuidad de las normas y valores occidentales (made in Europe).

EE UU abandona el principio de libre comercio

Por tal razón, Europa ha seguido mandando sin mandar, o sea, sin pagar el costo de sostener el imperio de sus valores, gracias a una especie de relevo generacional en el que le pasó el testigo a un hijo cultural suyo. Pero ahora el hijo se ha revelado y Estados Unidos ha decidido liberarse de dicha responsabilidad, abandonando nada menos que el principio de libre comercio global. Y no solo eso, la cercanía con Rusia y el inocultable desprecio a Europa de su nueva Administración, un parricidio a toda regla, plantea de plano un nuevo paradigma cuyas consecuencias son imposibles de imaginar todavía. Por eso es por lo que la pregunta que se hizo Ortega en 1930 tiene tanta o más vigencia en este momento: ¿Quién manda en el mundo?

Si nos ceñimos a la historia reciente y a los propios postulados de Ortega y Gasset, es previsible que ese vacío de poder sea llenado en principio con fuerza bruta. Ahí está a la vista el auge de los nacionalismos para más deja vù. Pero eso no responde la pregunta, porque como advierte el propio filósofo el mando es el ejercicio normal (pacífico) de la autoridad, el cual se funda siempre en la opinión pública, porque el poder no es fuerza bruta sino opinión. Con esta premisa de punto de partida, debemos intentar dilucidar cuál será el sistema de ideas preponderantes de esta etapa que comienza. Y he aquí el problema, ¿Cómo identificar a la opinión pública en la sociedad actual? ¿Existe desde un punto de vista global o está fragmentada para siempre? Ortega le atribuye a la Edad Media esa característica de déficit de opinión pública para justificar su barbarie, causado por le preponderancia de lo divino sobre lo terrenal.

Putin
Muñecas tradicionales rusas de madera representan al presidente ruso Vladimir Putin y a Donald Trump
Efe

Pero los grandes tiempos son de orden y mando, basados en la opinión. ¿Es esto lo que está llegando a su fin finalmente? ¿Los ciclos de la historia nos llevará a una nueva Edad Media en términos de déficit de mando y opinión pública? Solo Europa lo podría evitar, encontrándose a sí misma y relanzando sus valores occidentales, basados en la libertad, la igualdad y, sobre todo, en la pluralidad, palabra extraviada ya. Porque como también dijo Ortega y Gasset: “El Estado no es nada inerte, dado y limitado. Es un puro dinamismo, la voluntad de hacer algo en común”. Lo primero es determinar qué es ese algo en común que se quiere hacer; el proyecto, la gran empresa o el destino histórico. Y para eso es preciso superar la polarización ideológica y construir consensos, lo cual luce casi imposible a la luz de las dinámicas actuales. Pero ese es el reto que una “minoría selecta” debe asumir para conducir a las “masas”, para decirlo también en términos orteguianos y completar así el paralelismo con esa obra maestra que cumplirá pronto el centenario.