Crisis migratoria

Los planes antimigratorios de Meloni y Trump confluyen en Albania

La primera ministra italiana insiste en su plan para deportar a solicitantes de asilo a Albania mientras el presidente estadounidense suspende el programa de acogida de refugiados afganos, muchos de los cuales recalaron en el país balcánico

Roma
Un hombre pasa junto a un mural del artista italiano Harry Greb que representa a Elon Musk como un titiritero y a Donald Trump, Giorgia Meloni y Emmanuel Macron como sus marionetas, en Roma EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Las políticas antimigratorias de Giorgia Meloni y Donald Trump comparten ciertas similitudes. Las agendas del Gobierno italiano y la nueva Administración estadounidense parten como mínimo de la misma base, esto es, expulsar del país a las personas migrantes –a priori aquellas que se encuentran en situación irregular– e impedir la llegada de refugiados o solicitantes de asilo a sus respectivas fronteras. Es el lenguaje global de la ultraderecha. Un idioma en el que se entienden a la perfección sin necesidad de compartir el mismo área geográfica.

Tanto Meloni como Trump han puesto en marcha medidas severas para frenar los fenómenos migratorios que tienen lugar en el Mediterráneo y la frontera sur de Estados Unidos. La líder italiana intenta avanzar, de momento sin demasiado éxito, en su plan inédito para deportar solicitantes de asilo a Albania, un tercer país fuera de la Unión Europea cuyo jefe de Gobierno, el socialdemócrata Edi Rama, se ha mostrado dispuesto a recibirlos, según dice, por el “amor incondicional” que le profesa a Italia.

“Decidimos hacer esto [el acuerdo migratorio con Roma] basándonos en el sentimiento de responsabilidad como vecinos, como europeos. Sin duda es mejor que luchar ideológicamente sobre este asunto y no hacer nada”, expresó en septiembre del pasado año.

Meloni

Meloni asiste a la ceremonia de investidura de Trump

Los tribunales italianos y europeos han puesto serias trabas a los planes de la primera ministra, pero Meloni no está dispuesta a tirar la toalla en este frente. Por eso, el Gobierno italiano envió ayer al puerto de Shëngjin a un total de 49 migrantes interceptados un día antes en alta mar cuando trataban de llegar a sus costas. Procedentes en su mayoría de Bangladés, Egipto, Costa de Marfil y Gambia, países a los que el Ejecutivo italiano considera seguros, los migrantes están siendo sometidos a un procedimiento acelerado “de recepción, detención y evaluación de casos individuales”, según informó ayer a través de un comunicado el Ministerio del Interior.

Desde orillas de la costa adriática, los migrantes serán trasladados al centro de internamiento de Gjader, una instalación en el interior del país construida sobre una antigua base aérea de la dictadura comunista de Enver Hoxha que está rodeada por un muro vallado, coronado de alambre de siete metros de altura.

Tercer intento

Este es el tercer intento por parte de Meloni de quitarse de encima a los refugiados. Los dos primeros fracasaron estrepitosamente. La Justicia italiana no convalidó los envíos de migrantes a Albania argumentando que ni Egipto ni Bangladés podían ser considerados países seguros. Sin embargo, el Tribunal Supremo dictaminó en última instancia que depende del Ejecutivo y no de los jueces establecer qué países son o no seguros. Los magistrados no podrán invalidar sistemáticamente la detención de migrantes, pero sí motivar el caso específico por el cual esa persona no está segura en ese país. Una victoria legal para la líder ultra.

A falta de comprobar cómo se resuelve esta última intentona de Meloni, la solución “innovadora” de la primera ministra –en palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen– no parece que vaya a tener el recorrido deseado.

Albania

Un grupo de migrantes llega al puerto de Shengjin (Albania)

Hasta esta semana, los centros que construyeron las autoridades italianas en el país balcánico permanecían vacíos, vigilados y gestionados por un personal menguante. Las imágenes de las instalaciones que han trascendido en los medios italianos y albaneses han sacado los colores a Meloni, cuyo Gobierno acometió un desembolso inicial de 60 millones de euros y esperaba gastar otros 650 millones en los próximos cinco años.

Sea como sea, los planes de la líder italiana están siendo seguidos de cerca en París, Londres o Bruselas. Y también en Washington. Sin ir más lejos, el hombre más rico del mundo, Elon Musk, recién nombrado miembro del Gabinete de Trump, con quien Meloni mantiene una estrecha relación, se expresó públicamente a favor del plan de la primera ministra italiana. “Estos jueces tienen que irse”, escribió el magnate en la red social X el pasado noviembre, cuando los tribunales bloquearon el segundo traslado de migrantes a Albania.

Todos atentos

Si sale bien el plan de Meloni, no van a ser pocos los líderes europeos que intenten seguir su estela. Aunque tendrían que buscar alternativas al país balcánico. El primer ministro albanés ya dejó claro en septiembre del pasado año que no reeditaría el acuerdo migratorio con otros países.

La Administración Trump, sin embargo, habría pensado en Albania como destino para cerca de 100.000 palestinos de Gaza, después de la negativa de Egipto y Jordania a acoger refugiados gazatíes. “Próxima parada: ¿Albania?”, deslizó el lunes en X el periodista israelí Amit Segal. Una publicación a la que Rama no tardó en responder. “Hacía tiempo que no oía algo tan falso, ¡y últimamente hay muchas noticias falsas! Es absolutamente falso”, sentenció el primer ministro albanés.

Trump llega a la Casa Blanca

Trump llega a la Casa Blanca

“Todo mi respeto y solidaridad para el pueblo de Gaza, que ha sido deshumanizado por el salvaje régimen de Hamás y ha soportado una guerra infernal tras los horrores medievales del 7 de octubre. Pero permítanme ser claro: a Albania nadie le ha pedido, ni podemos siquiera considerar, que asuma tal responsabilidad”, añadió el líder socialista.

Por de pronto, las medidas adoptadas por parte de Trump en su regreso a la Casa Blanca también han afectado a Albania. El mandatario republicano decidió suspender el lunes el programa de acogida de refugiados afganos que abandonaron Afganistán tras la caótica retirada militar estadounidense en agosto de 2021.

Más de 3.200 afganos, muchos de los cuales habían cumplido los requisitos para obtener un visado especial de inmigrante, recalaron entonces en el país balcánico, precisamente en ciudades como Shëngjin, donde arriban ahora los migrantes deportados por el Estado italiano. El futuro de estas familias se sume aún más en la incertidumbre.