La mañana del 21 de abril ha amanecido con una triste noticia que ha alarmado al mundo entero: a sus 88 años, el Papa Francisco ha muerto. Desde que ingresara en febrero en el hospital, venía luchando con una neumonía bilateral que finalmente ha podido con su vida. Lo que ha sorprendido ha muchos es que el Papa no será enterrado en el Vaticano, sino en otro lugar.
El Papa Francisco manifestó en vida en diversas ocasiones su voluntad de descansar eternamente en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, un gesto profundamente simbólico que refleja su devoción a la Virgen María y su deseo de una despedida humilde. Esta elección se aparta de la tradición más habitual de enterrar a los pontífices en la basílica de San Pedro, bajo el Vaticano.
Una elección mariana y personal
Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas papales de Roma, es también una de las cinco basílicas patriarcales, templos que gozan de una relevancia histórica y litúrgica especial en la Iglesia Católica. Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha visitado esta iglesia en momentos clave, como antes y después de cada viaje internacional, para orar ante el icono mariano de la Salus Populi Romani, una de las imágenes más veneradas de la Virgen en Roma.
La elección de esta basílica como lugar de sepultura responde, según fuentes vaticanas, a una conexión personal y espiritual con el templo y con la figura de María, a quien el pontífice ha recurrido frecuentemente como intercesora y guía.

¿Qué son las basílicas patriarcales?
Estas iglesias representan los principales centros espirituales del cristianismo desde sus orígenes. Tradicionalmente vinculadas a los patriarcados antiguos —Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén—, las basílicas patriarcales poseen privilegios litúrgicos únicos y son escenario de numerosos actos religiosos de especial relevancia.
En Roma se encuentran cuatro de ellas:
- San Pedro del Vaticano
- San Juan de Letrán
- San Pablo Extramuros
- Santa María la Mayor
Estas iglesias son también puntos clave de peregrinación, especialmente durante el Año Jubilar, cuando los fieles pueden cruzar sus Puertas Santas y obtener indulgencias plenarias. Además, en ellas se celebran misas papales y festividades litúrgicas destacadas, como la Dedicación de Santa María la Mayor, cada 5 de agosto.
Historia de Santa María la Mayor
La basílica de Santa María la Mayor es la iglesia dedicada a la Virgen más importante de Roma. Fue edificada en el año 432 por mandato del Papa Sixto III, en la colina del Esquilino, tras el Concilio de Éfeso, que confirmó a María como Madre de Dios. Según la tradición, su construcción se inspiró en un milagro: una nevada inesperada cubrió la colina en pleno verano, el 5 de agosto, como señal divina. Este hecho se conmemora cada año con una lluvia de pétalos blancos que cae desde la cúpula del templo.

El interior de la basílica alberga tesoros artísticos y religiosos, como la Sagrada Cuna, reliquia asociada al nacimiento de Jesús, y el mencionado icono de la Salus Populi Romani, ante el cual Francisco ha orado en múltiples ocasiones.
Una despedida austera y coherente
Fiel a su estilo de vida sencillo, el Papa Francisco ha dejado claro que desea un funeral sin ostentaciones. Ha reiterado que el Vaticano ha sido el lugar de su misión, pero no será su lugar de descanso eterno. Su decisión de descansar en Santa María la Mayor es una forma de rendir homenaje a la Virgen y de reafirmar su visión pastoral, cercana y humilde.
Por lo tanto, la tumba del Papa Francisco no estará bajo la imponente cúpula de San Pedro, sino en una iglesia que simboliza tanto su espiritualidad como su manera de entender el servicio al pueblo de Dios.