Llevar jamón a Reino Unido ha sido, durante años, una tradición para miles de viajeros españoles. Desde un sobre al vacío metido en la maleta hasta el clásico bocadillo envuelto en papel de aluminio, la costumbre de cruzar la frontera con embutidos era parte del ritual de cualquier visita a familiares o amigos en tierras británicas.
Sin embargo, desde el pasado 12 de abril, esta práctica está oficialmente prohibida. El Gobierno británico ha endurecido su política de control fronterizo y ha vetado la entrada de productos cárnicos y lácteos procedentes de la Unión Europea. Una decisión que ha generado sorpresa, incomodidad y no pocas críticas.
La fiebre aftosa, la gran justificación
La razón detrás de esta prohibición de llevar jamón a Reino Unido se encuentra en una enfermedad ganadera: la fiebre aftosa. Aunque este virus no representa un peligro para los seres humanos, sí supone una amenaza considerable para el ganado. Es altamente contagioso entre animales de pezuña hendida —como vacas, cerdos, ovejas o jabalíes— y un brote podría tener consecuencias devastadoras para la economía agraria británica.
Ante este riesgo, las autoridades han decidido actuar con mano firme. El ministro de Agricultura, Daniel Zeichner, ha declarado que su prioridad es proteger a los ganaderos británicos y garantizar la seguridad alimentaria del país. Por eso, la nueva normativa impide llevar jamón a Reino Unido. Así como cualquier otro producto de carne porcina, bovina o de cordero. Da igual que haya sido comprado en el duty free o sellado al vacío.
Una medida que va más allá de España
Aunque en España la noticia ha calado con fuerza debido a la tradición de llevar jamón a Reino Unido, la medida afecta por igual a todos los países de la Unión Europea y a los miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio, a las Islas Feroe y a Groenlandia. En otras palabras, ningún viajero procedente de estas regiones podrá introducir carnes o productos lácteos en territorio británico. No importa su cantidad, su procedencia o su forma de embalaje.
El alcance de esta medida es, por tanto, continental. El Gobierno británico ha tomado la decisión tras detectar brotes de fiebre aftosa en países como Alemania, Hungría, Austria o Eslovaquia. Aunque actualmente no se ha registrado ningún caso en Reino Unido, el temor a una posible propagación ha empujado al Ejecutivo a cerrar aún más sus fronteras alimentarias.

A pesar de la contundencia de la medida, existen algunas excepciones. No todo está vetado. Las autoridades permiten una cantidad limitada de leche infantil en polvo, alimentos medicinales y ciertos productos compuestos que no presentan un riesgo elevado. Además, están exentos de la prohibición las aves de corral y sus derivados, como los huevos.
También se permite el ingreso de productos elaborados que contengan menos del 20% de ingredientes de origen animal, como el chocolate, las galletas, las pastas o los dulces. No obstante, estas excepciones no alteran la realidad de que llevar jamón a Reino Unido está terminantemente prohibido. Lo que deja fuera de juego a buena parte de los alimentos tradicionales que formaban parte de los equipajes de muchos viajeros españoles.