Guerra

Periodistas en Gaza: “Tengo miedo de que esta pueda ser la última historia que cuente”

El número de reporteros asesinados en la Franja desde el inicio de la guerra asciende ya a 211. Dos periodistas palestinas cuentan a Artículo14 cómo ejercen su profesión en plena ofensiva israelí. "Ver arder a nuestros compañeros ha tenido un impacto devastador. No solo es el riesgo constante de morir, también la dificultad de transmitir lo que vivimos"

Gaza
Dos periodistas palestinas cuentan a Artículo14 su día a día en Gaza
KiloyCuarto

En cuestión de minutos, la tienda se convirtió en una pira. Los cuerpos ardieron, las cámaras se fundieron, y los gritos desgarradores resonaron hasta desvanecerse. El amanecer del lunes no fue un amanecer cualquiera: fue brutal, doloroso, desolador. Un bombardeo israelí alcanzó de lleno la tienda de campaña donde se refugiaban varios periodistas junto al complejo médico Nasser, en Jan Yunis, al sur de Gaza. Las llamas se alzaron devorándolo todo, hasta reducir a cenizas los cuerpos del reportero Helmi Al Faqaawi y del joven Youssef Al Khazandar. Murieron calcinados en una escena dantesca que quedó registrada por las cámaras de sus compañeros.

La tragedia no terminó ahí. Al amanecer del martes, se confirmó la muerte del periodista Ahmed Mansour, que sucumbió a las heridas causadas por ese mismo ataque. Su agonía también quedó grabada: se le veía arder vivo. Con él, el número de periodistas asesinados en Gaza desde el inicio de la guerra asciende ya a 211.

Una mujer reacciona mientras sus familiares lloran durante el funeral de varios palestinos
EFE/EPA/MOHAMMED SABER

Una matanza detrás de otra

Este ataque contra periodistas se produce tan solo unos días después de la matanza contra personal sanitario, cuando, el 23 de marzo, fuerzas israelíes abrieron fuego contra equipos de ambulancias y rescate en el barrio de Tal Al-Sultan, en Rafah. Murieron quince personas, que después fueron enterradas en una fosa común.

Desde Artículo14, hablamos con la periodista palestina Doaa Shahin, que sigue trabajando desde Gaza. Shahin describe la situación tras el último ataque a la tienda de periodistas: “Escribo y documento sabiendo que estoy poniendo mi vida en juego. Es un sentimiento doble: miedo y responsabilidad. Miedo de que esta pueda ser la última historia que cuente, y responsabilidad hacia mi causa, la causa palestina, hacia lo que ocurre en Gaza en medio de esta masacre. Mi deber es transmitir la verdad que la ocupación intenta sepultar bajo los escombros. Aquí no solo hacemos periodismo: luchamos para que la voz de Gaza no sea asesinada, como lo son nuestras vidas”.

“En Gaza, nadie está a salvo”

Los periodistas en Gaza, como el resto de la población de este enclave asediado, viven cada segundo expuestos a morir: por una bomba o por el hambre. Doaa, de 30 años, cuenta cómo le afectó el asesinato de sus compañeros en el terreno: “Sentí una desesperación profunda. En Gaza, nadie está a salvo. La ocupación ataca a todos, con fuego, bombas, hambre… No queda nada que no hayan probado contra nosotros. Antes de asesinar a mis compañeros periodistas, cometieron una atrocidad ejecutando a un equipo médico entero en Rafah. Eso demuestra que quieren matar a los gazatíes en silencio, sin que nadie los socorra ni cuente lo que pasa. Así pretenden ocultar la barbarie que cometen día tras día”.

Gaza
Nuevos desplazamientos en Ciudad de Gaza tras el fin de la tregua
Efe

Para la reportera gazatí, “ver arder a nuestros compañeros ha tenido un impacto devastador entre nosotros. Cada periodista sintió que podía ser el siguiente. La tristeza nos embarga. Vivo ese mismo pánico cada instante, no solo cuando trabajo, también en casa. Solo por ser palestina y vivir en Gaza, me repito que esta puede ser mi última hora“.

“¿Cuántos periodistas deben morir en Gaza?”

Y remata con una afirmación demoledora: “El mensaje de Israel es claro: no quieren testigos. La ocupación no soporta ser expuesta ante el mundo. Quieren exterminar Gaza en silencio, sin cámaras, sin plumas. Atacar a los periodistas es atacar a la verdad misma. Es un intento fallido de destruir la narrativa. Nos han dejado solos. Las instituciones que deberían protegernos se esconden tras comunicados vacíos que no alimentan ni consuelan. ¿Cuántos periodistas deben morir para que actúen? Nos sentimos completamente abandonados. Pero, al mismo tiempo, el apoyo de las personas libres del mundo nos devuelve algo de esperanza”.

