La reciente ofensiva que ha llevado a los islamistas a retomar Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, ha encendido las alarmas internacionales. Este suceso, ocurrido el pasado 29 de noviembre, marca un punto crítico en un conflicto que parece no tener fin desde el inicio de la guerra civil siria hace más de una década. La Organización para la Liberación del Levante, conocida por sus raíces en Al Qaeda, ha sido el actor principal en esta operación militar que ha desafiado al régimen de Bachar al Asad y su red de aliados, incluyendo Rusia e Irán.
Tras casi una década desde su último control sobre Alepo, los rebeldes islamistas han llevado a cabo una ofensiva relámpago que en apenas cinco días les permitió hacerse con el control de la ciudad. Con tácticas de guerrilla, coches bomba y un arsenal de cohetes y drones, lograron superar las defensas del Ejército sirio y las milicias proiraníes que respaldan a Al Asad. En el proceso, dejaron tras de sí un rastro de muerte y devastación: al menos 417 personas han perdido la vida, incluyendo 44 civiles.
El ataque no solo tomó por sorpresa al Gobierno sirio, que contaba con el respaldo aéreo de Rusia, sino que también evidenció la fragilidad de las líneas de defensa gubernamentales. La captura de sitios estratégicos como el aeropuerto y varias posiciones militares clave consolidó el avance de los rebeldes, que ahora controlan amplias zonas de Alepo por primera vez desde 2016.
¿Quiénes son la Organización para la Liberación del Levante?
La Organización para la Liberación del Levante, conocida en árabe como Hayat Tahrir al Sham (HTS), es una coalición yihadista salafista con profundas raíces en Al Qaeda. Fundada en 2017, surge como resultado de una escisión del Frente al Nusra, la filial siria de Al Qaeda, en un intento por ganar legitimidad y distanciarse del extremismo religioso más estricto. Su líder, Abu Mohamed al Jolani, ha intentado posicionar al grupo como una alternativa “moderada” dentro del espectro yihadista, atrayendo el apoyo de Turquía y buscando aceptación internacional.
El grupo Organización para la Liberación del Levante aboga por una sociedad gobernada bajo la sharia y rechaza los principios de la democracia, a la que describe como la “religión de los impíos”. A pesar de sus intentos por suavizar su imagen, la Organización para la Liberación del Levante sigue siendo considerada una entidad terrorista por el Gobierno sirio y sus aliados internacionales, incluidos Rusia e Irán.
El bastión en Idlib y los campos de refugiados
El principal enclave de este grupo es la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, donde controlan una amplia franja de territorio desde 2017. Los campos de refugiados en esta región se han convertido en su principal fuente de reclutamiento, donde explotan la desesperación de las familias desplazadas por la guerra. En estos campos, el grupo ha reclutado a miles de adolescentes, muchos de los cuales son adoctrinados en campamentos específicos para convertirse en combatientes.
Uno de los aliados más destacados de la Organización para la Liberación del Levante es el Partido Islámico del Turquestán (TIP), una facción yihadista compuesta principalmente por combatientes uigures provenientes de Xinjiang, China. Estos combatientes han sido esenciales para las operaciones del grupo, especialmente como suicidas en ataques estratégicos.
La ofensiva en Alepo no ocurre en el vacío. Turquía, uno de los principales patrocinadores de los rebeldes, ha estado intentando normalizar relaciones con el régimen de Al Asad. Sin embargo, las condiciones para un acuerdo definitivo siguen siendo difíciles de alcanzar. Al Asad ha exigido la retirada de las tropas turcas del norte de Siria y el cese del apoyo a grupos que considera terroristas, como la Organización para la Liberación del Levante. Sin embargo, Turquía ha negado cualquier implicación directa en los combates recientes y ha afirmado que está tomando medidas para evitar una nueva ola migratoria hacia su territorio.
Por otro lado, Rusia, que ha sido un aliado clave del régimen sirio desde su intervención en 2015, se enfrenta a un desafío significativo con la reciente ofensiva. A pesar de sus ataques aéreos y su presencia militar en el Mediterráneo, Moscú no ha logrado evitar la derrota de las fuerzas de Al Asad en Alepo. Lo que plantea dudas sobre la estabilidad del régimen.