Este viernes 11, el Premio Nobel de la Paz ha sido concedido a la organización japonesa Nihon Hidankyo, que reúne a supervivientes de Hiroshima y Nagasaki. Ahora abogan por un mundo libre de armas atómicas, en un momento en que países como Rusia amenazan con romper este tabú.
Se honra a Nihon Hidankyo “por sus esfuerzos en favor de un mundo sin armas nucleares y por demostrar, a través de su testimonio, que las armas nucleares nunca deben volver a utilizarse”, declaró el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes. El Premio Nobel subraya la necesidad de mantener el tabú nuclear. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de hacerlo, en particular las potencias nucleares.
El eje Moscú-Teherán-Pyongyang
Esta elección llega en un momento en que Rusia ha planteado repetidamente la amenaza nuclear desde el inicio de su invasión de Ucrania en febrero de 2022. Para Occidente, la amenaza procede también de Corea del Norte, que intensifica sus lanzamientos de misiles balísticos, y de Irán, sospechoso de querer dotarse de una bomba atómica, aunque Teherán lo niegue.
La destrucción de nuestra civilización
Una guerra nuclear podría destruir nuestra civilización. Por eso el Premio Nobel de la Paz es un grito de alarma para el mundo, pero también un reconocimiento de cómo los individuos pueden alzarse y crear esperanza contando sus historias, como los supervivientes del holocausto atómico japonés.
El año que viene, el mundo se prepara para conmemorar el 80 aniversario de los dos primeros bombardeos nucleares de la historia en Hiroshima y Nagasaki, que mataron a un total de 214.000 personas y precipitaron la rendición de Japón y el final de la Segunda Guerra Mundial.
Reacción en cadena
Las armas nucleares no garantizan un mundo libre de conflictos. Mientras que las grandes potencias nucleares tienen la capacidad de controlar e incluso limitar la producción y, sobre todo, el uso de armas atómicas, éstas pueden ser utilizadas por potencias medianas y pequeñas (Pakistán o Israel, por ejemplo), así como por grupos terroristas. Así, si Rusia las utiliza contra Ucrania, Israel o Hizbulá podrían perfectamente utilizarlas.
Los nueve países con armas nucleares
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, reaccionó al fallo del galardón pidiendo la eliminación de las bombas nucleares. En la actualidad, nueve países poseen armas nucleares -Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, China, India, Pakistán, Corea del Norte y, extraoficialmente, Israel-, una lista que crece en lugar de disminuir. Con el aumento de las tensiones geopolíticas en todo el mundo, estas potencias nucleares están modernizando sus arsenales. Moscú anunció en 2023 que suspendía su participación en el Nuevo Tratado START, el último tratado de control que limita las fuerzas nucleares estratégicas de Rusia y Estados Unidos. Países como Irán, Egipto, Arabia Saudí y Corea del Sur se consideran nuevas naciones nucleares en potencia, siendo Irán el que más cerca está de alcanzar el umbral nuclear.
Ucrania y Suráfrica son los únicos países que han renunciado voluntariamente a sus armas «A». Kiev lo hizo en 1994 tras el colapso de la Unión Soviética. Era el tercer arsenal nuclear del mundo. La Suráfrica del apartheid produjo seis armas nucleares, que desmanteló entre 1989 y 1993 bajo la presión de la comunidad internacional.
La carrera armamentística
La situación mundial ha impulsado a Estados Unidos y Rusia a iniciar una nueva carrera armamentística actualizando, cualitativa y cuantitativamente, sus arsenales nucleares. Los Estados poseedores de armas nucleares invocan la doctrina de la «disuasión nuclear» para justificar la posesión y la amenaza de uso -incluido el primer ataque- de armas nucleares. ¿Veremos algún día la eliminación de las armas nucleares y una desmilitarización radical? Esperemos que sí. Los inmensos recursos liberados podrían responder a las crecientes catástrofes humanitarias y medioambientales que afligen al planeta.
En un mundo en el que la amenaza nuclear vuelve a estar en el punto de mira geopolítico, exploramos términos como «gramática nuclear», «disuasión ampliada» y «santuarización agresiva», «suficiencia estricta» y «a prueba de hombros» en el contexto de la OTAN, la doctrina nuclear occidental, el ascenso nuclear de China y la amenaza rusa. Los episodios Israel-Irán y Rusia-Ucrania ofrecen claves para comprender las doctrinas y prácticas que sustentan la dinámica actual de la disuasión nuclear. Con las crecientes tensiones en Europa y fuera de ella, la dialéctica nuclear ha (re)ocupado su lugar en las relaciones internacionales.
La dialéctica nuclear
Las armas nucleares, que aparecieron a mediados del siglo pasado, han marcado profundamente las estrategias militares de un gran número de Estados, las tengan o no. Ha dado lugar a una estrategia nuclear que está vinculada no sólo a las principales estrategias, sino también a otras estrategias del entorno (terrestre, marítimo, aéreo, etc.). Esta dialéctica nuclear obedece a una serie de principios, algunos relacionados con la dialéctica estratégica, otros con las capacidades. Esto ha tenido consecuencias de gran alcance para el despliegue de armas.
No cabe duda de que el orden mundial internacional -el sistema equilibrado que ha permitido al planeta disfrutar de una paz y una estabilidad relativas, al tiempo que elevaba el nivel de vida, abría nuevas oportunidades y sentaba las bases de la prosperidad- está ahora amenazado, más que en ningún otro momento desde el final de la Guerra Fría.