Russell Vought, un nombre que está ganando cada vez más protagonismo en la política estadounidense, ha emergido como una figura clave en la estrategia de Donald Trump para remodelar el gobierno federal en su segundo mandato. Conocido por su firme oposición al “estado administrativo” y su defensa del “nacionalismo cristiano”, Vought se perfila como el cerebro detrás de un plan radical para transformar la estructura del poder en Estados Unidos. Pero, ¿quién es Vought y por qué es tan importante para Trump?
Russell Vought es un político y estratega conservador que sirvió como director de la Oficina de Gestión y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) durante los últimos dos años del primer mandato de Donald Trump. En este puesto, Vought se convirtió en un defensor acérrimo de lo que él llama “radicalismo constitucional”. Una interpretación estricta de la Constitución que busca concentrar el poder en la presidencia y desmantelar gran parte de la burocracia federal.
Para Vought, el actual “estado administrativo” de Estados Unidos —conformado por agencias reguladoras independientes como la Agencia de Protección Ambiental (EPA) o la Reserva Federal— es incompatible con los principios de autogobierno que establece la Constitución. En su opinión, estas instituciones se han convertido en una “cuarta rama del gobierno” que opera fuera del control democrático.
La visión de Russell Vought sobre el “estado administrativo”
Russell Vought es uno de los principales críticos del crecimiento del gobierno federal desde principios del siglo XX. Argumenta que el Congreso, los tribunales y los presidentes han permitido que las agencias reguladoras acumulen un poder excesivo, alejándose de los principios de separación de poderes. En sus palabras, esto ha llevado a un “momento post-constitucional” en el que los ciudadanos están gobernados por burócratas no electos que imponen su propia agenda.
En su participación en el Proyecto 2025, una iniciativa liderada por la Fundación Heritage para diseñar la estrategia de un futuro gobierno republicano, Vought ha delineado cuatro áreas clave para reformar el sistema federal:
- Rechazo de la independencia burocrática: Vought argumenta que las agencias del ejecutivo deben estar completamente subordinadas al presidente.
- Recuperación del poder de impoundment: Propone que el presidente pueda retener fondos aprobados por el Congreso, algo que fue limitado en 1974.
- Eliminación de protecciones laborales para empleados federales: Vought respalda el despido de burócratas que no estén alineados con la agenda presidencial.
- Transparencia y simplificación: Busca reducir la clasificación excesiva de documentos y el presupuesto oculto de agencias como la CIA y el FBI.
El apoyo de Donald Trump a pesar de las controversias
Donald Trump ha depositado una enorme confianza en Vought para implementar estos cambios. Durante su primer mandato, Vought fue uno de los responsables de ejecutar las políticas más controvertidas del gobierno, incluida la eliminación de protecciones para empleados federales y el intento de retener fondos asignados al extranjero. Fue el caso de Ucrania, que llevó al primer juicio político contra Trump.
En su segundo mandato que acaba de dar comienzo, Donald Trump planea expandir las reformas iniciadas por Vought, utilizando herramientas legales y ejecutivas para consolidar su control sobre el gobierno federal. Según Vought, esta estrategia es esencial para devolver el poder al pueblo estadounidense y eliminar lo que él llama una “burocracia despierta y armada”.
El perfil de Russell Vought no está exento de críticas. Su enfoque agresivo para reducir el poder de las agencias federales ha sido calificado por sus opositores como un intento de “deconstrucción del estado administrativo”. Una frase popularizada por Steve Bannon, por cierto. Los críticos argumentan que estas medidas podrían debilitar instituciones esenciales para la gobernabilidad y la seguridad nacional.
Además, su autoproclamado “nacionalismo cristiano” y su participación en medios conservadores como la entrevista reciente con Tucker Carlson han polarizado aún más su figura. Sus detractores lo acusan de promover una visión ideológica que podría socavar la neutralidad institucional del gobierno. Desde luego, a Donald Trump le viene como anillo al dedo.