El nombre de Hasán Nasralá, líder de Hezbolá, está en el centro de las tensiones actuales entre Israel y el Líbano. Los recientes bombardeos sobre Beirut han generado incertidumbre respecto a su situación. El objetivo de Israel era claro: eliminar al hombre que ha liderado la milicia chií más poderosa del mundo árabe durante más de tres décadas. Pero, ¿por qué se considera a Nasralá como el mayor enemigo de Israel y qué lo convirtió en el objetivo prioritario de una guerra total?
Los orígenes de Nasralá: un líder desde las sombras
Hasán Nasralá nació en 1960 en Bourj Hammoud, un distrito multicultural al este de Beirut. Allí coexistían comunidades armenias, cristianas y musulmanas. Desde joven, Nasralá mostró un profundo interés por la teología y se formó en seminarios chiíes en Irak y Líbano. Fue en estos años de juventud cuando comenzó a gestarse su carrera como líder religioso y político. Un camino que lo llevaría a encabezar Hezbolá, la organización chií respaldada por Irán que cambiaría el curso de la historia en el conflicto árabe-israelí.
La guerra civil libanesa, que estalló en 1975, transformó profundamente al país y a Nasralá. Tras mudarse a Bazuriye, un pequeño pueblo chií en el sur del Líbano, se unió al movimiento Amal, donde rápidamente escaló posiciones. Sin embargo, sería la invasión israelí de 1982 la que marcaría un punto de inflexión en su vida, cuando se unió a Hezbolá, un nuevo movimiento más radical que Amal, apoyado por Irán y decidido a combatir a Israel en todos los frentes.
Hezbolá: la milicia antiisraelí
Hezbolá, o “Partido de Dios“, se fundó con dos pilares fundamentales: la lucha armada contra Israel y la lealtad a la República Islámica de Irán. Desde el principio, Nasralá desempeñó un papel clave en la organización, y tras la muerte de Abbás al-Musawi en 1992 a manos de Israel, asumió el liderazgo. Bajo su mandato, Hezbolá se consolidó como una fuerza militar y política crucial no solo en el Líbano, sino en todo el mundo árabe.
Personas con banderas de Hezbolá en duelo por la muerte de madre e hija asesinadas por el ataque israelí | Shutterstock
Nasralá era conocido por su habilidad para combinar la retórica religiosa con un discurso nacionalista libanés. En el año 2000, logró lo impensable: forzar la retirada de las tropas israelíes del sur del Líbano tras 18 años de ocupación. Este hito consolidó su reputación y la de Hezbolá como los defensores del Líbano frente a la ocupación israelí, ganando el apoyo de una gran parte de la población libanesa y del mundo árabe en general.
La guerra de 2006: la gran victoria de Nasralá
Uno de los momentos más decisivos en la carrera de Nasralá fue la guerra de 2006 entre Hezbolá e Israel. Tras el secuestro de dos soldados israelíes por parte de Hezbolá, Israel lanzó una ofensiva militar devastadora sobre el Líbano. Sin embargo, no logró derrotar a la milicia chií. Después de 34 días de conflicto, Israel se retiró. Nasralá fue aclamado como un héroe en el mundo árabe.
Esta guerra también demostró el poderío militar de Hezbolá, que no solo fue capaz de resistir la ofensiva israelí, sino que también demostró tener un arsenal moderno y bien entrenado, capaz de infligir graves daños a las fuerzas israelíes. La capacidad de Hezbolá para operar como un actor militar no estatal con el respaldo de Irán consolidó aún más su papel en el conflicto de Oriente Medio.
Hezbolá y la política libanesa: un poder en la sombra
El éxito militar de Nasralá no se limitó a los campos de batalla. En los años posteriores a la guerra de 2006, Hezbolá se convirtió en una fuerza política decisiva en el Líbano. Aunque es una organización no estatal, Hezbolá ha tenido poder de veto en las decisiones del gobierno libanés desde 2008. Eso le ha permitido influir en la política del país de manera significativa.
Columnas de humo se elevan tras un ataque aéreo israelí que tuvo como objetivo pueblos del sur del Líbano, visto desde Marjaayoun, en el sur del Líbano | EFE
Además de su rol político, Hezbolá se ha presentado como un proveedor de servicios sociales para las comunidades chiíes del sur del Líbano. Ha construido escuelas, hospitales y redes de asistencia que han llenado el vacío dejado por el Estado libanés, gravemente afectado por la corrupción y la inestabilidad política. Sin embargo, la participación de Hezbolá en la guerra civil siria, apoyando al régimen de Bashar al-Asad, manchó la imagen del grupo en el mundo árabe, que hasta entonces lo había visto como una organización que luchaba por la justicia.
Nasralá y la actualidad: el conflicto con Israel
Desde los ataques de Hamás a Israel en octubre de 2023, la tensión en la frontera entre Líbano e Israel ha ido en aumento. Nasralá había dejado claro que Hezbolá está dispuesto a involucrarse directamente en el conflicto en solidaridad con los palestinos, desafiando a Israel una vez más. Sus discursos recientes han sido una mezcla de retórica religiosa y amenazas directas hacia el gobierno israelí, prometiendo que Hezbolá utilizará toda su fuerza militar si es necesario.
El reciente bombardeo sobre Beirut, dirigido directamente a Nasralá, es un claro indicio de que Israel lo consideraba una amenaza existencial. Sin embargo, a pesar de los intentos de eliminarlo, Nasralá había demostrado ser un líder difícil de derribar. La resistencia de Hezbolá y su capacidad para adaptarse a los cambios en la región habían hecho de Nasralá un adversario formidable para Israel.