Este fin de semana, Sri Lanka vivió un cambio histórico en su liderazgo político. Anura Kumara Dissanayake, de 55 años, fue elegido presidente del país tras obtener el 42 % de los votos. Eso equivale a más de 5,7 millones de papeletas. Dissanayake, líder de la coalición marxista Poder Popular Nacional (NPP), asume el poder en medio de una de las peores crisis económicas que ha enfrentado la nación insular en las últimas décadas.
Anura Kumara Dissanayake reemplaza a Ranil Wickremesinghe, presidente desde 2022, quien tomó el control tras la caída de Gotabaya Rajapaksa. Rajapaksa fue el principal blanco de las protestas masivas que se desataron en Sri Lanka debido a su mala gestión económica, que llevó al país a una crisis sin precedentes. La figura de Dissanayake supone un punto de inflexión en la política esrilanquesa. A fin de cuentas, es la primera vez que un líder abiertamente marxista toma las riendas del país.
Anura Kumara Dissanayake se ha comprometido con la democracia de Sri Lanka
En su discurso de investidura, Anura Kumara Dissanayake subrayó su compromiso con la democracia. Promete reforzar tanto las estructuras administrativas como las jurídicas del país. “La democracia no termina con la elección de un gobernante. También es necesario fortalecer las estructuras administrativas y jurídicas. Me comprometo con la democracia”, declaró el nuevo presidente, quien también hizo hincapié en la necesidad de luchar contra la corrupción, reducir los impuestos y renegociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El actual préstamo del FMI, de casi 3.000 millones de dólares, ha estado en el centro de las políticas de austeridad implementadas por el gobierno saliente. Una serie de medidas que suscitó gran malestar entre la población. Uno de los mayores retos de Anura Kumara Dissanayake será, por tanto, lograr una renegociación que no asfixie a la ya golpeada economía nacional.
El ascenso de un líder marxista
Anura Kumara Dissanayake no es un desconocido en la política de Sri Lanka. Líder del Janatha Vimukthi Peramuna (JVP), partido que forma parte de la coalición NPP, ha tenido una trayectoria marcada por su compromiso con los ideales marxistas. Sin embargo, este historial ha generado preocupación entre ciertos sectores de la población, quienes recuerdan las revueltas armadas lideradas por el JVP en las décadas de 1970 y 1980. En ellas murieron al menos 60.000 personas.
Con su llegada al poder, Anura Kumara Dissanayake también se enfrenta a un panorama parlamentario complicado. Su partido solo cuenta con tres representantes en un parlamento compuesto por 225 escaños, y eso puede dificultar la implementación de sus políticas y compromisos de campaña. La necesidad de formar alianzas será crucial en los próximos meses, ya que la estabilidad política es un requisito esencial para abordar la profunda crisis económica que sufre el país.
El primer desafío será la formación de un gobierno interino, tras la renuncia del hasta ahora primer ministro Dinesh Gunawardena, una figura clave durante la presidencia de Wickremesinghe. La renuncia de Gunawardena, que se produjo instantes antes de la investidura de Anura Kumara Dissanayake, evidencia la inestabilidad política predominante en Sri Lanka.
Un país sumido en una crisis económica
El mayor reto para el nuevo presidente será sin duda la economía. Desde hace varios años, Sri Lanka lidia con una crisis que ha provocado escasez de productos básicos, inflación descontrolada y una moneda nacional devaluada. La pandemia de COVID-19, junto con decisiones políticas desastrosas, han dejado al país sumido en deudas y al borde del colapso. En este contexto, Anura Kumara Dissanayake ha prometido implementar reformas para reducir la presión sobre la clase trabajadora y mejorar las condiciones de vida de la población.
Sin embargo, su capacidad para llevar a cabo estos cambios dependerá en gran medida de las negociaciones que logre tanto con el FMI como con otros actores internacionales clave. Hasta el momento, su promesa de reducir los impuestos y renegociar la deuda externa ha sido bien recibida por sectores de la población. No obstante, persisten dudas sobre la viabilidad de sus propuestas.