“Cada vez que siento que no puedo más, miro alrededor: un niño busca a su familia bajo los escombros, una madre abraza el cuerpo de su hijo, o un colega cae mártir con su cámara en mano. Me alimento del pueblo de Gaza, de su resistencia, de sus lágrimas, de los restos de los cuadernos de los niños. Escribo por ellos, vivo para darles voz”, expone la periodista sobre su sobre su fuerza interior, la energía para seguir adelante.

En la parte final de nuestra conversación, Doaa lanza un mensaje claro a la prensa internacional: “No calléis. Callar es complicidad. No esperéis fotos perfectas: lo único que tenemos es nuestra sangre y nuestros escombros. Difundid la verdad. Recuperad el equilibrio en la narrativa palestina. No permitáis que apaguen nuestras voces. Gaza no muere, pero sangra. Y necesita vuestra voz más que nunca”, asevera rotunda Doaa, en un claro mensaje a la prensa internacional.

Gaza
Una niña que resultó herida en un bombardeo del Ejército israelí, descansa tras ser atendida en el hospital indonesio en Beit Lahia
Efe

La periodista y cineasta Shorouq Al-Aila es la viuda del también reportero Rushdi Al-Sarraj, asesinado por Israel el 22 de octubre de 2023 en un bombardeo sobre su casa en el barrio de Tel Al-Hawa, en la ciudad de Gaza. Rushdi tenía 31 años.

“Soy una persona como cualquier otra. No pude soportar las imágenes de los periodistas quemados vivos. Ha sido el vídeo más atroz que he visto desde que comenzó esta guerra. Desde entonces, no he podido volver a trabajar. Israel asesina a los periodistas de forma sistemática. Y con cada nueva masacre, recuerdo los rostros de los colegas que hemos perdido. Pero esta escena, la del fuego, se ha convertido en una pesadilla constante. No dejo de pensar en el terror que vivieron en sus últimos segundos, ni en sus familias que vieron sus muertes retransmitidas por televisión. Algo dentro de mí se rompió. Siento que una parte de mi humanidad murió con ellos”, cuenta Shorouq.

“Mi familia me pide que abandone el periodismo”

“Tras cada nuevo ataque, mi familia me pide que abandone el periodismo, que me proteja del bombardeo israelí. Me recuerdan que soy lo único que le queda a mi hija pequeña, después de que Israel matase a su padre”, admite la joven, también de 30 años.

“La ocupación quiere silenciarnos y borrar la verdad, porque es su mayor enemigo. Sabemos que el derecho internacional no se aplica en Gaza, y por eso nos sentimos olvidados. Ver a Netanyahu viajar libremente por el mundo, a pesar de las órdenes de arresto, es desmoralizador. Pero seguiré trabajando hasta el final. Es lo único que me salva, lo único que evita que me hunda en el silencio. Nadie puede imaginar lo que estamos viviendo aquí. La situación es más que catastrófica. Como periodistas, seguimos por un compromiso ético. Porque insistimos en documentar este genocidio, ante la ausencia de medios internacionales. Contaremos la verdad, aunque tengamos que escribirla con sangre en lugar de tinta“, expone Shorouq.

Guerra en Gaza
Palestinos desplazados, entre ellos mujeres y niños, se dirigen del sur al norte de Gaza por la carretera de Al Rashid
Efe

“Un sufrimiento inmenso”

Le preguntamos cuál ha sido el momento más duro de su cobertura. Su respuesta fue breve, pero contundente: “Nos enfrentamos a un sufrimiento inmenso. No solo al riesgo constante de morir, también a la dificultad de transmitir lo que vivimos. ¿Cómo explicamos el olor a pólvora y sangre que llena nuestras narices? Hay cosas que las palabras y las imágenes no pueden capturar. A veces no quiero grabar ni escribir, solo quisiera que el mundo pudiera oler lo que nosotros olemos aquí…”, concluye Shorouq sobre el momento más duro de su cobertura.

En Gaza, un periodista no muere cuando deja de respirar, sino cuando el mundo guarda silencio ante su asesinato. Lo que ocurrió en la tienda de periodistas junto al hospital Nasser no fue solo una violación del derecho internacional: fue un mensaje explícito de Israel. Contar la verdad se ha convertido en un acto que se paga con la muerte. Y con cada periodista asesinado, se amplía el abismo de la justicia, se escribe un nuevo capítulo de impotencia y se constata el abandono de la comunidad internacional.