El futuro político de Venezuela, particularmente en el contexto de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, es un tema que plantea grandes interrogantes tanto dentro como fuera del país. Uno de los actores clave en este escenario es, sin lugar a dudas, las fuerzas armadas venezolanas. Históricamente, los militares han desempeñado un papel crucial en la vida política y social de Venezuela, y su influencia sigue siendo significativa en la actualidad. Pero ¿qué rol tendrán después de los comicios? ¿Cuál será la voluntad militar tras conocer la voluntad popular?
Historia y evolución de las Fuerzas Armadas en Venezuela
Las Fuerzas Armadas de Venezuela tienen sus raíces en las guerras de independencia del siglo XIX, con figuras emblemáticas como Simón Bolívar. Desde entonces, han sido vistas como guardianes de la soberanía nacional y defensores de la patria. Esta herencia bolivariana ha sido una constante en la identidad militar venezolana, donde el Ejército se considera “forjador de libertades”.
La llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 marcó un punto de inflexión en la relación entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas. Chávez, un exmilitar, implementó una serie de reformas que pretendían alinear a las fuerzas armadas con su proyecto político socialista. Esto incluyó la creación de la Milicia Nacional Bolivariana y la centralización del control militar bajo el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (CEOFANB).
Nicolás Maduro, sucesor político de Chávez, ha continuado y profundizando la militarización del gobierno. Durante su mandato, una gran cantidad de altos cargos gubernamentales han sido ocupados por militares activos o retirados, consolidando así el poder militar dentro del aparato estatal. Además, la FANB ha expandido su rol en la economía y en la gestión de recursos estratégicos del país. En resumidas cuentas, las Fuerzas Armadas de Venezuela están estrechamente ligadas con Chávez, Maduro y su proyecto político.
¿Qué va a pasar en las elecciones en Venezuela de 2024?
En las elecciones de 2024, el principal contendiente de Maduro es Edmundo González Urrutia, respaldado por la líder opositora María Corina Machado. Los sondeos recientes muestran una ventaja significativa para González, lo que plantea un escenario incierto para Maduro y su administración.
Los posibles escenarios en caso de derrota de Nicolas Maduro van desde una amnistía y un exilio hasta un gobierno de unidad nacional. Sin embargo, tampoco se descarta el conflicto civil. Este es el panorama:
- Amnistía y exilio: Un escenario contempla la posibilidad de que Maduro y su círculo cercano acepten una amnistía a cambio de exiliarse, facilitando una transición ordenada. Esto podría ser parte de un acuerdo negociado con la oposición y la comunidad internacional para evitar un conflicto interno.
- Resistencia y conflicto: Otro escenario, más preocupante, es la resistencia del régimen a abandonar el poder, utilizando a las fuerzas armadas para mantener el control. Este escenario podría llevar a un conflicto civil, con el riesgo de un “baño de sangre” mencionado por Maduro.
- Gobierno de unidad nacional: Un tercer escenario propone la formación de un gobierno de unidad nacional en Venezuela, que incluya a elementos del chavismo y la oposición, respaldado por la comunidad internacional. Este gobierno tendría el mandato de reconstruir el país y restaurar la democracia y el estado de derecho.
¿Cuál podría ser el rol de las Fuerzas Armadas según cada escenario?
Para que el escenario de la amnistía y el exilio se materialice, sería crucial el papel de las Fuerzas Armadas como garantes de la seguridad y la estabilidad durante la transición. Los militares tendrían que actuar como mediadores y asegurarse de que el proceso de entrega del poder se realice de manera pacífica y ordenada. Su apoyo sería esencial para la implementación de un plan de amnistía que asegure la salida de Maduro sin represalias.
En un escenario de resistencia, las Fuerzas Armadas estarían en el centro del conflicto. La lealtad de los altos mandos militares a Maduro sería puesta a prueba, y la posibilidad de una fractura interna no puede descartarse. La historia reciente muestra que las Fuerzas Armadas venezolanas han mantenido una cohesión considerable incluso en tiempos de crisis, como durante los intentos de golpe de estado en 2002 y el “Caracazo” en 1989.
La capacidad de las Fuerzas Armadas para controlar la situación y evitar una escalada de violencia sería crucial en Venezuela. Sin embargo, el riesgo de enfrentamientos entre diferentes facciones dentro del ejército, así como entre las fuerzas armadas y grupos civiles, podría desencadenar un conflicto prolongado y destructivo.
En el caso de un gobierno de unidad nacional, las Fuerzas Armadas tendrían un rol fundamental en garantizar la implementación de las reformas necesarias para la reconstrucción del país. Su participación en la estabilización del orden público y en la protección de las instituciones democráticas sería vital. Además, la profesionalización y despolitización del ejército serían prioridades para asegurar que las Fuerzas Armadas se alineen con los principios democráticos y los derechos humanos.
La lealtad al régimen, el mayor desafío de las Fuerzas Armadas
Uno de los mayores desafíos es la lealtad de los militares a Maduro y al proyecto bolivariano. A lo largo de los años, el chavismo en Venezuela ha cultivado una relación estrecha con las Fuerzas Armadas, ofreciendo beneficios económicos y posiciones de poder a cambio de lealtad. Esta dependencia mutua ha creado un entramado complejo que no será fácil de desmantelar.
La influencia de actores externos, como la guerrilla colombiana ELN, que ha operado en colaboración con el régimen de Maduro, añade otra capa de complejidad a la situación. La relación entre las fuerzas armadas venezolanas y estos grupos podría convertirse en un factor desestabilizador en caso de un conflicto interno.
El papel de la comunidad internacional será crucial en cualquier escenario postelectoral de Venezuela. La legitimidad y el apoyo internacional serán determinantes para el reconocimiento del nuevo gobierno y para la implementación de un plan de reconstrucción. La presencia de observadores internacionales y el monitoreo del proceso electoral son pasos importantes para garantizar la transparencia y la justicia en las elecciones.